Diaconado femenino: el asunto central del Sínodo
El cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe
Mientras los miembros de la sesión de otoño del Sínodo acaban de presentar su documento final, surgen las tensiones en la recta final de los debates sobre el lugar y el papel de la mujer en la Iglesia.
Recordemos que la espinosa cuestión del diaconado femenino parece haber sido puesta bajo el tapete por primera vez por el propio Papa Francisco, quien la eliminó de la agenda sinodal en febrero de 2024. Esto sin contar los grupos de presión femeninos representados a través de las 58 mujeres presentes en la sesión de otoño de la XVI asamblea ordinaria del sínodo romano.
Mujeres –religiosas o laicas– que, como observa Jean-Marie Guénois en Le Figaro del 25 de octubre, “terminaron obligando al Vaticano, que pretendía controlar este delicado tema, a rendir cuentas ante la asamblea sinodal, el jueves por la tarde, de una manera imprevista y sin precedentes”.
El punto álgido de la crisis estalló el 18 de octubre de 2024, durante una reunión entre un centenar de miembros del sínodo y dos expertos en el marco de los círculos de reflexión sobre el papel y el lugar de la mujer en la Iglesia.
Según los medios de comunicación que informaron ampliamente sobre este acontecimiento, el encuentro fue tenso, sobre todo porque el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) brilló por su ausencia: comportamiento calificado de "escandaloso" y "decepcionante" por varios participantes.
Los comunicadores sinodales tomaron inmediatamente el asunto en sus propias manos, y el cardenal Víctor Manuel Fernández llegó unos días después para hablar durante una hora y media ante la asamblea sinodal sobre el papel de la mujer en la Iglesia. Y para evitar más polémicas, el Vaticano decidió hacer pública la grabación del encuentro.
El “jefe de la fe” –controvertido por sus posiciones progresistas– distinguió el aspecto de la ordenación al diaconado del de la promoción de las mujeres, reafirmando que “ya se han tomado medidas claras y concretas para dar más responsabilidades a las mujeres en la Iglesia, cuidando de distinguir lo que es inseparable del sacramento del orden y lo que no es”.
Según el porporato argentino, la mayoría de las mujeres “no piden el diaconado, en el sentido de que no quieren sumarse al clero”, sino que aspirarían a “ejercer más autoridad y desarrollar sus carismas y sus capacidades”.
Si bien el diaconado femenino es un tema “aún no maduro” para el cardenal Fernández, este último afirma que sus servicios están trabajando “para poder confiar a los laicos y, en consecuencia, a las mujeres, funciones de autoridad en la Iglesia”.
Una forma de lanzar fuera el balón que no satisface a nadie: según informó FSSPX.Actualidad, el 30% de los votantes dijo "no" al artículo 60 sobre el lugar de la mujer en la Iglesia, un signo de descontento entre los progresistas ante un documento considerado demasiado timorato. Mientras que en las filas más conservadoras, reinó la estupefacción al comprobar que el actual prefecto del DDF considera "no madura" una cuestión ya decidida bajo el sello de la infalibilidad.
Pero, ¿podría la Santa Sede hacer algo mejor que esta vacilante respuesta cuando la dilución de la autoridad de la enseñanza de la fe y la moral caracteriza el enfoque sinodal implementado desde hace varios años? Casi nos sentiríamos aliviados de que el texto final del Sínodo haya permitido evitar lo peor.
Es un pequeño consuelo que no debe hacer olvidar el hecho de que esta sesión, después de todo, esbozó un cambio, bajo el control de los obispos, hacia una mayor supervisión de los laicos. La sesión también contempló un cambio en la relación entre la Santa Sede y las Iglesias locales que podría "alterar eventualmente el equilibrio actual de la Iglesia católica, que está altamente centralizada en la Santa Sede, donde se deciden muchas cosas", como señaló el responsable de la sección de religión de Le Figaro.
Baste decir que el horizonte de la Iglesia parece desde hace tiempo congelado en el tiempo invernal: brumoso y oscuro.
Fuentes: Vida Nueva/Faro di Roma/Le Figaro – FSSPX.Actualités
Imagen: © Vatican Media