Coronavirus: ¿qué se oculta debajo de los cubrebocas?

Fuente: FSSPX Actualidad

La epidemia de coronavirus ha hecho casi obligatorio el uso de cubrebocas y caretas protectoras pero, al mismo tiempo, ha eliminado las caretas ideológicas, revelando el verdadero rostro de quienes nos gobiernan, tanto a nivel político como religioso.

¿Por qué se están empezando a reabrir los comercios y el transporte público para la actividad económica, pero no las iglesias para la celebración de la misa, donde ciertamente hay menos concentración de personas que en el metro de París? ¿Por qué esta incoherencia?

Es necesario remover las caretas liberales para descubrir las verdaderas características de una política dominada por el economismo consumista, cuyos únicos valores son bursátiles y comerciales. Estos gobernantes no gobiernan, gestionan la crisis, la escasez, el confinamiento y desconfinamiento. El bien común constituye para ellos únicamente la suma de intereses específicos y estrictamente materiales. Son simples síndicos frente a una propiedad conjunta llamada Francia, aislada de toda trascendencia, separada de sus raíces cristianas. Para ellos, París no vale una misa.

Frente a este materialismo estatal que impide la celebración pública de la misa, ¿cómo podemos explicar el silencio del Papa Francisco y de la gran mayoría de los obispos? Es necesario remover las caretas conciliares para revelar el verdadero rostro de la pastoral no dogmática promovida por Vaticano II.

La jerarquía eclesiástica guarda silencio de forma unánime en nombre de la colegialidad, las raras voces disidentes que se escuchan, en orden disperso, no importan en lo absoluto. Desde Dignitatis Humanæ, los obispos no reclaman ningún derecho para la Iglesia, excepto el derecho común del que se benefician todas las asociaciones. ¡La libertad religiosa conciliar obliga! La Verdad encarnada no tiene más derechos que las ideologías incorpóreas. No existe un bien común espiritual, solo verdades personales y sinceridades subjetivas, incluso sucesivas, yuxtapuestas una al lado de la otra, y no dominadas por una Revelación trascendente.

La crisis actual demuestra por los hechos que las autoridades políticas y religiosas están intelectualmente desarmadas, moralmente empobrecidas. Las arenas movedizas del liberalismo político y religioso solo ofrecen la posibilidad de atascarse un poco más. Solo podemos reconstruir una ciudad digna de ese nombre sobre los sólidos cimientos de los forjadores de las grandes catedrales.

Padre Alain Lorans