50° aniversario de la Misa Nueva: el Padre Emmanuel, párroco de Mesnil-Saint-Loup (6)

Fuente: FSSPX Actualidad

Vue du monastère et de l'église paroissiale du Mesnil Saint-Loup au temps du Père Emmanuel

Hace medio siglo, el Papa Pablo VI impuso a toda la Iglesia una reforma litúrgica en nombre del Concilio que acababa de terminar. Así nació la misa del Concilio Vaticano II. Esta última fue rechazada de inmediato por dos cardenales y, desde entonces, la oposición en su contra no ha disminuido. Este triste aniversario constituye una oportunidad para relatar su historia.

Los dos artículos anteriores nos permitieron descubrir a Dom Guéranger y su obra de restauración de la liturgia romana, preludio y comienzo del movimiento litúrgico, así como su análisis premonitorio del Novus ordo missae debido a sus consideraciones sobre la herejía antitúrgica.

El presente artículo analizará uno de los logros religiosos y pastorales más bellos de la segunda mitad del siglo XIX en Francia, realizado por el Padre Emmanuel, quien reformó su parroquia a través de la liturgia. Se puede decir que la labor litúrgica del siglo XIX se resume en tres benedictinos: Dom Guéranger, doctor de la liturgia; el Padre Muard, apóstol; el Padre Emmanuel, pastor.

Origen y vocación

Nacido el 17 de octubre de 1826 en Bagneux-les-Fossés, Francia, bajo el nombre de Louis André, el futuro Padre Emmanuel ingresó al seminario menor a los trece años. Gracias a su excepcional inteligencia, cultivó la excelencia. En 1843, se unió al seminario mayor de Troyes, poco antes de que Monseñor Jean-Marie Debelay fuera elevado a la sede episcopal. Este obispo introdujo la liturgia romana en 1847 y prescribió su observancia en su seminario mayor. Al poco tiempo, fue trasladado a la sede de Aviñón.

Aunque su sucesor se inclinaba hacia las máximas de la Iglesia galicana, el movimiento para regresar a la liturgia romana ya había sido establecido, y fue en medio de este espíritu que se desarrolló la formación sacerdotal del Padre André, llegando incluso a ser acusado, cuando aún era seminarista, de elaborar el primer Ordo romano que regulaba el oficio litúrgico de la diócesis.

Ordenado sacerdote el 22 de diciembre de 1849, fue nombrado párroco de Mesnil-Saint-Loup, una parroquia modesta conformada por alrededor de 350 almas, y que había sufrido y seguía sufriendo las heridas causadas por la apostasía revolucionaria. Fue en este campo de apostolado que la actividad del Padre Emmanuel obró maravillas durante 53 años de presencia.

Nuestra Señora de la Santa Esperanza

El Padre André quería viajar a Roma, corazón del cristianismo. Su obispo le permitió cumplir su deseo en 1852. Tan pronto partió, tuvo una inspiración divina durante la recitación del rosario: pedir al Santo Padre, para la parroquia de Mesnil, una fiesta en honor a Nuestra Señora de la Santa Esperanza. Admitido en audiencia papal el 5 de julio, presentó humildemente su solicitud al Papa Pío IX.

Lo que aconteció fue bastante inusual, si se toma en cuenta la sabia lentitud de la Iglesia en estos asuntos. Pío IX levantó la vista, pareció reflexionar un poco, y luego, dándose vuelta, lleno de alegría y con un marcado acento de satisfacción, accedió, y la fiesta quedó establecida para su celebración en el cuarto domingo de octubre. Poco después, el celoso pastor aprobó la invocación que ya se había vuelto popular: "Nuestra Señora de la Santa Esperanza, conviértenos".

La Reina del Cielo respondió sin tardanza a esta oración parroquial. Las conversiones sucedieron rápidamente, y en 1859 casi todos los acérrimos enemigos de la Iglesia que había en la parroquia se habían convertido.

Fundaciones religiosas

La vida religiosa, especialmente en las grandes órdenes contemplativas, está vinculada de manera esencial a la liturgia. El Padre André siempre había sentido una fuerte atracción por la vida religiosa. Fue recibido originalmente como terciario del Carmelo en 1858, pero luego se decidió por la vida benedictina.

Inicialmente se sintió atraído por la estricta observancia, representada por el Padre Jean-Baptiste Muard (1809-1854) y su fundación de la Pierre-qui-Vire, en Borgoña. Tomó el hábito benedictino en 1864. Después de la guerra de 1870, fundó, junto con un compañero, una pequeña comunidad en su propia parroquia, donde construyó un monasterio que pronto tuvo cinco monjes. Pero su salud no pudo soportar el régimen de estricta observancia, por lo que tuvo que buscar otras opciones.

