Cuando la ciencia desacredita el género
El profesor René Ecochard
La neurociencia permite comprender las diferencias asignadas a hombres y mujeres desde la concepción: esto es lo que se desprende de la última contribución del profesor René Ecochard, un estudio que muestra implícitamente toda la inanidad de las diferentes teorías basadas en la ideología de género que se enseñan en casi todas partes con enormes cantidades procedentes de la financiación pública.
"Estamos en una época en la que la neurociencia abre una ventana a la grandeza del ser humano, del hombre y de la mujer", aunque otras ciencias "como la teología" ofrecen una perspectiva complementaria, explica el profesor René Ecochard, médico investigador del Instituto Universitario Claude Bernard de Lyon I, en su último trabajo publicado: Homme, femme, ce que nous disent les neurosciences, París, Artège, 2022.
Un trabajo que no llegó a los titulares de los medios progresistas, y con razón. El investigador explica, con el objetivo de dar mayor difusión, qué aporta específicamente al género masculino el cromosoma Y, característico del hombre que es “XY”, a diferencia de la mujer que es “XX”.
“Incluso antes de que el niño sea implantado en el útero, sorprende que podamos distinguir, desde los tres o cuatro primeros días del embarazo, un niño de una niña”, declaró René Ecochard al micrófono de Radio Maria, el 27 de junio de 2024. Pero eso no es todo.
La neurociencia también constata una diferenciación del cerebro masculino o femenino a partir de los primeros meses de embarazo: “hacia la séptima semana son los órganos sexuales los que se desarrollan. En el niño, la testosterona inundará el embrión hasta transformar su cerebro: estará más “compartimentado”, a diferencia del de la niña”, precisa el investigador.
Para fundamentar su explicación, cita los resultados obtenidos por su colega británico, Simon Baron-Cohen, quien afirma que al nacer "el cerebro del niño ya está 'programado' para el análisis, mientras que el de la niña lo está para la intuición". Por lo tanto, una de las funciones del cromosoma Y sería más bien frenar lo que impulsa la intuición para impulsar el análisis. La observación también es similar en otros mamíferos donde las hembras adivinan las necesidades de sus crías.
El investigador de la Universidad de Lyon I afirma: "El cromosoma Y da, desde la vida en el útero, el inicio de la complementariedad entre los sexos. Además, la neurociencia demuestra que el cerebro masculino termina su desarrollo alrededor de los 24 años, el de las mujeres alrededor de los 22 años. El cromosoma Y participa así en el desarrollo de la personalidad masculina desde el principio y tiene actividad en las células hasta el final de la vida del hombre".
Por eso René Ecochard concluye que es "una vergüenza hacer creer a un adolescente que ya está constituido emocional y psicológicamente: su cuerpo y su cerebro todavía se están desarrollando". Lo que revela todas las mentiras y el peligro provocados por quienes promueven la transición sexual entre los más jóvenes, en nombre de una ilusoria disforia de género.
Un aspecto positivo del desarrollo de las técnicas científicas es pues reforzar lo que se observa en la naturaleza, lejos de delirios idealistas: René Ecochard muestra la contribución de una ciencia reciente, la epigenética, que observa ciertas "marcas" que, por ejemplo, en el niño , “masculinizarán” su cerebro a lo largo de su crecimiento.
Pero el investigador insiste: estas “marcas epigenéticas no nos convierten en robots diferentes a los animales”. Por ejemplo, algunos cetáceos o aves forman parejas fieles a lo largo de su existencia: en los humanos, las marcas epigenéticas existen para empujarlos a la fidelidad, pero pueden ser contrarrestadas por el mal uso que hacen de su libertad.
En una entrevista para Le Figaro, poco después de la publicación de su obra, René Ecochard aborda la cuestión relacionada con los “daños de la píldora anticonceptiva” establecidos por la neurociencia: “Las hormonas naturales de la joven, desde la pubertad, feminizan tanto su cerebro como el cuerpo, pero la píldora anticonceptiva que se les da a las niñas está compuesta principalmente de progestinas.
"Estas impiden la secreción natural de estrógeno, privando así a la niña del apoyo necesario para la sexuación de su cerebro y el crecimiento de su personalidad. Si no se producen las transformaciones del cerebro de la joven, el reemplazo hormonal en la edad adulta no podrá suplir la deficiencia".
El investigador universitario Claude Bernard afirma claramente: “Existe una gran confusión en torno a la cuestión de la homosexualidad, esta última no es una identidad, no está dirigida a la transmisión de la vida. [A nivel de las neurociencias. NDLR] la atracción de los hombres hacia las mujeres se explica debido a los núcleos celulares que se desarrollan en los niños para provocar una atracción por la feminidad”, explica.
Y concluye: "Hay mucho por hacer para preparar al niño para su papel de hombre y de padre; necesitamos identificar nuestros déficits y buscar acompañamiento para convertirnos en quienes somos". Suficiente para invalidar científicamente los delirios de los defensores de la ideología de género, aunque, en este ámbito, como escribió Péguy: "Siempre debemos decir lo que vemos. Pero sobre todo, y esto es más difícil, debemos ver lo que vemos".
Fuentes: Radio-Maria/Le Figaro – FSSPX.Actualités
Imagen: Book Node