El cardenal Marx quiere ofrecer a los sacerdotes la posibilidad de casarse

Fuente: FSSPX Actualidad

En una entrevista con el periódico Süddeutsche Zeitung, el miércoles 2 de febrero de 2022, el cardenal Reinhard Marx abogó en favor del fin del celibato obligatorio dentro de la Iglesia católica. También habló sobre la ordenación de mujeres y la participación del Papa Emérito Benedicto XVI en los asuntos recientemente publicados sobre la diócesis de Múnich.

La fecha elegida para esta entrevista no es casualidad: ese día era la víspera de la apertura de la tercera Asamblea General del Camino Sinodal, que se celebró del 3 al 5 de febrero en Frankfurt, y donde se abordó la cuestión del celibato sacerdotal.

"La posibilidad de vivir el celibato no debe recaer simplemente sobre el individuo", señaló monseñor Marx. Como forma de vida, el celibato es "precario, siempre les digo eso a los sacerdotes jóvenes", agregó el arzobispo de Múnich. "Vivir solo no es tan sencillo", concluyó.

No obstante, señala que, según su visión, no habría una abolición general del celibato, porque es el modo de vida de Jesús. "Pero volver el celibato una condición básica para todo sacerdote, ahí pongo un signo de interrogación".

El alto prelado continúa: "Sería mejor para todos crear la posibilidad de que haya sacerdotes solteros y casados. Para algunos sacerdotes, sería mejor si estuvieran casados. No solo por motivos sexuales, sino porque sería mejor para sus vidas y no estarían solos", explicó. Por eso es necesario tener esta discusión.

Luego objeta: "Algunos dirán: 'si ya no se tiene el celibato obligatorio, ¡entonces todos van a casarse!' Mi respuesta es: '¿Y qué? Si todos se casaran, se demostraría aún más que esto no funciona'".

Cuando se le preguntó si cree que existe una conexión entre esta soledad y los abusos sexuales, el arzobispo de Múnich respondió: "No podemos decir eso de manera global. Pero esta forma de vida y esta alianza entre hombres atrae también a personas inadecuadas, que son sexualmente inmaduras".

Errores, inconsistencias e ignorancias

Estos tres términos pueden caracterizar la intervención del cardenal Marx.

En lo que concierne a las inconsistencias, basta recordar una entrevista del porporato, reportada por FSSPX.Actualidad: la propuesta del arzobispo de Múnich de autorizar la ordenación de hombres homosexuales. ¡Y ahora admite que "esta forma de vida y esta alianza entre hombres atrae también a personas inadecuadas, que son sexualmente inmaduras!"

Respecto a las ignorancias, cabe señalar que en las Iglesias católicas orientales que permiten el matrimonio de los sacerdotes, los obispos deben respetar el celibato. Entonces, si todos los sacerdotes se casaran, como dice el cardenal Marx, ¿dónde se encontrarían obispos? Solo quedarían los religiosos, como suele ser el caso en Oriente. ¿Queremos un episcopado gobernado en su gran mayoría por órdenes y sociedades religiosas?

Finalmente, por errores, conviene recordar que el celibato ha sido siempre la regla en la Iglesia latina, aunque en un principio tomó la forma de continencia, porque la mayoría del clero estaba casado. Lo que significa que, una vez que se convirtieran en sacerdotes u obispos, ya no usarían el matrimonio. Este punto está firmemente establecido por la historia de la Iglesia.

Además, en los inicios, la práctica era idéntica en Oriente. El cambio de disciplina está ligado a la independencia de los Orientales que se sometieron con mucha dificultad a Roma. También está ligado a la decadencia de la moral sacerdotal que no fue suficientemente reprimida. Ante la magnitud de las desviaciones, los obispos se rindieron.

Fue el Concilio de Trullo II, en el año 691, el que ratificó la legislación actual de Oriente. Pero para justificar este cambio de una ley considerada por todos como apostólica, retomaron los cánones de un concilio africano celebrado en 390, modificándolos a sabiendas en el sentido de su novedad.

Esta alteración acabó siendo aceptada incluso por los Orientales, que pretendían justificarla afirmando que los Padres conciliares tenían esta potestad. Roma nunca aceptó este concilio, pero acabó concediendo una derogación, especialmente con motivo del encuentro con las Iglesias separadas (Uniatismo).

Pero los Papas siempre han alentado a estas Iglesias Uniatas a adoptar la disciplina latina, aunque sin convertirla en una obligación. Y en muchas de ellas, el celibato terminó por convertirse en una constante.

Todo esto, obviamente, no interesa a los innovadores: "hagamos borrón y cuenta nueva del pasado". Es el hombre, y el hombre moderno alejado de Dios, quien es la norma de su teología. Siembran vientos, y pronto cosecharán tempestades. Sin duda estamos en vísperas de una desilusión por lo menos tan grave como la que siguió al "concilio pastoral" holandés, que derribó a la Iglesia de los Países Bajos.

Y Roma se mantiene en silencio...