
Turquía devolverá al Estado judío la inscripción de 2,700 años de antigüedad que conmemora la construcción, atestiguada por la Biblia, de un túnel subterráneo realizado durante el reinado del rey Ezequías.
Pocas veces una inscripción en piedra ha hecho correr tanta tinta desde su descubrimiento en junio de 1880: fue en esta fecha cuando un joven se aventuró en los primeros metros del canal subterráneo que lleva agua a la piscina de Siloé, y descubrió una inscripción de seis líneas en caracteres hebreos antiguos, que narra la historia del final de la excavación de la obra emprendida por el rey Ezequías y mencionada en el Libro de los Reyes.
Un individuo en busca de un buen negocio decidió extraer la inscripción de la pared rocosa, rompiéndola en varios fragmentos, con la esperanza de venderla a un museo europeo.
El gobierno turco –Tierra Santa estaba entonces bajo el control del Imperio Otomano– intervino y se apoderó de los fragmentos que fueron recogidos y luego expuestos hasta el día de hoy en el Museo de Antigüedades de Estambul...
Pero no por mucho tiempo más, porque el 11 de marzo de 2022, aprovechando la visita del jefe del Estado judío a su país, el neoguardián de la Sublime Puerta decidió devolver la antigua inscripción a su dueño: un gesto de buena voluntad para relanzar las relaciones diplomáticas que se han deteriorado en los últimos años.
Pues la inscripción de Siloé es todo un símbolo de resistencia e independencia para Israel: tras la caída de Laquis, ciudad de Judá situada en el camino a Egipto, que cayó en manos del invasor asirio hacia el año 701 antes de nuestra era, el rey Ezequías se anticipa al sitio de Jerusalén mediante una serie de obras titánicas.
Entre ellas, un túnel de 533 metros de largo, excavado en la roca, para permitir que las aguas del manantial de Gihón, ubicado en aquel entonces fuera de las murallas, tuvieran acceso a la Ciudad Santa.
Al final de la perforación, se grabó una inscripción conmemorativa en una de las paredes: "Este es el túnel, y tal fue la historia de su perforación: mientras los mineros empuñaban el pico hacia sus contrapartes, y cuando solo faltaban tres codos por cavar, entonces se oyó la voz de un hombre llamando a su contraparte, porque había una grieta en la roca, a la derecha y a la izquierda. Y en el día de la perforación [de la última barrera], los mineros golpearon, pico contra pico, y el agua fluyó desde la fuente hasta el estanque por 1,200 codos, y 100 codos era la altura de la roca, sobre la cabeza de los mineros".
Todas las obras emprendidas por el rey de Judá permitieron que la capital resistiera el asedio de las tropas enemigas. Pero Ezequías aún tendría que pagar un precio muy alto a Senaquerib para alejar la amenaza asiria (2 Reyes 18, 13-16).
El capítulo 20 del Segundo Libro de los Reyes confirma la construcción del túnel: "Lo demás de la historia de Ezequías, todas sus hazañas, y cómo construyó la piscina y el canal para traer agua a la ciudad, ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Judá?" (2 Reyes 20, 20)
La Piscina de Siloé, construida por Ezequías para retener el agua así recogida, es aquella donde Cristo envía al ciego para que recupere la vista (Jn 9,7).
A cambio de la devolución de la inscripción de Siloé, Israel ofreció a Turquía la devolución de artefactos de la época otomana.