Alemania honra la memoria de un sacerdote que luchó contra la eugenesia

Fuente: FSSPX Actualidad

Le Père Richard Henkes

La diócesis de Limburgo en Hesse (Alemania) celebró el 15 de septiembre de 2019 la memoria del Padre Richard Henkes, deportado y muerto en Dachau en 1945, por haberse opuesto públicamente contra la eugenesia defendida por el régimen nacionalsocialista.

Mientras el debate sobre bioética dio inicio en la Asamblea Nacional el 24 de septiembre de 2019, y el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal de Francia, Monseñor Eric de Moulin-Beaufort, alienta a los católicos a protestar contra un proyecto de ley impugnado, la Iglesia de Alemania honró la memoria de Richard Henkes, un sacerdote que murió en Dachau en 1945.

Ordenado sacerdote en 1925 en la Sociedad del Apostolado Católico, cuyos miembros también son llamados "palotinos", nombrados así en honor a su fundador, San Vicente Pallotti (1795-1850), Richard Henkes fue uno de los pocos eclesiásticos del otro lado del Rin que comprendió claramente la ideología neopagana del Tercer Reich.

A partir de 1941, el religioso empezó a denunciar la práctica del aborto. Establecido bajo el régimen de Weimar en 1927 en caso de peligro para la vida de la madre, el régimen de Hitler volvió obligatorio el aborto en 1935 "por razones eugenésicas". El Padre Richard Henkes también combatió la eutanasia de enfermos y discapacitados con miras a la "purificación racial".

Detenido en 1943, fue deportado al campo de Dachau en Baviera. Asignado a trabajos forzados en condiciones particularmente difíciles, se mantuvo firme en su fe, alentando a sus compañeros a rezar incansablemente.

Habiendo aprendido el idioma checo del futuro cardenal Beran, que había sido deportado como él, el Padre Henkes se ofreció como voluntario para encargarse del bloque 17, ocupado principalmente por prisioneros checos. Allí se dedicó a cuidar de los enfermos de fiebre tifoidea a quienes administraba los últimos sacramentos.

Después de contraer esta misma enfermedad, Richard Henkes murió el 11 de febrero de 1945, luego de una agonía que duró cinco días. Su cuerpo fue incinerado en el crematorio del campo.

La figura del Padre Henkes refleja un eminente celo sacerdotal y una gran caridad hacia los más débiles. Su defensa de la vida desde la concepción hasta su muerte natural es la de la ley natural que Dios ha impreso en cada criatura y que es confirmada solemnemente por el Decálogo, del cual la Iglesia es la guardiana.