En el gimnasio, mientras los médicos trabajan, su labor es respaldada por la atención espiritual brindada a los pacientes que esperan su turno, el cual puede tardar varias horas en llegar.
A pesar de todo el alboroto y bullicio, el Padre Tim Pfeiffer logra captar la atención de niños, adultos y ancianos, para poder brindarles un poco de enseñanza. Desgraciadamente, la ignorancia religiosa es muy profunda, pero las personas muestran una actitud muy abierta. No es difícil ofrecer los sacramentos y disponer sus almas para recibirlos bien: se han administrado incontables confesiones y extremas unciones desde el inicio de la misión.
En grupos pequeños, los católicos y, en ocasiones, algunos protestantes siguen las instrucciones, entonan los cánticos, rezan a la Virgen María y reciben la Medalla Milagrosa y el escapulario.
Esta atmósfera acentúa el ritmo de trabajo de los cuidadores, quienes también se llenan de un espíritu de caridad sobrenatural. Una simple hilera de quioscos de lona, que sirven como quirófanos, separan eficazmente el cuidado del cuerpo del cuidado de las almas.
Al mismo tiempo, la misión espiritual continúa de manera móvil en los distritos circundantes.