“Dignitas infinita” promueve una dignidad mal definida

La Declaracion Universal de Derechos Humanos de 1948
El 8 de abril de 2024, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) publicó la Declaración Dignitas infinita sobre la Dignidad Humana, aprobada por el Papa Francisco el 25 de marzo.
La primera parte del documento presenta la “progresiva toma de conciencia de la centralidad de la dignidad humana”. La segunda parte afirma que “la Iglesia proclama, promueve y garantiza la dignidad humana”. La tercera parte considera la dignidad como “fundamento de los derechos y deberes humanos”.
Finalmente, la última parte denuncia "algunas violaciones graves de la dignidad humana": teoría de género, cambio de sexo, gestación subrogada, aborto, eutanasia y suicidio asistido...
Una noción desequilibrada de la dignidad humana
Lamentablemente, como se señaló en el sitio web de la Fraternidad San Pío X, FSSPX.Actualidad del 10 de abril: “La declaración retoma, y agrava, la noción trastornada o desequilibrada de la dignidad humana, que es el núcleo del Concilio Vaticano II, afirmada en la Declaración sobre la libertad religiosa (Dignitatis humanae).
El Concilio habla de la dignidad que poseen “todos los hombres por el hecho de ser personas, es decir, dotadas de razón y libre albedrío”, dignidad llamada 'ontológica'. El Concilio fundamenta la libertad religiosa en esta dignidad ontológica, que conduce a una relativización de la fe católica al otorgar un “derecho al error” en materia religiosa. Derecho “negativo”, pero derecho al fin y al cabo".
Asimismo, FSSPX.Actualidad señala “el agravamiento de esta doctrina por el uso del término infinito' asociado a la dignidad ontológica. Lo cual ya no es ni siquiera una desviación, sino una aberración. Solo Dios es infinito. Ni siquiera los ángeles, espíritus puros, tienen una dignidad infinita".
Y recuerda: "El alma humana, creada directamente por Dios, es unida por Él a un cuerpo: ejerce entonces una doble función. En primer lugar, otorga una naturaleza humana al individuo creado, que es, por tanto, una persona, según la célebre definición de Boecio, citada en la nota 17 del documento. El alma es, pues, la fuente de la dignidad ontológica, que, por consiguiente, es la misma para todos los seres humanos.
En segundo lugar, el alma es el principio de la acción humana a través de sus facultades: la inteligencia y la voluntad. Esta acción constituye el dominio moral. Cuando las acciones humanas nos permiten desarrollar nuestra humanidad orientándonos hacia nuestro fin, que es Dios, se califican de “buenas”. Cuando, por el contrario, nos alejan de este fin, se trata de actos “malos”.
"La dignidad moral de una persona depende, por tanto, de sus acciones: quien hace el bien para alcanzar su fin último posee una dignidad tanto mayor cuanto más busca ese fin. Pero quien se desvía de su objetivo y hace el mal se priva de esta dignidad: se despoja de ella".
Artículos relacionados:
Una visión naturalista del hombre
En un estudio publicado en dos partes en Réinformation.tv los días 8 y 9 de abril, Jeanne Smits denuncia "una visión naturalista del hombre", contenida en el documento romano.
Por tanto, escribe, "Dignitas infinita, al ignorar deliberadamente la naturaleza herida del hombre, al basar todo en el valor de la persona, al eliminar la necesidad de la gracia, a pesar de algunas afirmaciones contrarias, se sitúa generalmente en la esfera de la utopía horizontal. Pero esta declaración sin duda seducirá a quienes encontrarán en ella la condena de ciertos excesos de la época".
Más adelante, la periodista francesa cita al Padre Victor Berto, citado a su vez por el Padre Bertrand Labouche en el boletín del priorato de Nantes, L'Hermine (n°46, junio-julio de 2015). El teólogo privado de Monseñor Marcel Lefebvre en el Concilio Vaticano II escribió sobre Dignitatis humanaæ, que en ese entonces todavía era un esquema:
“La dignidad humana, debidamente considerada, exige que se tengan en cuenta las acciones de cada uno. El ignorante y el hombre culto no tienen la misma dignidad; y sobre todo, la dignidad no es igual en quienes se adhieren a la verdad y en quienes se adhieren al error, en quienes quieren el bien y quienes quieren el mal.
