
Las recientes señales enviadas por Narendra Modi sugieren que el país de los maharajás podría pronto cambiar su nombre de India a Bharat -término tomado del sánscrito-, una medida que, de confirmarse, formaría parte de la gran labor por eliminar su pasado colonial y cristiano iniciada hace varios años por el partido gobernante.
La Federación India, actualmente el país más poblado del mundo y con mayor crecimiento, capaz de llevar sin dificultad uno de sus dispositivos a la Luna, fue designada para ser anfitriona del G-20 los días 9 y 10 de septiembre.
En la tarjeta de invitación enviada a los líderes extranjeros por el presidente indio para la cumbre de los países más ricos, Droupadi Murmu –así se llama el jefe de Estado– se presenta como el presidente de Bharat, y no de la India. Bharat es en realidad un término derivado del sánscrito cuyo uso se menciona en los primeros textos de la literatura india.
Una mención aparentemente inofensiva, ya que el nombre de Bharat aparece, junto al de India, en la Constitución del país, pero que señala cambios más profundos: el propio Narendra Modi, cuando habla de India, suele utilizar el nombre de Bharat; del mismo modo, los miembros del Bharatiya Janata Party (BJP), el partido hindú gobernante, también han estado haciendo campaña durante mucho tiempo contra el uso del nombre India, debido a que lo consideran como un infame vestigio de la colonización británica.
Pero también del cristianismo, porque, efectivamente, el término "India" tiene sus raíces en la Antigüedad occidental: en el siglo IV a.C., el geógrafo griego Megástenes proporcionó una de las descripciones más antiguas del país de los maharajás, al que llamó Indica.
Término retomado posteriormente durante el "descubrimiento" del país por el portugués Vasco da Gama: poco a poco, comenzó a hablarse de las Indias Orientales para designar tanto la India moderna como todas las tierras de este continente asiático poco conocido por los europeos.
Con el establecimiento de los franciscanos, y luego de los jesuitas en Goa, en la costa occidental del país, las "Indias" pronto constituyeron el corazón de la influencia cristiana en Asia. Una orden de enseñanza, la Compañía de Jesús, estableció seminarios, escuelas, universidades, hospitales, iglesias, cada una más rica e impresionante que la anterior.
Una herencia que el BJP quiere borrar en nombre del Hindutva, una ideología que pretende erradicar del país todos los valores y vestigios de una cultura no hindú: el pasado mes de junio, el primer ministro de la región de Goa declaró que "había llegado el momento de borrar todos los signos de la presencia portuguesa para poder empezar de nuevo". Lo que implicaría, si se le toma la palabra literalmente, destruir las iglesias.
Sin olvidar los actos de violencia de los que son víctimas los cristianos: el United Christian Forum registró 400 entre enero y julio de 2023, frente a los 274 del año anterior durante el mismo período.
Al igual que las leyes anticonversión o medidas discriminatorias que convierten a los cristianos en ciudadanos de segunda. Sin embargo, con sus casi dos milenios de presencia en suelo indio, por no hablar de sus diversas obras y proyectos para el bien común, el cristianismo ha demostrado suficientemente que es tan aceptado aquí como en otros lugares.