Bautismos de adultos en Francia: un récord que plantea interrogantes

Fuente: FSSPX Actualidad

El número de adultos que serán bautizados durante la Vigilia Pascual alcanzó un récord para el año 2025: incluso se ha duplicado en dos años. Más allá de la alegría que todo católico siente al ver a estos nuevos fieles, a menudo llenos de celo, cabe preguntarse si este flujo no revela la dislocación de la matriz católica que caracterizaba a la Francia de antaño.

Un soplo de aire fresco en una actualidad complicada: este es el efecto que tuvo la publicación, por parte de la Conferencia Episcopal de Francia (Cef), el 10 de abril de 2025, del número de catecúmenos que recibirán el primero de los sacramentos de la vida cristiana en unos días. Así, durante la Vigilia Pascual, en la noche del 19 al 20 de abril de 2025, por lo menos 10,384 adultos serán bautizados.

Una cifra que se ha duplicado en solo dos años, pasando de 5,423 en 2023 a 7,135 en 2024, lo que demuestra una dinámica espiritual que tiende a afirmarse a lo largo de los años. Porque a estos bautismos de adultos se suman los de adolescentes, de entre 12 y 18 años, cuya cifra experimenta un crecimiento igualmente espectacular: de 2,953 en 2023, alcanzarán los 7,404 en 2025.

En total, 17,788 personas, adultos y jóvenes, se unirán a la Iglesia católica este año mediante el sacramento del bautismo, por iniciativa propia o, al menos, con su consentimiento explícito en el caso de los más jóvenes. Este movimiento, lejos de ser trivial, intriga tanto como fascina. Un primer análisis de las cifras proporcionadas por la Cef revela un claro cambio a partir de 2023.

Entre 2015 y 2022, el número de bautismos de adultos osciló en torno a los 4,000 al año. Para varios observadores, la epidemia de Covid-19 y los sucesivos confinamientos habrían desempeñado un papel determinante en el surgimiento de esta nueva tendencia: los testimonios coinciden en subrayar que este período ha favorecido una vuelta a la interioridad.

Algunos se han visto empujados a cuestionarse su relación con lo espiritual. Las curvas de bautismos parecen apoyar esta hipótesis: el aumento significativo observado en 2023 coincide con el final del plazo de dos años requerido para la preparación de los catecúmenos que iniciaron su proceso en 2021, en plena pandemia.

Para Mons. Olivier de Germay, arzobispo de Lyon y responsable de la catequesis a nivel nacional, este aumento de bautismos no es un simple sobresalto estadístico. El prelado, por su parte, ve en ello "una señal del cielo", una invitación a reconocer que "es el Señor quien atrae hacia sí, toca los corazones y se revela".

Un signo espiritual que revela datos sociológicos: el 52% de los catecúmenos proceden de entornos cristianos y el 4% del islam. Entre los adolescentes, esta búsqueda espiritual se expresa con una nueva espontaneidad. Catherine Lemoine, responsable nacional de la pastoral de adolescentes, informa en Le Figaro que los jóvenes, familiarizados con las redes sociales, no dudan en mostrar un fe sin complejos y en llevar signos religiosos con seguridad, sin preocuparse por cuestiones de laicidad.

¿Podemos ver en ello un efecto bumerán de la descristianización en Francia que anima a los jóvenes adultos en su búsqueda de identidad? ¿O del cada vez más visible entrismo del islam político en la sociedad francesa, que empuja a los jóvenes a reencontrarse con sus raíces? Son muchas las preguntas que pocos medios se atreven a plantear todavía.

Sin embargo, el aumento de las bautismos de adultos y adolescentes no debe ser el árbol que oculta el bosque, ya que otro factor arroja luz sobre la tendencia actual: la dramática disminución de los bautismos de niños. Según las estadísticas proporcionadas por la Cef, si en el año 2000 se bautizaron 380,093 niños, su número se redujo a 178,388 en 2022: un deterioro que el aumento actual no repara, ni mucho menos.

No hace falta recordar aquí las repetidas encuestas de opinión que ponen de relieve la lenta agonía de la práctica dominical: entre el 2% y el 4% de los franceses asistían a misa todos los domingos en 2023, y de ellos, casi el 33% tiene más de 75 años, mientras que los jóvenes de entre 18 y 24 años representan el 7.2% de los asistentes semanales.

Paralelamente a la erosión de la práctica religiosa, es imposible no ver el cambio antropológico que se ha producido: como explica el demógrafo Jérôme Fourquet, en 1974, el 48% de los franceses estaban a favor del aborto, frente al 77% en 2022. En 1986, el 54% de los franceses veía en la homosexualidad "una forma como cualquier otra de vivir su sexualidad", frente al 87% actual. En cuanto a la cremación, pasó del 0.9% de los entierros en 1980 al 43% en 2023.

Una dislocación de la matriz católica que ha provocado una forma de "desculturación" del catolicismo en todos los niveles de la sociedad, según una expresión de la socióloga Danièle Hervieu-Léger que describe la incapacidad actual de la Iglesia para alimentar el tejido social y cultural de una sociedad en pérdida de referencias.

En cualquier caso, ojalá que los futuros adultos bautizados en la Pascua de 2025, que tienen nuestras oraciones aseguradas, tomen las riendas de la fe que sus padres no supieron transmitirles, para mostrar cuán pertinentes son las respuestas que un catolicismo fiel a sus tradiciones puede aportar a un Francia huérfana de su fe.