La “conversación en el Espíritu” utilizada en el Sínodo: origen y límites

Fuente: FSSPX Actualidad

Los “círculos menores” del Sínodo practicando la “conversación en el Espíritu”

Un jesuita, el Padre Anthony Lusvardi, profesor de la Pontificia Universidad Gregoriana, presentó algunas interesantes reflexiones sobre el tema del "método sinodal", la famosa "conversación en el Espíritu", explicando su origen y señalando claramente sus insuficiencias en el marco del Sínodo.

Un jesuita, el Padre Pierre de Charentenay, subdirector del Instituto Católico del Mediterráneo en Marsella, explicó este método en las columnas del semanario La Vie, como “procedente de la espiritualidad ignaciana”. Y lo vincula directamente con el famoso “discernimiento de los espíritus” del fundador de la Compañía de Jesús, San Ignacio de Loyola.

Reconoce que "se aplica con mayor frecuencia durante retiros individuales. Sin embargo, añade, se puede utilizar como parte del trabajo colectivo para llegar a una decisión". Según este Padre, es necesario tener la actitud correcta para acoger los movimientos del Espíritu.

La explicación de otro jesuita

En una entrevista concedida a CNA, el Padre Anthony Lusvardi SJ explicó con mayor detalle y precisión el método utilizado durante la primera sesión del reciente Sínodo, e insistió en sus límites, particularmente en el contexto de discusiones de carácter doctrinal o disciplinario. 

El Padre jesuita explica primero que el método utilizado, llamado “discernimiento comunitario”, fue desarrollado hace varias décadas por los jesuitas de Canadá. Hace hincapié en que, aunque el método fue desarrollado por personas formadas en la espiritualidad ignaciana, no se remonta al santo fundador. Y añade que conoce este método desde su noviciado.

La forma de practicarlo es la siguiente: primero un tiempo de oración individual para los participantes. Luego, cada uno explica lo que ha entendido en esta oración, mientras los demás deben escuchar sin interrumpir. Finalmente, puede haber un segundo intercambio en el que cada uno describe lo que sintió o pensó respecto a la intervención de los demás. El énfasis está en la comprensión mutua.

El profesor de la Universidad Gregoriana cree que el método puede resultar muy útil para tranquilizar una reunión y permitir intercambios serenos. También cabe señalar que, con algunas variaciones, se observan métodos similares en determinadas comunidades civiles, por ejemplo, en América del Sur o incluso en África.

Un método ineficaz para la discusión teológica

Sin embargo, el Padre Lusvardi cree que este método “no es adecuado para un razonamiento teológico o práctico, meticuloso o complejo”. Añade una razón obvia: "Esto requiere pensamiento crítico, sopesando los pros y los contras. También requiere un grado de objetividad que este método no puede proporcionar".

El cardenal Gerhard Müller planteó una objeción equivalente, deplorando la debilidad teológica de la asamblea sinodal e indicando que muchos otros obispos habían hecho la misma observación.

El jesuita continúa con un punto ya planteado en este sitio: si las personas tienen ideas perjudiciales – o falsas – puede ser útil escucharlas, pero “es irresponsable y poco caritativo no corregir el mal”. No se puede decir todo cuando se trata de la Verdad revelada.

La siguiente observación es excelente: “el método no puede sustituir la evidencia empírica, la revelación o la enseñanza de la Iglesia”, añadió el Padre Lusvardi, recordando que San Ignacio fue “muy claro en que no todas las cosas son aptas para el discernimiento”. Lo dice muy claramente en su libro Reglas para el discernimiento de los espíritus, especialmente en las últimas reglas.

Y explica más a fondo su pensamiento sobre este punto: "Si lo que sucede en la oración contradice lo revelado por Jesucristo, entonces no es obra del Espíritu Santo", una frase que el Sínodo debería tener grabada en todos los monitores utilizados por los participantes...

No se debe confundir este método con la Revelación divina

El Padre Lusvardi también señala que “el hecho de que algo suceda en la oración no significa que sea la voluntad de Dios”. Otros comentaristas ya han hecho esta crítica, que condena la base misma utilizada por el sistema sinodal: el sensus fidelium, entendido en el sentido de Francisco.

Y la última observación no es menos interesante: el discernimiento comunitario no debe entenderse como una característica del gobierno de la orden jesuita, que está estructurada jerárquicamente. Al igual que la Santa Iglesia.

Conclusión

Esta presentación del “método sinodal” nos muestra claramente su reciente origen jesuita. Explica su uso en el Sínodo cuyo promotor y superior es el Papa, un jesuita, y cuyo relator general, el cardenal Jean-Claude Hollerich, también es jesuita.

Hemos asistido, pues, a la instauración de un “discernimiento comunitario” típicamente jesuita, practicado en la Compañía de Jesús desde hace décadas, que solo es beneficioso en situaciones muy limitadas, y que está fuera de contexto en discusiones doctrinales, pero que se aplicó en un Sínodo de Obispos abigarrado por la presencia de laicos. El resultado ya se conoce.

¿Se dan cuenta los petulantes comentaristas de que quieren extender este método a toda la Iglesia, para todas las situaciones, de la esterilización teológica y doctrinal que quieren implantar? ¿Han comprendido todos aquellos que piden una “Iglesia sinodal” que están disolviendo la Iglesia en una “experiencia de fe”, separada de la Revelación?

Tal implementación no sería más que la disolución de la verdad en una falsa caridad que se cubre con el manto de la misericordia. Pero al renunciar a la Verdad de Cristo renunciamos también a su Caridad, convirtiéndonos en los hombres más duros porque alejamos a las almas del Salvador.