
Retrasos para establecer las medidas de seguridad necesarias, pesimismo de los hombres que trabajan en el sitio de construcción, incertidumbre sobre la fortaleza de algunas de las estructuras debilitadas, la llegada del invierno, y la decisión de reabrir el edificio para el culto: seis meses después del incendio que devastó la catedral de Notre-Dame de París, las interrogantes no dejan de surgir.
El retraso de la construcción para la instalación de medidas de seguridad fue una de las principales preocupaciones de Monseñor Benoist de Sinety expresadas en la conferencia de prensa ofrecida el 15 de octubre de 2019 en la casa diocesana. El vicario general y representante del arzobispo de París ante la futura institución pública para la restauración de Notre-Dame no pudo ocultar su impaciencia: "el tiempo perdido acumulado en la fase actual para asegurar las instalaciones ha ocasionado que se tengan que posponer muchas fechas límite", declaró.
El Ministro de Cultura, Franck Riester, intentó responder a esta impaciencia anunciando ese mismo día que el desmantelamiento del andamio debería comenzar en noviembre y finalizar en marzo o abril de 2020, un retraso de tres meses según las proyecciones de trabajo.
Esta demora es motivo de nuevas preocupaciones: hasta que se complete esta fase de seguridad, la bóveda aún corre el riesgo de colapsar, y la llegada del invierno genera el temor de que los componentes de la construcción se desprendan. El 14 de octubre, una de las calles adyacentes tuvo que ser cerrada temporalmente debido a las fuertes ráfagas de viento.
Otra consecuencia es la explosión de los costos. Estimado en 30 millones de euros en abril, el costo proyectado de esta primera fase ahora asciende a 85 millones.
La reapertura de la catedral al culto
El lanzamiento del concurso de arquitectura para la aguja y la explanada también podría retrasar la reconstrucción. Sin embargo, el arquitecto en jefe Philippe Villeneuve declaró a RTL, que el período de cinco años sigue siendo viable, "si la reconstruimos igual", lo suficiente como para desalentar cualquier iniciativa de sacrificar el trabajo de Viollet-le-Duc, que se integra perfectamente con el edificio gótico, sobre el altar iconoclasta del arte contemporáneo.
Con respecto a la reapertura del edificio para el culto, el vicario general se mostró optimista y declaró: "cabe imaginar que para el año 2024, podremos reabrir las puertas de la catedral incluso si no se ha colocado la última piedra de la reconstrucción".
Philippe Villeneuve también está a favor de esta idea. En su opinión, es necesario "reabrir la catedral rápidamente", incluso si todavía hay trabajo por hacer. "Nada nos impedirá continuar con el trabajo en la estructura, el techo o en cualquier otro lugar", declaró el arquitecto en jefe.
Gilles Drouin, comisionado por la diócesis para revisar el diseño de la futura catedral, procedió con más prudencia: "por el momento, no conocemos el estado de la bóveda, pero es una buena idea reabrir los primeros tres o cuatro pasillos de la nave principal a los fieles y turistas una vez que termine la fase de seguridad".
Una conclusión que se puede sacar de todo esto, es que no falta el dinero para financiar el proyecto. Seis meses después del incendio, se recibieron 922 millones de euros en donaciones y promesas para reconstruir la catedral, según cifras proporcionadas por el Ministerio de Cultura. "Es demasiado pronto para decir si el dinero recaudado mediante las donaciones será suficiente, pero el estado asumirá sus responsabilidades", aseguró Franck Riester.