Ansiedad natural y confianza sobrenatural

Fuente: FSSPX Actualidad

Espérance, Foi et Charité

La incertidumbre en la que nos ha sumergido la epidemia de coronavirus provoca en nosotros una sensación de ansiedad denunciada por el vaticanista Aldo Maria Valli en su blog, el 26 de marzo de 2020: "Yo no me considero una persona ansiosa, pero estos últimos días, marcados por el coronavirus, siento un cierto estado de asfixia debido a la exposición excesiva a las noticias de la pandemia. Tengo sentimientos encontrados. Por un lado, debido también a la distorsión profesional, me gustaría leer todo, seguir todas las noticias; pero, al mismo tiempo, me doy cuenta de que mientras más información acumulo, más confundido me siento. La ciencia no tiene respuestas precisas, la política mucho menos. Y la ansiedad está a la vuelta de la esquina".

"¿Esto significa que es mejor no informarse? Por supuesto que no. Personalmente, sin embargo, solo permito una cantidad moderada de información. Debo admitir que cada vez miro menos los mensajes que recibo a través de las redes sociales. Demasiados datos, demasiadas hipótesis, demasiadas dudas. No estoy diciendo que hay que esconder la cabeza como los avestruces, pero definitivamente estoy seleccionando mucho. Creo que el arte de seleccionar, de discernir (de cernere: tamizar, separar, filtrar) es esencial cuando nos vemos expuestos a un flujo desbordante de información, noticias y comentarios.

"En medio de esta incertidumbre, la fe es el ancla de la salvación, es el refugio, es la palabra que no traiciona. Y es un gran bien contra la ansiedad. 'Tu palabra es para mis pies una lámpara, la luz de mis pasos' (Sal. 118 [119], 105). Es liberador poder confiar".

Por su parte, Marcello Veneziani, en La Verità del 6 de marzo, habló incluso de una "paranoia" masiva y una "toma de rehenes" por parte de los medios: "Desde hace algunas semanas, las noticias han sido monográficas, monomaníacas, hablando únicamente de contagios, cuarentenas y variaciones sobre el mismo tema. Pasamos de un hospital a otro, de los muertos a los que se han curado, de un sobreviviente a un caso positivo, sin desviarnos nunca del camino". También denunció "una verdadera contaminación universal, mucho más contagiosa que el virus: el síndrome masivo paranoide y neurótico de un posible contagio. Mañana, tarde y noche, vida, muerte y milagros del virus. [...] No pongo en tela de juicio el tema de la prevención, sino la psicosis verbosa y mórbida que la acompaña", y que ha creado "una obsesión, una idiotización hipocondríaca y masiva".

A esta ansiedad tan humana, el Padre Davide Pagliarani, Superior General de la Fraternidad San Pío X, contrapone la confianza cristiana, en su carta del 17 de marzo dirigida a los fieles:

"No sabemos cuánto durará la situación actual ni, sobre todo, cómo pueden evolucionar las cosas en las próximas semanas. Ante esta incertidumbre, la tentación más natural es buscar desesperadamente garantías y explicaciones en los comentarios e hipótesis de los más sabios 'expertos'. Sin embargo, a menudo, esas hipótesis que en este momento abundan por todas partes se contradicen entre sí y aumentan la confusión en lugar de aportar un poco de serenidad. Es un hecho definitivo que la incertidumbre es parte integrante de esta prueba. Depende de nosotros el provecho que saquemos de esto. [...]

"No debemos permitir que el ruido mediático de estos días y el miedo que podamos tener nos hagan perder esta lección profunda y fácil de entender para los corazones sencillos y puros que escudriñan con fe los tiempos presentes. La Providencia todavía nos enseña hoy a través de los acontecimientos. La humanidad, y cada uno de nosotros también, tiene una oportunidad histórica para volver a la realidad, a lo real, y no a lo virtual hecho de sueños, mitos e ilusiones.

"Traducido en términos del Evangelio, este mensaje corresponde a las palabras de Jesús, quien nos pide que permanezcamos unidos a Él lo más estrechamente posible, porque sin Él nada podemos hacer y somos incapaces de resolver cualquier problema (Jn. 15:5). Estos tiempos de incertidumbre, la espera de una solución y el sentimiento de impotencia y de nuestra fragilidad deben incitarnos a buscar a Nuestro Señor, para implorarle, para pedirle perdón, para rezarle con más fervor y, sobre todo, para abandonarnos a su Providencia. 

"A esto hay que sumar la dificultad, e incluso la imposibilidad, de asistir libremente a la Santa Misa, y esto aumenta la dureza de esta prueba. Pero seguimos teniendo al alcance de nuestra mano un medio privilegiado y un arma más potente que la ansiedad, la incertidumbre o el pánico que puede suscitar la crisis del coronavirus: el Santo Rosario, que nos une a la Santísima Virgen y al Cielo".