Católicos del Dombás: una especie en peligro de extinción

Monseñor Maksum Ryabukha
En los territorios del Dombás, ahora bajo control ruso, los católicos viven tiempos oscuros, pues son considerados traidores a Occidente por las autoridades. En un conflicto mortífero, y a menudo carente de toda lógica, muchos se ven obligados a exiliarse.
La Iglesia católica de rito griego es la tercera confesión religiosa de Ucrania: reúne un 7% de la población concentrada principalmente en el oeste del país.
Perseguida por Stalin a partir de 1945 y oficializada de nuevo en los años 90, tras la caída de la URSS, esta Iglesia oriental, adscrita a Roma, ha condenado en los términos más enérgicos la intervención militar especial lanzada por la Federación de Rusia en 2022, al tiempo que se esfuerza por mantener relación con las comunidades "ortodoxas", plagadas de divisiones.
Un juego de equilibrios que pone en primera línea a los católicos que viven en un Dombás controlado en gran parte por Rusia: "Ya hemos perdido más de la mitad de nuestras parroquias y, con el avance del ejército ruso, otras decenas de iglesias han sido evacuadas recientemente", declaró monseñor Maksum Ryabukha a Giacomo Gambassi para Avvenire el 28 de octubre de 2024.
Entrevistado por el diario de la Conferencia Episcopal de Italia (CEI), el nuevo exarca arzobispal de Donetsk -equivalente a un obispo residencial, que fue nombrado por el Sínodo de la Iglesia greco-católica de Ucrania el 17 de octubre de 2024-, monseñor Ryabukha, describe la vida cotidiana de los fieles en una diócesis cortada por la línea de frente y controlada en gran parte por Moscú.
El obispo de Donetsk describe una situación tensa en los pueblos católicos que están bajo el fuego: "No queda ni mobiliario sagrado, ni bancas en las iglesias de Pokrovsk, Mirnohrad y Kostiantynivka, tres lugares hacia los que se dirigen los batallones del Kremlin para intentar completar la conquista de la provincia de Donetsk", explica.
El clero no abandona a los fieles, muchos de los cuales han optado por huir de la región: "Nuestros sacerdotes permanecen cerca de la población y visitan a los refugiados que han abandonado sus hogares". Monseñor Ryabukha ya no puede pisar más del 50% del exarcado ocupado.
A nivel local, la Iglesia greco-católica está pagando caro su apoyo al gobierno ucraniano, que la mayoría rusoparlante considera una traición: en los territorios que han elegido apoyar a Rusia, la Iglesia en comunión con Roma ha sido prohibida.
"Los que dicen abiertamente que son católicos desaparecen: a algunos los fusilan; a otros los encarcelan. No tienen derecho a profesar libremente su fe. Nuestros fieles repiten: 'resistimos, pero es como estar encerrados en una prisión'", declaró el obispo de Donetsk.
Es poco consuelo para el prelado que dos de sus sacerdotes -los Padres Bohdan Geleta e Ivan Levitskyi- fueran liberados gracias a la mediación de la Santa Sede tras pasar más de año y medio entre las rejas, acusados de esconder armas, un cargo que siempre han negado.
"El relato de su cautiverio muestra cómo la fuerza de la oración fue para ellos un apoyo vital para resistir a la inhumanidad que vivieron en las cárceles rusas", subraya Mons. Ryabukha.
Desde hace varias semanas, las fuerzas ucranianas luchan en el este del país, enfrentándose a soldados rusos más numerosos y mejor armados. El 27 de octubre, Moscú reivindicó un nuevo avance en la región de Donetsk.
Kiev esperaba desviar a las tropas rusas de su territorio lanzando una ofensiva sorpresa en la región rusa de Kursk a principios de agosto, pero la llegada del invierno ruso complicará la situación.
Mons. Ryabukha resume la situación con lucidez: "Sabemos que la guerra va a terminar. Pero queremos que sea lo antes posible y con una paz justa".
Fuente: Avvenire – FSSPX.Actualités
Imagen: Facebook / Донецький екзархат Української Греко-Католицької Церкви