50° aniversario de la Misa Nueva: la creación del Consilium (27)

La Constitución sobre la liturgia del Concilio Vaticano II, Sacrosanctum concilium, aprobada el 4 de diciembre de 1963, todavía debía ser implementada. Después de algunas deliberaciones, el Papa Pablo VI confió esta tarea a una comisión creada ad hoc: el Consilium.
Durante la audiencia del 10 de octubre de 1963, el Papa Pablo VI expresó ante los moderadores del Concilio, los cardenales Leon-Joseph Suenens, Giacomo Lercaro, Julius Döpfner y Gregory Agagianian, su deseo de ver las primeras directrices para la aplicación de la Constitución sobre la liturgia publicadas tras la promulgación de la Constitución. Pidió al cardenal Lercaro que le preparara un proyecto.
Este último trabajó con Monseñor Annibale Bugnini, quien fue de este modo rehabilitado. El 21 de noviembre presentaron al Papa un borrador de un motu proprio y una instrucción que habían preparado con la ayuda de varios expertos. Sin embargo, no se logró el objetivo.
Una implementación confusa
Como de costumbre, Pablo VI no estaba seguro de cómo proceder. En diciembre de 1963, confió al Padre Ferdinando Antonelli, secretario de la Comisión Conciliar para la Liturgia, la tarea de preparar un plan general para la revisión de los libros litúrgicos. El Padre Antonelli trabajó con el Cardenal Arcadio Larraona, prefecto de la Congregación de Ritos. Paralelamente, el 3 de enero de 1964, el Cardenal Amleto Cicognani pidió al Padre Bugnini, en nombre de Pablo VI, que organizara una comisión para la implementación de la Constitución conciliar sobre la liturgia. El Padre Bugnini trabajó con el Cardenal Lercaro.
El 13 de enero de 1964, la Secretaría de Estado anunció la creación del Consilium ad exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia, el Consejo para la Aplicación de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia. Este Consejo solo estaba conformado por tres cardenales, entre ellos Lercaro y Larraona, y un secretario, el Padre Bugnini. Empezó a surgir una rivalidad entre el Consejo y la Congregación de Ritos. Esta última se consideraba a sí misma como la única competente para llevar a cabo la reforma. Pero ni el cardenal Lercaro ni el Padre Bugnini quisieron someterse a la Congregación de Ritos.
Pablo VI falló a favor del Consilium. Sus miembros mostraban una mayor determinación, y el Papa temía el conservadurismo del cardenal Larraona. El 29 de febrero de 1964, el Consilium recibió un estatus legal, quedando así exento de la autoridad de la Congregación de Ritos, que de este modo se vio despojada de sus funciones. Yves Chiron comenta al respecto: "Como señaló Piero Marini, quien fue uno de los colaboradores de Bugnini en el Consilium: 'Al final, el Consilium, a diferencia de los dicasterios de la Curia romana, no estaba sujeto a los patrones de procedimiento ni a ninguna regulación específica" (Yves Chiron, Annibale Bugnini, DDB, 2016, pág.116). En última instancia, era responsabilidad exclusiva del Papa.
Este hecho preocupaba al cardenal Larraona. El Padre Antonelli refiere sus comentarios hechos el 16 de marzo de 1964: "Nos entristece profundamente el hecho de que el Consilium se haya apropiado de una serie de funciones que lógicamente pertenecen a la Congregación de Ritos: el Consilium es un organismo de estudio, la congregación un organismo de gobierno". Pero estaba equivocado. El Consilium recibiría el mismo trato que la congregación.
La composición del Consilium
El Padre Bugnini estaba en su elemento. Había esperado un cargo como ese y había trabajado para conseguirlo. En una nota escrita en octubre de 1963, ya había descrito la estructura que debería tener la comisión postconciliar encargada de implementar la reforma. Debería ser "autónoma, dinámica e internacional".
Autónoma como las comisiones preparatorias. Dinámica para poder trabajar rápidamente, sin ningún funcionario de la Curia entre sus miembros. Internacional, para reunir a los expertos que el Padre Bugnini ya conocía por haber trabajado anteriormente con ellos, o aquellos que se habían distinguido en el Concilio.
El 5 de marzo de 1964, L'Osservatore Romano publicó la lista aprobada por Pablo VI: "La mayoría de sus miembros eran obispos residentes ("obispos de campo" y no prelados del Vaticano) y el nuevo organismo poseía un carácter altamente internacional: 42 miembros representantes de 26 países de todos los continentes" (Ibidem, p. 117). Rara vez una composición así podría reunir a todos los miembros en Roma. A estos se sumaron los consultores, que superaron en número a los miembros durante las sesiones plenarias".
El número de miembros aumentó hasta 51. Pero los consultores alcanzaron una cifra pletórica, mucho mayor a la de cualquier otro dicasterio de la Curia. Bugnini elaboró una lista de 149 consultores designados oficialmente, entre los que se encontraban los tenores del Movimiento Litúrgico. Se añadieron también otros 74 consultores.
De este Consilium, bajo el impulso continuo de su secretario, surgiría la reforma litúrgica: nueva misa, concelebración, comunión bajo las dos especies, nuevos rituales para todos los sacramentos, reforma del breviario, supresión de órdenes menores, comunión en la mano... Un auténtico tornado que no respetó nada a su paso. El Consilium fue el brazo armado de la revolución litúrgica deseada por Pablo VI y dirigida por Bugnini.
Fuentes: Alberigo/Chiron - FSSPX.Actualités - 06/06/2020