Entre el nazismo y el comunismo: el fervor del Padre Séraphin

Fuente: FSSPX Actualidad

Recientemente, el Papa Francisco reconoció las virtudes heroicas del Padre Séraphin Kaszuba, sacerdote capuchino que ejerció su ministerio sirviendo a sus hermanos polacos atrapados entre el fuego cruzado de los dos grandes totalitarismos del siglo XX.

Ludvík Kazimir Kaszuba nació el 17 de junio de 1910 en Zamarstynów, cerca de Lviv, que en ese entonces formaba parte del Imperio austro-húngaro. Ingresó en el noviciado de los capuchinos en Polonia a la edad de 18 años, y se convirtió en el Padre Séraphin en 1933, año de su ordenación sacerdotal. En 1940, huyó de las tropas del Reich que invadieron Polonia y regresó a vivir a Lviv, que había sido ocupada desde 1939 por las tropas soviéticas, aliadas de los alemanes.

Dos años más tarde, el primer ejército armado insurreccional ucraniano se formó en la región vecina de Volinia, con la esperanza de fundar una Ucrania independiente. Mientras tanto, los alemanes habían tomado el control del país luego de la Operación Barbarossa. Numerosas atrocidades y masacres tuvieron lugar entre las diferentes poblaciones.

Durante estas horas tan difíciles, Sérapin Kaszuba se negó a abandonar a sus feligreses, yendo de un pueblo a otro conforme iban siendo destruidos o arrasados. Escapó incluso de numerosos ataques perpetrados contra su presbiterio.

Bajo el gobierno soviético, la persecución se intensificó, las poblaciones fueron deportadas a Siberia. Sin embargo, el Padre Séraphin pudo, en un principio, registrarse legalmente como sacerdote en Rivne, en lo que hoy es Ucrania. Mientras ejercía su ministerio principalmente en Volinia, se dedicada igualmente a Letonia y Lituania, territorios bajo el yugo del comunismo.

En 1958, las autoridades soviéticas le prohibieron ejercer públicamente sus funciones sacerdotales. Fue entonces que comenzó un largo y difícil ministerio clandestino en Ucrania, Bielorrusia, Lituania y Estonia.

Deseoso de estar más cerca de sus hermanos sufrientes, el Padre Séraphin se dirigió en 1963 a Kazajstán, donde los soviéticos habían deportado a cientos de miles de polacos. Ahí ejerció secretamente su ministerio, mientras trabajaba oficialmente para un encuadernador de libros.

Fue arrestado en 1966 y condenado a prisión, pero el capuchino escapó al año siguiente y continuó su apostolado en Kazajstán. Su muerte fue una ilustración de su vida en unión con Dios: en 1977, en su país natal, en Lviv, fue donde exhaló su último suspiro mientras rezaba su breviario.

Una gran cantidad de familias ucranianas conservan los altares sobre los cuales el sacerdote celebraba la misa clandestinamente, en los hogares donde se refugiaba.