Cuando Pío XII advirtió a los católicos chinos

En su informe de octubre de 2024 titulado Diez Obispos Católicos Perseguidos en China, la abogada de derechos humanos Nina Shea recuerda la historia de las relaciones del gobierno comunista con la Iglesia en China.
"China ha intentado separar a la Iglesia católica de China del Papa desde la década de 1950, cuando el Partido Comunista Chino (PCCh) expulsó al enviado del Papa y encarceló al cardenal Ignatius Kung de Shanghai durante 30 años, luego de que se negara a rechazar la autoridad papal. (...)
"La Asociación Patriótica Católica China (APCC) se creó en el seno de la burocracia china en 1957. Pasó a estar bajo el control directo de la sección de propaganda del PCCh, el Departamento de Trabajo del Frente Unido, en 2018. El Vaticano nunca ha reconocido la legitimidad de la asociación. (...)
"Pero Beijing comenzó a aumentar la presión sobre los obispos para que se unieran a la Asociación Patriótica inmediatamente después de que China y el Vaticano firmaran el acuerdo de 2018. La Santa Sede emitió entonces directrices en 2019 afirmando que el Vaticano permitía la objeción de conciencia a la Asociación Patriótica Católica China, al tiempo que aceptaba la adhesión a esta asociación como una nueva normalidad. (...)
"En más de 30 años de diálogo con China, el Vaticano ha guardado silencio o ha minimizado públicamente las negativas de China a la libertad religiosa. Esto se asemeja a la Ostpolitik de la Santa Sede con respecto al comunismo en Europa del Este".
En vista de la actitud del Vaticano hacia Beijing, es necesario mostrar cómo la actitud del Papa Pío XII fue la contraria. No dudó en alzar la voz en la encíclica Cupimus imprimis del 18 de enero de 1952, y en la encíclica Ad Sinarum Gentes del 7 de octubre de 1954.
Una vez más, en la encíclica Ad Apostolorum Principis, del 29 de junio de 1958, habló a los fieles chinos sobre la doctrina católica y les advirtió sobre los peligros de la Asociación Patriótica China. En ella describe fielmente los medios que las autoridades chinas utilizaron entonces y siguen utilizando hoy. Esto hace que las siguientes líneas tengan una sorprendente actualidad, dado el silencio actual del Vaticano.
Pío XII escribe: "Es deber Nuestro denunciar a las claras -y lo hacemos con temblor y con profunda pena- que, merced a planes insidiosos, las condiciones van empeorando entre vosotros hasta el punto de que parece que la falsa doctrina, que Nos hemos reprobado, va llegando a las más extremas y perniciosas consecuencias. En efecto, con una táctica hábilmente concebida, se ha fundado entre vosotros una 'asociación', que ha tomado el nombre de 'patriótica', y a pertenecer a ella se ven forzados con toda violencia los católicos.
"Esta asociación —como se ha dicho en repetidas declaraciones— tendría el fin de unir el clero y los fieles en nombre del amor a la patria y a la religión para propagar el espíritu patriótico, para defender la paz entre los pueblos, y al mismo tiempo para apoyar, reformar y 'propagar el socialismo' establecido en vuestra Nación y para ayudar a las autoridades civiles a defender cuando se ofrezca ocasión, resueltamente la que ellos llaman libertad política y religiosa. Es sin embargo evidente que, bajo estas expresiones de paz y de patriotismo, que pueden engañar a los ingenuos, tal asociación tiende a llevar a la práctica ciertos principios y planes perniciosos.
"Con la apariencia de patriotismo, que realmente se muestra falaz, tal asociación mira principalmente a que los católicos den progresivamente su adhesión a las falsedades del materialismo ateo, con las cuales se niega a Dios y se rechazan todos los principios sobrenaturales.
"Con el pretexto de defender la paz, esa misma asociación acepta y propaga falsas sospechas y acusaciones contra muchos venerables miembros del clero y aún contra los Obispos y la misma Sede Apostólica, atribuyéndoles extravagantes propósitos de imperialismo, de condescendencia y complicidad en la explotación del pueblo, de premeditada hostilidad hacia la nación China.
"Mientras afirman que es necesario que exista una absoluta libertad en materia religiosa, y con la excusa de facilitar las relaciones entre la autoridad eclesiástica y la civil, de hecho la asociación pretende que la Iglesia, desatendidos y postergados sus sagrados derechos, quede totalmente sometida a la autoridad civil.
"Para lo cual a los miembros se les incita a tener por buenas injustas medidas como la expulsión de los misioneros, el encarcelamiento de los Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles; asimismo a consentir en las medidas tomadas para impedir pertinazmente la jurisdicción de muchos legítimos Pastores.
"Además a sostener principios reprobables que abiertamente atacan la unidad y universalidad de la Iglesia y su constitución jerárquica; y a admitir iniciativas que tienen por fin minar la obediencia del clero y de los fieles a sus legítimos Prelados y separar las comunidades católicas de la Sede Apostólica. (...)
"También se ha de hacer mención de esos cursillos de formación, en los que los discípulos tienen que beber y abrazar esta falaz doctrina; a los que van forzados sacerdotes, religiosos v religiosas, alumnos del sagrado seminario, fieles de cualquier estado y edad. En estos cursillos por medio de casi infinitas e interminables lecciones y discusiones, a lo largo de semanas y meses, las fuerzas de la mente y de la voluntad, tanto se debilitan y apagan que con esta violencia sicológica se arranca, más bien que se pide libremente, como sería justo, una adhesión, que ya casi nada tiene de humano. (...)
"Pero es necesario afirmar también que, si los cristianos, por deber de conciencia, deben dar al César, o sea a la autoridad humana lo que le pertenece, asimismo no puede el César es decir, los gobernantes, exigir a los ciudadanos sumisión en las cosas que tocan a Dios y no a ellos y por eso no puede pedir obediencia cuando se trata de usurpar los soberanos derechos de Dios, o bien de obligar a los fieles a obrar en oposición con sus deberes religiosos, o a separarse de la unidad de la Iglesia y de su legítima jerarquía.
"Entonces, sin duda alguna, todo cristiano con rostro sereno y voluntad firmísima repita las palabras con que Pedro y los primeros Apóstoles respondieron a los perseguidores: 'Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres' (He 5, 29)".
Fuentes: CNA/Hudson Institute/Vatican/DICI n°450 – FSSPX.Actualités