Fue así que eligió Solesmes, porque representaba una observancia mixta, esencialmente centrada en la liturgia divina. Le pidió a Dom Guéranger que afiliara su monasterio a la congregación de los benedictinos de Francia. El abad de Solesmes aceptó y Roma dio su autorización en 1874. A partir de ese momento, fue llamado Padre Emmanuel, e hizo un mes de noviciado. Pero dos días antes de la fecha elegida para su profesión, Dom Guéranger de repente se negó a recibirlo, debido a una incompatibilidad teológica con el párroco de Mesnil.

En 1878, el Padre Emmanuel realizó otra acción importante para desarrollar la vida religiosa de su parroquia: fundó un segundo monasterio en Mesnil-Saint-Loup, un monasterio de hermanas benedictinas. El celo de este párroco y religioso logró la fundación, en una comunidad de menos de 400 habitantes, de dos monasterios, cuyos primeros ocupantes provenían de la parroquia misma.

El monasterio masculino tendría que someterse a la impía disolución de los decretos de 1880 contra los monjes. Sin embargo, su ejecución no fue solicitada en Mesnil y los monjes no fueron molestados.  El Padre Emmanuel pudo garantizar la estabilidad de su monasterio afiliándolo a la congregación benedictina de Notre-Dame du Mont-Olivet, los olivetanos, que entró en vigor en agosto de 1886.

Este monasterio, después de haber sido disuelto por las leyes antirreligiosas de principios del siglo XX, pudo ser reconstituido en 1926 y continúa su existencia hasta el día de hoy. Sin embargo, el monasterio benedictino, que sufrió las mismas vicisitudes, no pudo reabrir sus puertas.

Le P. Emmanuel sur son lit de mort (1903)

La obra litúrgica 

Desde el comienzo de su ministerio, el Padre André intentó anclar la liturgia en los corazones de sus feligreses proporcionándole un ambiente digno de ella. A este fin, reconstruyó la iglesia parroquial, en mal estado y demasiado pequeña para acoger a las multitudes de peregrinos que acudían a visitar a Nuestra Señora de la Santa Esperanza. La primera Misa se celebró allí el 10 de junio de 1866.

Pero la obra del Padre Emmanuel también se vio reforzada por la enseñanza de su pluma. En 1877, publicó el primer número del Boletín de Nuestra Señora de la Santa Esperanza. Además de incluir aspectos de la vida de la cofradía del mismo nombre, el boletín contenía algunos elementos del catecismo que permitían a los padres de familia repetir a sus hijos lo que el párroco les había enseñado en la iglesia.

Desde el primer número del boletín, el Padre André escribió: "Adentrándonos un poco más en el estudio de las cosas de la Iglesia, dedicaremos algunos pasajes a los oficios y las ceremonias sagradas; trabajaremos, si fuera necesario, para reconciliar a nuestros lectores con el latín de la oración litúrgica; les diremos por qué se debe cantar en latín, e incluso los ayudaremos a entender algunas cosas de esta lengua".

Así fue como, a partir de 1879, elaboró un curso de latín eclesiástico. Este último no contenía explicaciones sobre gramática complicada, sino solo unas pocas nociones, así como la ejercitación de la lengua, con una aplicación sistemática. El éxito fue suficiente para permitir que un buen número de feligreses comprendieran los textos habituales de la liturgia, en una época en que los misiles de la lengua vernácula existían de manera muy limitada, con mayor frecuencia en libros de oraciones, que no se distribuían ampliamente.

Este curso elemental de latín alentó a los fieles a participar más en los servicios litúrgicos. Principalmente en las vísperas dominicales, por supuesto, que solían ser una parte integral de la vida cristiana, pero también en ciertos servicios durante la semana. En particular, muchos feligreses se reunían por las noches para cantar las Completas con los monjes.

El monasterio se convirtió también en una fuente de esplendor litúrgico para la parroquia. Gracias a su presencia, las ceremonias pudieron llevarse a cabo con mayor amplitud y solemnidad. Sin embargo, los decretos de persecución limitaron estas posibilidades: en 1880, el obispo de Troyes pidió a los monjes, para protegerlos, que fueran más discretos.

De este modo, el corazón religioso del celoso pastor formó su parroquia a través de la vida religiosa, la oración y la vida litúrgica. Bajo su liderazgo, el verdadero cristianismo floreció en Mesnil-Saint-Loup.

La obra docente

Si olvidáramos mencionar la dimensión doctrinal de la obra del Padre Emmanuel, estaríamos omitiendo una parte sumamente importante, tanto en su extensa enseñanza oral entre sus feligreses como en sus escritos, especialmente aquellos dirigidos contra los males del siglo: el naturalismo y la ignorancia religiosa.

En materia sacramental, dejó plasmada en su boletín una enseñanza completa sobre la Santa Misa, considerada desde el punto de vista teológico, espiritual, litúrgico y pastoral.

Por todo lo anterior, cabe afirmar que, lo que Dom Guéranger logró en favor de la restauración y la enseñanza de la liturgia con la fundación de Solesmes y sus escritos, el Padre Emmanuel lo implementó de forma magistral en un pueblito muy pequeño, Mesnil-Saint-Loup, plasmándolo en su obra religiosa y pastoral.