La Asociación Patriótica Católica China (1)

Agosto 05, 2022
Origen: fsspx.news
Reunión de la Asociación Patriótica Católica China

Este artículo y los siguientes pretenden presentar una realidad muy particular, que juega un papel determinante en la vida de los católicos en China, ya sea reclutándolos bajo la bandera del Partido Comunista Chino o lanzándolos de nuevo a las catacumbas. El artículo fue publicado en el sitio web de las Misiones Extranjeras de París. Esta presentación permitirá al lector desinformado comprender lo que está en juego en el acuerdo entre China y el Vaticano, que debería renovarse en octubre.

Hace cuarenta años, la capital china vio nacer la Asociación Patriótica Católica China, una organización casi desconocida para los creyentes fuera de las fronteras chinas, si no es que totalmente. Por otro lado, aquellos que viven dentro de estas fronteras se ven obligados a depender continuamente de esta asociación en su vida diaria.

Los 241 delegados convocados a Beijing para la asamblea que fundaría la Asociación Patriótica, (…) discutían las propuestas que, aparentemente, provenían del grupo "promotor" de esta idea. Parecía absolutamente necesario, y posteriormente inevitable, crear un nuevo organismo capaz de ejercer, dentro de la Iglesia, una tarea cuya necesidad nunca antes se había sentido.

La institución eclesial siempre había tenido que mantener relaciones con las autoridades civiles y siempre había encontrado entre sus miembros a las personas que se hacían cargo de estas relaciones. Por tanto, no parecía necesario crear un organismo ad hoc para mantener contactos con las autoridades civiles y tratar las cuestiones relativas a este nivel, ni investirlo de autoridad eclesial efectiva.

Por otro lado, la insistencia en la creación de este "organismo de enlace" entre la Iglesia y el Estado había causado gran perplejidad entre muchos católicos que (…) cuestionaban sus objetivos. El lenguaje, desconocido y todavía menos adaptado, para expresar realidades (…) peligrosamente cercanas a los puntos centrales de la fe, planteaba un problema.

El cierre de casi todas las iglesias del país "por la reforma agraria", que nunca más fueron reabiertas, no facilitó el clima de diálogo y levantó sospechas bastante legítimas. Otra causa de preocupación fue la desaparición, en los últimos años, de un gran número de obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos de los que no se volvió a saber nada.

La idea misma de la "Asociación" era una antigua historia que venía arrastrándose desde hacía siete años. Nadie hablaba abiertamente de ello, pero cada uno de los participantes estaba convencido de que al final, para permitir su creación, el nuevo régimen había recurrido a métodos de persuasión muy expeditivos.

Estos métodos incluían el asesinato de un gran número de sacerdotes y laicos considerados "reaccionarios" o "contrarrevolucionarios", la desaparición en las cárceles de muchas personas, el terror para quienes veían esto como la posibilidad de su propio destino. A pesar de todo, muchos querían defender lo que parecía el último jirón de libertad en la Iglesia.

Esta defensa solo tenía un valor simbólico. La fundación de la Asociación solo era una primera etapa, luego la ordenación de obispos sin mandato apostólico se convirtió en una situación de hecho. 

Tras lograr su creación como instrumento privilegiado de control, la Asociación se encaminó, con el resto del país, hacia los años oscuros de la Revolución Cultural, que el propio Partido definiría como la "gran catástrofe nacional". A fines de la década de 1970, la Asociación revivió, presentándose cada vez más como la "patrona" efectiva de la Iglesia Católica en China.

Su presencia provocó un conflicto en la organización de la Iglesia, porque la mayoría de los católicos no aceptó, y todavía no acepta, abrazar la fe y la práctica religiosa imbuida de una ideología y una burocracia que proclamaba y proclama el deseo de erradicar toda religión del tejido de la vida nacional.

De hecho, Beijing no oculta que solo "permite" una cierta libertad religiosa con el fin de acelerar la extinción de la religión misma.

También hay que añadir que, en muchos casos, los miembros de la Asociación han sabido y saben jugar inteligentemente un doble juego, sin tocar la integridad de la fe. Sin embargo, es importante resaltar la perfidia institucional y constitutiva que conlleva en sí misma la Asociación Patriótica, desde su fundación hasta el día de hoy.

¿Para qué recordar hechos tan antiguos?

La respuesta ya está contenida en la pregunta: para no olvidar y comprender. Para no olvidar los enormes sufrimientos impuestos a hombres y mujeres a causa de su fe, las terribles humillaciones a las que han sido sometidas tantas personas y los ataques a su dignidad. Un inmenso mal por el que el régimen aún no se ha disculpado.

Finalmente, para comprender la historia en la que se vieron envueltos muchos de nuestros hermanos y hermanas en la fe, inmersos como estaban en una realidad eclesial muy particular.

Continuará...