
Pocos días después del consistorio público ordinario que reunió al Sacro Colegio en torno al Romano Pontífice, el cardenal Gerhard Müller habló con la vaticanista Franca Giansoldati, en las columnas del Messaggero, para advertir sobre la preocupante situación del cardenal Joseph Zen, obispo emérito de Hong Kong, que está a la espera de su juicio previsto para finales de septiembre.
El exprefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe expresó su preocupación por los "silencios" de sus compañeros, respecto a la situación personal del cardenal Zen: "Espero que no lo abandonemos", advirtió el alto prelado, para quien "el consistorio habría sido una oportunidad para que todos los cardenales declararan su plena solidaridad con monseñor Zen".
Para el cardenal Müller, no se debe oponer a estos silencios ningún motivo diplomático: "Lamento decirlo, pero no podemos hacer prevalecer los intereses de la Santa Sede y del Estado Vaticano sobre la dimensión eclesial y sobre la verdad. (…) Si es necesario, la Iglesia también debe criticar a los poderosos de este mundo".
El prelado lamentó la falta de iniciativa para apoyar al obispo emérito de Hong Kong: "Monseñor Zen es un símbolo, por eso fue arrestado; no ha hecho nada malo, es una figura autoritaria, valiente y temida por el gobierno. Tiene más de 80 años y lo hemos dejado solo. Ni siquiera se hizo una propuesta de oración colectiva [durante el consistorio]".
En la opinión del prelado alemán, esta actitud no puede justificarse por los posibles frutos del acuerdo provisional entre la Santa Sede y China que el Papa espera renovar en las próximas semanas.
"La situación de la Iglesia en China es compleja, la información que llega aquí es parcial y, lamentablemente, lejos de justificar cualquier triunfalismo: la Iglesia clandestina es perseguida en muchas regiones, y es confrontada por obispos de la Iglesia oficial más obedientes al poder ateo de Beijing que al Papa', expresó el cardenal.
El exjefe del antiguo Santo Oficio cree que es la misma actitud que se encuentra en el contexto del conflicto entre Ucrania y Rusia, un contexto en el que el Papa Francisco parece proteger al líder del Kremlin.
"Está claro que el nombre del representante de la Federación Rusa no se pronuncia en público, por temor a las consecuencias que podría tener para la minoría católica allí. Un sacerdote alemán, residente en Siberia, lo explicaba estos días: Vladimir Putin puede expulsar a todos los católicos de la noche a la mañana, o provocarles muchos problemas. La situación no es fácil".
Por supuesto, se podría objetar a monseñor Müller que si la crítica es fácil, el arte lo es mucho menos, y que es más fácil hablar sobre la geopolítica del Vaticano en las columnas de un importante diario romano, cuando se es un jubilado de la Curia...
Sin embargo, no deja de ser interesante el comentario lanzado por el cardenal al huésped de Santa Marta y su nueva constitución apostólica Praedicate Evangelium. Lamentando el "poco tiempo libre" entre las sesiones de trabajo del consistorio del pasado 27 de agosto, el alto prelado añadió:
"Quizás los cardenales estaban demasiado ocupados alabando una constitución apostólica ya en vigor y ahora inamovible por ley, un texto que nunca fue sometido a la consideración del colegio cardenalicio. Lo digo irónicamente, con un toque de amargura. Es como si nos trataran como estudiantes de primer semestre, como si tuviéramos que ser adoctrinados, pero mi intención no es crear polémica".
Lo mínimo que podemos decir es que el Rin está lejos de desembocar en el Río de la Plata...