“Los redactores, que construyeron todo su esquema sobre una noción inadecuada de la dignidad de la persona humana, con esto solo presentaron una obra deformada de extraordinaria irrealidad; en efecto, nos guste o no, existen, entre las personas humanas adecuadamente consideradas, inmensas diferencias en cuestión de dignidad.
“Y esto es aún más cierto cuando se trata del esquema sobre la libertad religiosa; porque, resulta evidente, que la libertad religiosa conviene a la persona no según su dignidad radical, sino según su dignidad operativa, y así la libertad no puede ser la misma en el niño y en el adulto, en el necio y en la mente aguda, en el ignorante y en el el hombre cultivado, en alguien poseído por el demonio y en alguien inspirado por el Espíritu Santo, etc.
"Ahora bien, esta dignidad que llamamos operativa no pertenece al ser físico, sino que se refiere, evidentemente, al orden intencional. El descuido de este elemento intencional, a saber, la ciencia y la virtud, es en el esquema un error muy grave".
En el libro Le Destronaron (Clovis, p.218-219), Monseñor Lefebvre dice sobre la declaración conciliar Dignitatis humanaæ: “La dignidad humana radical es, en efecto, la de una naturaleza inteligente, capaz por tanto de elección personal, pero su dignidad terminal consiste en la adhesión "como acto" a la verdad y al bien.
“Es esta dignidad terminal la que merece para cada cual la libertad moral (facultad de obrar) y la libertad de acci ́on (facultad de no ser impedido de obrar). Pero, en la medida en que el hombre se adhiere al error o se apega al mal, pierde su dignidad terminal o no la alcanza, ¡y ya no puede fundarse nada sobre ella.! […]
“Hablando de las falsas libertades modernas, León XIII escribe en Immortale Dei: "Si la inteligencia se adhiere a opiniones falsas, si la voluntad elige el mal y se abraza a él, ni la inteligencia ni la voluntad alcanzan su perfección; por el contrario, abdican de su dignidad natural y quedan corrompidas".
Jeanne Smits concluye su estudio en estos términos: “Al basar todo en la 'infinita dignidad del hombre', creado y tan dependiente con respecto a Dios, que es el único que posee la dignidad infinita, la declaración (romana) hipertrofia lo creado con respecto al Creador; la adoración y el servicio que se le deben a Él pasan a un segundo plano, varados en algún lugar del pantano de la “libertad religiosa”.
"Esta última engrandece al hombre hasta el punto de facilitar el culto del hombre, esperando que el justo asombro ante la creación no lleve este pensamiento al olvido de Dios y al panteísmo, una espiritualidad global que ya se perfila de manera cada vez más precisa. En cualquier caso, no los contradice, pues omite recordar que, sin la gracia, el hombre en su condición caída aquí abajo se encuentra en un estado de sumisión al mal".
Dignitas infinita y la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU
De manera menos teológica y más política, el blog argentino The Wanderer del 11 de abril señala otra incongruencia en Dignitas infinita, a saber, “la insistencia en vincular la dignidad del hombre a la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. En efecto, este documento de las Naciones Unidas se menciona 26 veces.
“El argumento del cardenal Fernández es que si bien la cuestión de la dignidad humana siempre ha sido defendida por la Iglesia, es realmente con la Declaración de los Derechos Humanos que alcanza su esplendor. […]
“Resulta, pues, que una declaración constitucionalmente atea, como la Declaración de los Derechos Humanos, que nunca menciona a Dios, y a la que la Iglesia se ha resistido oficialmente, se convierte bajo el nuevo pontificado de Francisco en la piedra angular de una parte importante de su magisterio. […]
“El documento romano dice: 'En esta perspectiva, la encíclica Fratelli tutti constituye ya una especie de Carta Magna de las actuales tareas de salvaguarda y promoción de la dignidad humana' (n. 6). Han quedado en el olvido el De opificio hominis de San Gregorio de Nisa, y el Agnosce, o christiane, dignitatem tuam del sermón de la Natividad de san León Magno.
“La Carta Magna sobre la dignidad del hombre no la dan los Padres ni la Tradición de la Iglesia, sino… ¡Fratelli tutti del Papa Bergoglio! Parece una broma". – Una broma siniestra...
Fuentes: FSSPX.Actualités/reinformation.tv/caminante-wanderer/DICI n°443 – FSSPX.Actualités
Imagen: FDR Presidential Library & Museum, CC BY 2.0 via Wikimedia Commons