La Iglesia 2.0 del cardenal Walter Kasper

Fuente: FSSPX Actualidad

Abadía de San Pedro en Salzburgo a la izquierda, la catedral a la derecha

Una reforma radical de la eclesiología mediante la instauración de una forma de bicameralismo al estilo estadounidense: este es más o menos el camino que el cardenal Walter Kasper desea que la Iglesia tome tras el Sínodo sobre la Sinodalidad.

El 10 de abril de 2024, la arquiabadía de San Pedro en Salzburgo (Austria), el monasterio benedictino más antiguo del mundo de habla alemana, estaba repleta de curiosos que acudieron para escuchar la conferencia introductoria pronunciada por un distinguido invitado en el marco del simposio “Cardenales” y Benedictinos”.

El cardenal Kasper, que defiende una línea progresista en la interpretación del Concilio Vaticano II –que en su día lo enfrentó al cardenal Josef Ratzinger– tituló su intervención “Cardenales al servicio de la Iglesia y del papado”.

El porporato, que desempeñó un papel importante durante los dos últimos cónclaves, pero que ahora está privado de su derecho de voto debido a su edad, sigue siendo una voz escuchada por el actual Romano Pontífice. Según él, el Sínodo sobre la Sinodalidad sería una oportunidad para devolver a los cardenales a su verdadero lugar.

El exobispo de Rottenburg-Stuttgart cree que, en el marco del Sínodo, el Papa Francisco lanzó un gran movimiento de descentralización de la Iglesia: también se debería dar un nuevo paso hacia la reforma del Colegio Cardenalicio, en el sentido de un supuesto retorno a las fuentes.

En esta perspectiva, se atribuiría a los cardenales una nueva prerrogativa: la de presidir los consejos plenarios en las regiones de donde proceden. Para establecer una especie de sistema bicameral en el gobierno de la Iglesia, compuesto por el Sínodo de los Obispos y el Consejo de Cardenales. Nunca antes visto en la historia de la Iglesia.

Una interpretación muy personal de la evolución de la función cardenalicia

Arraigada en un principio en la liturgia, la función cardenalicia se habría, según el exprofesor de la Universidad de Tubinga, "politizado" hasta convertirse en el juguete de las grandes familias romanas y quedar atrapada en la decadencia de la Roma de finales de la Edad Media.

En los tiempos modernos, la función cardenalicia se habría reducido a ejercer el papel de funcionaria de la Curia Romana, antes del gran "redescubrimiento" de esta venerable institución durante el Concilio Vaticano II, que todavía constituye el alfa y la omega de la Iglesia para Monseñor Kasper.

Una afirmación muy cuestionable

Los estudios coinciden en ver el origen de los cardenales en el presbyterium, una asamblea de sacerdotes y diáconos que ayudaban y asesoraban al obispo en la dirección de su grey. San Ignacio de Antioquía lo menciona como "el Senado del obispo", al que los fieles debían respeto ya que representaba al obispo, pero por debajo de él.

El obispo de Roma también estuvo rodeado de un presbyterium. Pero, “sería erróneo llegar a la conclusión por el hecho de la similitud de origen y que el nombre de cardenal era común al alto clero romano y al alto clero de otras ciudades episcopales”, especifica el Diccionario de Teología Católica, “que este nombre respondía en ambos casos a idénticas prerrogativas.

“El apelativo de Papa se daba antiguamente indiscriminadamente a todos los obispos y a ningún católico se le ocurrió ponerlos a todos, por esta razón, en el mismo rango. Este es el caso del término cardenal: originalmente era genérico y no implicaba en sí mismo ningún papel preciso; ningún grado uniforme de poder; su valor exacto se determinaba según las circunstancias.

“Los cardenales de una diócesis particular distinta de la de Roma nunca han podido recibir de su obispo para compartir con él otra cosa que un poder confinado dentro de los límites de esa diócesis; pero los dignatarios asociados por el Soberano Pontífice a la administración de los asuntos que le incumbían adquirieron necesariamente poder e influencia que se extendía a toda la Iglesia".

Estas líneas bastan para cuestionar los méritos históricos de este “bicameralismo” que defiende el cardenal Kasper, y que contribuiría a diluir un poco más la autoridad del Romano Pontífice.

"Esperemos que el Papa Francisco siga con nosotros unos años más y que sus sucesores completen sus reformas", dijo el cardenal Kasper. Una conclusión llena de incertidumbre, que sugiere que el progresismo está aún lejos de haber vencido y que el próximo cónclave sigue representando la elección de todas las posibilidades, bajo la benévola gracia del Espíritu Santo.