En memoria del pacto firmado entre Pío XI y Mussolini

Febrero 13, 2019
Origen: fsspx.news
Los acuerdos entre la Santa Sede e Italia, firmados el 11 de febrero de 1929 por el cardenal Gasparri, secretario de Estado, y el primer ministro Mussolini, crearon el Estado de la Ciudad del Vaticano. © Mary Evans / Rue des Archives.

El 11 de febrero de 2019 fue el 90 aniversario de los Acuerdos de Letrán firmados entre la Santa Sede y el gobierno de Benito Mussolini. Este tratado puso fin a la "cuestión romana", un conflicto que inició en 1861 con la toma de Roma por los revolucionarios italianos, y que permanecía sin ser resuelto.

Fue en el Palacio de Letrán donde Benito Mussolini, Primer Ministro del gobierno italiano, y el cardenal Pietro Gasparri, Secretario de Estado, firmaron tres documentos.

El primero era un tratado político destinado a poner fin a la Cuestión romana: en él se definían las relaciones mutuas entre el Estado italiano y la Santa Sede en términos de derecho internacional. La Iglesia renunció a su soberanía sobre los antiguos Estados papales y reconoció, por primera vez, a Italia como un reino con Roma por capital.

La Ciudad del Vaticano se convirtió en el Estado más pequeño del mundo, neutral e independiente, con una superficie de 44 hectáreas - en comparación con los 18,000 km2 que tenía en 1859.

El segundo documento era un acuerdo financiero que otorgaba compensación a la Iglesia por los despojos revolucionarios. El tercero era un convenio que definía las relaciones entre la Iglesia y el Estado, y con esto, el catolicismo se convirtió en la religión oficial del Estado italiano.

Algunos historiadores consideran el "Pacto de Letrán" como una alianza entre la Iglesia y el fascismo. Pero esto no es verdad. En realidad se trató de la implementación de la política de Cristo Rey tal y como el Papa Pío XI la proclamó en su encíclica Quas Primas, el 11 de diciembre de 1925. Así fue como, con la ayuda de sus Secretarios de Estado, Pietro Gasparri (1922-1930) y, posteriormente, Eugenio Pacelli (1930-1939), el Papa regularizó la situación y los derechos de la Iglesia mediante la firma de convenios o acuerdos con veinte países distintos.

El gobierno francés, presidido por Aristide Briand, fue el primero en felicitar al Papa por sus éxitos diplomáticos. Alcide de Gasperi, gran oponente del régimen de Mussolini y acérrimo cristiano demócrata, vio los Acuerdos de Letrán: "antes que nada, como una liberación para la Iglesia, y una oportunidad para la nación italiana". El Tratado sería confirmado posteriormente por el gobierno republicano al término de la guerra.

Permaneció en vigor hasta el Acuerdo de Villa Madama, el 18 de febrero de 1984, fecha en que la Santa Sede, en nombre del Concilio Vaticano II y de las nuevas relaciones de la Iglesia con el mundo, acordó con el gobierno italiano abolir el estatus especial de la religión católica. Por primera vez, desde la época del Imperio romano, Italia dejó de estar bajo la autoridad espiritual directa de la Sede apostólica. El secularismo de la sociedad había provocado la apostasía de una nación entera.