
El cardenal Willem Jacobus Eijk, arzobispo de Utrecht (Países Bajos), se expresó claramente: la proliferación de nuevos servicios y ofertas de inteligencia artificial (IA) exige una respuesta y consideración por parte de la Iglesia católica.
El arzobispo de Utrecht es médico de formación y experto en sexualidad y bioética. En su opinión, hay dos cuestiones que deben ser abordadas urgentemente: por un lado, que la Iglesia esté presente en los "chatbots" como ChatGPT o Bardo de Google, para que las respuestas incluyan también el punto de vista religioso.
Por otro lado, es necesario reflexionar más ampliamente sobre el impacto de la IA y, en particular, sobre cómo su uso, incluso en el campo de la atención pastoral y los cuidados médicos, afecta la forma en que las sociedades perciben a los seres humanos.
El cardenal, conocido por haber pedido una aclaración magisterial de la Iglesia sobre el tema de la ideología de género, está convencido de que la Iglesia también debe pronunciarse, a través de un documento oficial, sobre el impacto de la IA en el ser humano, lo que exige una amplísima reflexión.
"Es difícil obtener una visión general de todo lo que la IA puede hacer por nosotros, porque todavía es un área que no se conoce bien. Pero las tecnologías de la IA, como los chatbots, también pueden decir algo sobre las cuestiones religiosas".
La cuestión es que "la respuesta del chatbot es el resultado de un cálculo de la IA. Pero esto significa que agregar información religiosa puede influir en las respuestas. Para ello, debemos intentar estar presentes en el campo de la IA. Sin embargo, esta última puede hacer mucho más que enviar mensajes de texto. (…) Puede responder recolectando datos y ordenándolos o contextualizándolos".
Un claro ejemplo es el de "Bing" de Microsoft, que gracias a la IA ha pasado de ser un motor de búsqueda a ser un chatbot. Dicho sistema puede simular conversaciones con santos basándose en información transmitida sobre sus vidas y palabras.
Es necesaria la prudencia, pero tampoco se debe esperar demasiado
El cardenal Eijk admite que se necesita cierta prudencia, pero al mismo tiempo: "Si esperamos demasiado, otros habrán introducido más información que determinará las respuestas. (…) No sabemos las consecuencias del uso generalizado del software de los chatbots, pero se puede prever un escenario determinado.
"Estos softwares cometen errores, pero ¿qué sucederá en 10, 20 o incluso 5 años? Habrá otros tipos de IA, ordenadores mucho más potentes que podrán dar respuestas mucho más precisas. Podemos influir en las respuestas ahora. (…) Es comprensible tener miedo, porque la IA puede tener consecuencias muy negativas para nuestra sociedad".
El problema, prosigue el cardenal, no es solo el uso de software para la interacción, sino "la robotización de nuestra sociedad, que podría llevar a la pérdida de muchos puestos de trabajo, especialmente para las personas que no tienen estudios especializados. (…) Porque el robot es una especie de empleado que no pide aumento de sueldo, que trabaja las 24 horas del día sin cansarse. Podría cambiar radicalmente nuestra sociedad".
El transhumanismo
El riesgo de un nuevo "transhumanismo", en el que los seres humanos puedan ser tratados y percibidos como máquinas, constituye también un peligro real. El cardenal Eijk recordó que "ya existen residencias de ancianos donde los robots sirven la comida. Sin embargo, dar de comer a los enfermos es un momento de contacto humano con el paciente, que se ha perdido".
El paso de la simple distribución de alimentos a la atención al paciente hace que, en algunos aspectos prácticos, el contacto humano se vuelva cada vez más imperceptible. "Si un robot levanta a un paciente de la cama y lo lleva a la ducha, existe el riesgo de que se pierda por completo el contacto humano. Con la mejora del software, nada se interpone en el camino".