
El nombramiento del futuro presidente del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II, en la persona del actual rector del Instituto Católico de París, completa la reforma de un organismo que a partir de ahora debe difundir la visión del matrimonio y de la familia elaborada en la exhortación apostólica Amoris laetitia.
Es bien sabido que en Roma un invierno duro a veces puede provocar cortocircuitos: por ejemplo, no fue por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, sino por la agencia de noticias italiana Ansa, que el nombre del futuro presidente del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II fue dado a conocer públicamente el 8 de marzo de 2021.
La confirmación no tardó en llegar a través de la cuenta de Twitter de la Pontificia Academia para la Vida. Su presidente, Monseñor Vincenzo Paglia, figura destacada del progresismo, es también el gran canciller del Instituto Juan Pablo II: ese mismo día, dirigió un mensaje de bienvenida a Monseñor Philippe Bordeyne - Monseñor no significa aquí episcopado, sino que es un título honorífico.
Sacerdote francés de 61 años, Monseñor Bordeyne se graduó en HEC, por la London Business School y la Universidad de Nueva York antes de ingresar a los estudios teológicos y ser ordenado sacerdote en 1988.
En 2011, fue nombrado rector del Instituto Católico de París (ICP) por el cardenal André Vingt-Trois, cargo que ocupó hasta el 31 de agosto de 2021, antes de incorporarse a la Ciudad Eterna en septiembre.
La elección de Monseñor Bordeyne está en línea con la reforma del Instituto Juan Pablo II deseada por el Papa Francisco, a raíz del Sínodo sobre la Familia de 2015.
En ese entonces, el pontífice argentino consideró que el Pontificio Instituto dedicado a la teología del Papa polaco -al cual, sin embargo, "canonizó"- constituía un obstáculo para la difusión de su nueva concepción del matrimonio, expresada por la exhortación apostólica Amoris laetitia, de la que se supone debe nacer una Iglesia "renovada", capaz de adaptarse al mundo y a su perpetua evolución.
A finales de julio de 2019, se impusieron nuevos estatutos al Instituto, y en el proceso, el hacha cayó sobre las cabezas del cuerpo docente: adiós a la "teología del cuerpo" de Juan Pablo II, más que cuestionable.
Esto abrió el camino a un acercamiento a la moral basado en las ciencias sociales que, como todos sabemos, son ciencias contingentes, totalmente flexibles frente a situaciones consideradas hasta ahora como irregulares, como las parejas "divorciadas y vueltas a casar".
La elección de Monseñor Bordeyne sigue la línea de esta lógica: nombrado uno de los expertos en el Sínodo de 2015 sobre la Familia, el actual rector del ICP aboga, en línea con el actual pontífice romano, por "una perspectiva más amplia de las familias en su diversidad", como explicó en 2017 en el micrófono de Radio Notre-Dame.
"La puerta se puede abrir hacia el acceso a los sacramentos (de los 'divorciados vueltos a casar')", precisó luego el futuro presidente del Instituto Juan Pablo II, quien vislumbró este acceso sin precedentes en la práctica de la Iglesia, "a discreción, durante una peregrinación, o la celebración de un evento familiar".
Por tanto, ha llegado el momento de la normalización del Pontificio Instituto de Teología, pero esto no deja de tener consecuencias: algunos cursos han perdido el 90% de sus alumnos, mientras que otros han sido pura y simplemente abolidos, por falta de inscripciones.
Las ambigüedades de Amoris laetitia no parecen tener éxito entre la generación joven, más en busca de valores y principios sólidos que sus mayores: en este contexto, no es seguro que el talento de Monseñor Bordeyne como directivo sea suficiente para cambiar el rumbo de las cosas.