
El 10 de mayo de 2021, en respuesta al documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe del 15 de marzo, en el que se recuerda que la Iglesia no puede bendecir las uniones homosexuales, los sacerdotes alemanes organizaron ceremonias de "bendiciones para todos". En todo el país se llevaron a cabo 110 pseudo-ceremonias para parejas del mismo sexo: de Berlín a Múnich, de Dortmund a Duisburg, de Frankfurt a Hamburgo, de Hannover a Colonia, de Mainz a Stuttgart...
Desafiando a la autoridad romana, un gran número de sacerdotes optaron por exhibir una bandera arcoíris [colores del movimiento LGBT] al pie del altar durante el evento, y anunciaron que ese día era solo el comienzo de una práctica que se volverá cotidiana, siempre que las parejas lo soliciten.
Estos sacerdotes sabían que no se arriesgaban a ser castigados. Dos obispos, Monseñor Helmut Dieser, de Aquisgrán, y Monseñor Franz-Josef Overbeck, de Essen, dieron completa libertad a los sacerdotes de sus diócesis para decidir "según su conciencia" si participar o no en estas bendiciones colectivas.
Por su parte, Monseñor Georg Bätzing, presidente de la Conferencia Episcopal de Alemania, se distanció de esta iniciativa, pero más en la forma que en el fondo: el prelado deseaba que la cuestión se pudiera debatir en un lugar más adecuado, es decir, el Camino sinodal... donde actualmente se debaten temas como la intercomunión con los protestantes, el celibato sacerdotal y la apertura del ministerio a las mujeres.
A nivel romano, no hubo ninguna reacción a esta provocación contra la Congregación de la Fe. Stefano Fontana en La Nuova Bussola Quotidiana del 11 de mayo, pronosticó sin dificultad: "La sensación es que no pasará nada, sino que las ambigüedades [doctrinales] continuarán y se implementarán prácticas cismáticas".
El académico italiano señaló que la sinodalidad promovida por el Papa confiere competencia doctrinal a las conferencias episcopales locales: "Francisco ha afirmado en al menos dos documentos fidedignos, y no en entrevistas banales, que debemos avanzar hacia la competencia doctrinal de las conferencias episcopales.
"Para que conste, los dos documentos en cuestión son las exhortaciones Evangelii gaudium y Amoris lætitia. Ahora bien, parecería bastante extraño que el Papa que quiere descentralizar las competencias doctrinales, bloquee los procesos deseados por estas conferencias episcopales, como es precisamente el caso de Alemania".
Y resume la situación de la siguiente manera: "Los obispos fomentan los procesos cismáticos, pero no los formalizan, el Papa dice en sus entrevistas que no teme un cisma y acusa de cripto-cisma a los católicos a los que califica de 'rígidos', absorbe un cisma como el de la Iglesia oficial china, pero se muestra evasivo y reacio a cuestiones que pueden provocar un cisma en Alemania. […]
"Después del 10 de mayo, no pasará nada. Sin embargo, los obispos, luego de haber promovido abiertamente estas mismas ideas, dirán que se trataba de una iniciativa local, no oficial. El Papa no intervendrá, porque la Congregación de la Fe ya se ha ocupado de ello.
“El Camino sinodal continuará con las ambigüedades previstas, y mientras tanto se implementarán prácticas cismáticas de facto que el documento final del Sínodo no confirmará, pero tampoco condenará. La Iglesia en Alemania no será la misma, pero nadie lo dirá oficialmente.
"Entonces la cosa se extenderá. Los sínodos nacionales se multiplicarán -incluido, lamentablemente, el sínodo italiano- y allí ocurrirá lo mismo: actuar sin hablar. La doctrina se dejará de lado, pero jamás se encontrará a quienes la hicieron a un lado".

¿El cisma de Mammón?
Desde el 26 de abril, en su blog, el vaticanista Marco Tosatti señaló un elemento de explicación para este cisma de facto en Alemania. No se trata de un análisis teológico o canónico, sino de una explicación fiscal que, si bien es fundamentalmente material, no es menos esclarecedora.
"En Alemania", escribe, "existe un impuesto para la Iglesia (Kirchensteuer), que se deduce del salario con el permiso del interesado. Gracias a este impuesto, en esencia, los fieles tienen acceso a los sacramentos y pueden recibirlos. Si una persona no paga este impuesto, no solo se le niegan los sacramentos, sino también los funerales religiosos, por ejemplo.
"Estos son los frutos de la Iglesia en Alemania, una de las más ricas de toda Europa y del mundo: un párroco alemán recibe una media de 2,500 € al mes de salario. Esto no es cualquier cosa. Y sin contar los reembolsos de gastos de viaje. Así podemos llegar tranquilamente a una cantidad de 3,000 € al mes".
[A modo de comparación: un párroco italiano con decenas de años de servicio puede recibir 1,200 euros al mes. En Francia, un sacerdote diocesano recibe alrededor de 950 €, con alojamiento y viáticos gratuitos. NDA y NDT]
Pero, "volvamos a la Iglesia en Alemania que, durante las últimas décadas, ha visto una disminución significativa de sus 'miembros', con una posterior caída en los ingresos. El binomio menos inscritos-menos ingresos es comprensible con un ejemplo muy simple: tomemos el caso de un hombre divorciado que ha contraído un segundo matrimonio civil y que, según la práctica de la Santa Iglesia romana, no tiene acceso a los sacramentos. ¿Qué sentido tiene para este señor pagar el impuesto mencionado?
"Tomemos un segundo ejemplo: una pareja homosexual pide ser bendecida oficialmente por un sacerdote, en una ceremonia pública, para demostrar que Dios bendice su unión. Si la respuesta de la Iglesia es negativa, ¿los integrantes de esta pareja pagarán el impuesto?
"Creo que se puede entender lógicamente la razón de esta fuerte disminución de los 'miembros' y la resultante curva descendente en los ingresos. [A efectos informativos, en menos de diez años, la plantilla oficial de la Iglesia en Alemania cayó a 22.6 millones en 2019, es decir, 2 millones menos que en 2010. Nota del editor].
"¿Qué está haciendo la Iglesia en Alemania para remediar esta situación? Está movilizando fuerzas, personas, ideas; insiste, decreta sínodos, para garantizar, sin condiciones, la comunión a los divorciados vueltos a casar, la bendición de las parejas homosexuales, etc. ¿Es realmente el motivo o la intención apoyar a quienes se sienten 'marginados' por la Iglesia? ¿O es para compensar las pérdidas económicas? […]
"No los conozco uno por uno, pero, básicamente, sospecho que a este grupo sustancial de obispos, sacerdotes, diáconos, realmente no les importa la salvación de las ovejas que Dios les ha confiado. Actúan como mercenarios. Veo [en ellos] un gran interés para sus carteras".
Este aspecto financiero no deja de ser interesante, de forma complementaria. No pudo impedir ver las causas fundamentales de este cisma de facto, que son doctrinales, como ya lo demostró el sínodo de Würzburg que se celebró entre 1971 y 1975.
A partir de ese momento, se estableció una especie de "sínodo permanente", a partir del cual se inscribe el actual Camino sinodal. (Ver en FSSPX.Actualidad el Expediente sobre el Camino Sinodal Alemán, en particular el artículo dedicado al sínodo de Würzburg).