Monseñor Viganò en 2020, Monseñor Lefebvre en 1966

Junio 29, 2020
Origen: fsspx.news
Monseñor Carlo Maria Viganò

En respuesta a la carta de una religiosa de clausura, el 29 de mayo de 2020, Monseñor Carlo Maria Viganò, exnuncio apostólico en los Estados Unidos, habla de la crisis actual en la Iglesia como "la metástasis del cáncer conciliar". Esta carta, y la respuesta de Monseñor Viganò, fueron publicadas el 31 de mayo por Marco Tosatti en su blog Stilum Curiæ, y traducidas por Jeanne Smits el 2 de junio.

La afirmación del diplomático romano se encuentra en el siguiente párrafo: "Creo que el punto esencial para liderar efectivamente una batalla espiritual, doctrinal y moral contra los enemigos de Cristo, es la certeza de que la crisis actual es la metástasis del cáncer conciliar: si no comprendemos la relación de causa y efecto entre Vaticano II y sus consecuencias lógicas y necesarias durante los últimos sesenta años, no será posible restaurar el timón de la Iglesia en la dirección del curso establecido por el timonel divino y mantenido por dos mil años. Nos han catequizado durante décadas con su aborrecible "no hay vuelta atrás" en materia de liturgia, fe, moral, penitencia, ascetismo: hoy, también escuchamos repetir servilmente las mismas expresiones en el ámbito civil, mientras se trata de adoctrinar a las masas con la idea de que "nada será como antes". El modernismo y el Covid-19 están vinculados por la misma marca, y para aquellos que tienen la mirada puesta en lo trascendente, no es difícil entender que el peor temor de los que quieren hacernos creer que la carrera hacia el abismo es inevitable e imparable, es que podemos no creerles, ignorarlos, desenmascarar su conspiración. Esta es nuestra tarea hoy: abrir los ojos de muchas personas, incluso de los clérigos y religiosos que aún no han establecido el panorama general, y se limitan a mirar la realidad de manera parcial y desordenada. Una vez que les hayamos hecho entender el mecanismo, también entenderán todo lo demás.

"Sí, podemos dar marcha atrás; podemos asegurarnos de que los bienes de los que hemos sido despojados de manera fraudulenta nos sean devueltos, pero esto solo se logrará en la consistencia de la doctrina, sin transigencias, sin ceder nada, sin oportunismos. El Señor se dignará otorgarnos una parte de su victoria, incluso si somos débiles y sin medios materiales, pero solo si nos abandonamos por completo a Él y a su Santísima Madre".

Monseñor Marcel Lefebvre

Hace 54 años, Monseñor Lefebvre ya lo había dicho...

El 18 de agosto de 1976, al final de su prefacio para el libro "Yo Acuso al Concilio", Monseñor Marcel Lefebvre, fundador de la Fraternidad San Pío X, escribió: "La conclusión se impone, especialmente tras la enorme catástrofe sufrida por la Iglesia desde este Concilio; este evento ruinoso para la Iglesia católica y toda la civilización cristiana no fue dirigido ni conducido por el Espíritu Santo".

"Constituye para la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo y la salvación de las almas, un enorme servicio denunciar públicamente que las acciones de los hombres de Iglesia que han querido hacer de este Concilio la ‘paz de Yalta’ de la Iglesia con sus peores enemigos, hacían en realidad una nueva traición a nuestro Señor Jesucristo y su Iglesia".

En una nota introductoria [de su libro], Monseñor Lefebvre señala: "Es necesario, por tanto, desmitificar este Concilio que ellos (los Padres Conciliares) han querido que fuera 'pastoral', debido a su horror instintivo al dogma, y para facilitar la introducción oficial en un texto de la Iglesia de las ideas liberales. Pero, acabada la operación, han dogmatizado el Concilio, comparándolo al de Nicea, ¡y lo afirman similar a otros y hasta superior!"

Esto sucedió hace 44 años...

El 20 de diciembre de 1966, en una carta dirigida al cardenal Alfredo Ottaviani, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el prelado francés escribió: "Desgraciadamente, podemos y debemos afirmar que, de manera casi general, cuando el Concilio ha innovado, ha socavado la certeza de las verdades enseñadas por el Magisterio auténtico de la Iglesia como definitivamente pertenecientes al tesoro de la Tradición.

"Ya se trate de la transmisión de la jurisdicción de los obispos, de las dos fuentes de la Revelación, de la inspiración de la Escritura, de la necesidad de la gracia para la justificación, de la necesidad del bautismo católico, de la vida de la gracia en los herejes, cismáticos y paganos, de los fines del matrimonio, de la libertad religiosa, de los fines últimos, etc... Sobre estos puntos fundamentales la doctrina tradicional era clara y se enseñaba unánimemente en las universidades católicas. Sin embargo, mu­chos textos del Concilio sobre estas verdades permiten que de ahora en más se dude de ellas. Las consecuencias fueron rápidamente sacadas y aplicadas a la vida de la Iglesia".

A continuación, Monseñor Lefebvre procede a enumerar las consecuencias prácticas y pastorales de estas dudas:

- Las dudas sobre la necesidad de la Iglesia y de los sacramentos conllevan la desaparición de las vocaciones sacerdotales.
- Las dudas sobre la necesidad y la naturaleza de la "conversión" de todas las almas traen consigo la desaparición de las vocaciones religiosas, la ruina de la espiritualidad tradicional en los noviciados y la inutilidad de las misiones.
- Las dudas sobre la legitimidad de la autoridad y la exigencia de la obediencia provocadas por la exaltación de la dignidad humana, de la autonomía de la conciencia y de la libertad, afectan a todas las sociedades, comenzando por la Iglesia, las sociedades religiosas, las diócesis, la sociedad civil y la familia.
- Las dudas sobre la necesidad de la gracia para poder salvarse provocan la desestima del bautismo, en adelante diferido para más tarde, y el abandono del sacramento de la penitencia. 
- Las dudas sobre la necesidad de la Iglesia, fuente única de salvación, sobre la Iglesia católica, única religión verdadera, provenientes de las declaraciones sobre el ecumenismo y la libertad religiosa, destruyen la autoridad del Magisterio de la Iglesia. En efecto, Roma no es ya la Magistra Veritatis única y necesaria.

"Es necesario, pues, compelidos por los hechos, concluir que el Concilio ha favorecido de una manera inconcebible a la difusión de errores liberales. La fe, la moral y la disciplina eclesiástica han sido sacudidas en sus cimientos, según las predicciones de todos los Papas" [anteriores a Vaticano II].

Esto sucedió hace 54 años, y ya desde entonces Monseñor Lefebvre había establecido la "relación de causa y efecto entre Vaticano II y sus consecuencias lógicas y necesarias" que Monseñor Viganò considera hoy como metástasis cancerosas.