Cuestionan el pasado espía del patriarca ruso Cirilo

Fuente: FSSPX Actualidad

El camarada Cirilo, un espía de la KGB: ¿noticia real o "fake news"? Esta es la pregunta a la que Le Matin y el Sonntagszeitung -dos diarios suizos- responden basándose en documentos de los archivos "desclasificados" de la Confederación Suiza.

En dichos documentos se revela que la misión del futuro jefe de la Iglesia Autocéfala Rusa -cuyo nombre en clave es "Mikhailov"- era influir en un consejo religioso, infiltrado por la KGB en las décadas de 1970 y 1980.

Puede parecer sorprendente que los servicios de seguridad puedan desclasificar información sensible sobre personalidades vivas que desempeñan un papel destacado y ponerla a disposición de la prensa.

Sea como fuere, el expediente de la policía federal -que data de la década de 1970- y que fue comunicado a los dos medios suizos, afirma que "el obispo Cirilo pertenece a la KGB", el siniestro servicio de inteligencia exterior soviético, cuyo nombre basta para congelar la sangre.

Los periódicos suizos incluso publicaron una foto del futuro patriarca a la edad de 24 años, entonces su nombre era Vladimir Mikhailovich Gundiayev, esquiando en medio de la Guerra Fría en las montañas del centro de Suiza.

En aquel entonces, el Padre Gundiayev obtuvo permiso para ir a Ginebra para representar al Patriarcado de Moscú en el Consejo Ecuménico de Iglesias (CMI). Los informes conservados en los archivos federales, analizados por el Sonntagszeitung, aseguran que el joven sacerdote trabajaba para la KGB a la que remitía informes.

El expediente del futuro patriarca contiene 37 grabaciones realizadas entre julio de 1969 y febrero de 1989, la mayoría de las cuales se refieren únicamente a solicitudes de visados ​​y su ingreso a Suiza. Pero otros dos informes indican que el sacerdote estaba en la lista de funcionarios soviéticos "que habían sido objeto de medidas restrictivas", sin que se conozca la naturaleza exacta de las medidas tomadas contra él.

Le Matin entrevistó al sobrino del patriarca, Mikhail Goundiaïev, que le sucedió como representante del Patriarcado de Moscú en Ginebra: este último insiste en que su tío "no era un agente, aunque estaba sujeto a un estricto control de la KGB".

Pero una fuente anónima citada por medios suizos afirma lo contrario: "Nos dijeron en aquel entonces: 'cuidado con estos sacerdotes porque son agentes de la KGB'. En las conversaciones con Cirilo, siempre tuve la sensación de que buscaba información. Era muy amable, pero hacía muchas preguntas sobre el clero en el exilio". Una afirmación que hay que tomar con cautela dado el anonimato que la rodea.

Todas estas revelaciones -probadas o no- se producen en el momento oportuno en medio del contexto de la guerra de Ucrania, uno de cuyos retos es debilitar la influencia preponderante del Patriarcado de Moscú en la nebulosa ortodoxa.

Sin embargo, no hay que engañarnos: durante las muchas décadas de la era soviética, los miembros del clero ortodoxo -que, en virtud del carácter autocéfalo de la ortodoxia, son necesariamente dependientes del poder político vigente- estuvieron bajo el estrecho control de los servicios de seguridad comunistas y colaboraron, de buena o mala gana, más o menos directamente con la KGB.

¿Es suficiente la supuesta "comunicación de información" del actual Patriarca de Moscú para convertirlo en un agente activo del servicio secreto soviético? ¿Realmente trató de influir en el COE a favor del régimen soviético?

Una cosa es cierta: la nebulosa ortodoxa, al romper con la unidad de la Iglesia, perdió hace mucho tiempo la independencia y la libertad que la Santa Sede supo conservar, según las tempestades de la Historia permitidas por la Providencia y que Cristo, cabeza invisible de la Iglesia, nunca ha dejado de apaciguar. Ayer como hoy.