Dom Lambert Beauduin y el movimiento litúrgico pastoral (11)

Fuente: FSSPX Actualidad

Dom Lambert Beauduin

Octave Beauduin nació en Rosoux, Bélgica, el 4 de agosto de 1873. En el seminario mayor de Lieja, fue profundamente influenciado por el Padre Antoine Pottier, muy apegado al apostolado de los trabajadores y a la encíclica Rerum novarum. Fue ordenado sacerdote en 1897 y nombrado supervisor y maestro en Saint-Trond. Sin embargo, en 1899, se unió a la congregación diocesana Misioneros del Trabajo, fundada cinco años antes. Ocupó diversos cargos en esta congregación joven y modesta, principalmente la dirección de una casa en Seraing donde, con otros sacerdotes, realizó un apostolado entre los obreros.

El Padre Beauduin era, por naturaleza, un hombre activo y emprendedor: según un testimonio del canónigo Gaspard Simons en 1947, con motivo del jubileo sacerdotal de Dom Beauduin, "su personalidad y temperamento reflejaban una rara necesidad de estar en todas partes, trabajar duro y actuar". Sin embargo, el Padre Beauduin también se sentía atraído por la vida de oración y contemplación. En parte debido a su inconformidad con la dirección que estaba tomando la congregación Misioneros del Trabajo, y deseoso, al mismo tiempo, de encontrar una manera de calmar su sed de vida interior, ingresó en 1906 al monasterio de Mont-César, convertido en abadía en 1899. En este monasterio recibió el nombre de Lambert, bajo el cual sería conocido en adelante.

Monje benedictino en Mont-César

Particularmente a través del esplendor de las ceremonias, Dom Lambert Beauduin descubrió en el monasterio la riqueza espiritual de la liturgia, que no había constituido hasta ese momento el centro de su piedad. La lectura de El Año Litúrgico de Dom Guéranger lo marcó profundamente, así como las enseñanzas orales de Dom Columba Marmion, prior del monasterio.

Una serie de circunstancias fortuitas lo condujeron hacia el estudio de la liturgia, en particular una reunión con los fieles el 2 de febrero de 1909, donde los participantes asistieron a una liturgia solemne con la ayuda de un cuadernillo preparado por Dom Beauduin en el que todos los textos habían sido traducidos al francés. En su discurso de agradecimiento, el laico responsable de este evento citó una frase del Motu proprio de San Pío X del 22 de noviembre de 1903, sobre la participación activa en la liturgia como la primera y esencial fuente del verdadero espíritu cristiano. Este extracto de un texto del Papa santo se convirtió en el estandarte de la cruzada litúrgica de Dom Beauduin: hizo de él, escribirían sus biógrafos oficiales, "una verdadera máquina de guerra para impulsar el movimiento litúrgico" (R. Loonbeek y J. Mortiau, Un pionnier, dom Lambert Beauduin, ediciones de Chevetogne, 2001, I, p. 68).

Debido a su temperamento y a su participación previa en los Misioneros del Trabajo, Dom Beauduin era esencialmente un hombre de acción, como ya dijimos; y veía las cosas desde el punto de la acción. Al comprobar (lo que era una verdad ya admitida por muchos) que los fieles, e incluso los sacerdotes, no vivían verdaderamente de los grandes textos y las grandes acciones de la liturgia, se dedicó a trabajar para ayudarlos a descubrirlos: en esto también se unió a muchos otros predecesores y contemporáneos. Pero su orientación, ante todo pragmática, que no pudo ser corregida por sus pocos meses de vida benedictina, lo condujo a una desviación que viciaría toda su actividad litúrgica.

Mont-César era un monasterio que obedecía a la Abadía de Solesmes. Para Dom Guéranger, la liturgia era, ante todo, un culto dado a Dios, a quien se debe "todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos". Si se dedicó a ayudar a los fieles a redescubrir las riquezas de la liturgia, fue para que pudieran ser más auténticamente esos "adoradores en espíritu y verdad que el Padre pide". Desde luego, Dom Guéranger estaba consciente de que una asistencia informada a la liturgia formaría cristianos más convencidos y más espirituales, y acogió este hecho con beneplácito. Pero esto solo era una consecuencia secundaria. Porque, para él, el cristiano, a través de su bautismo, se consagra esencialmente a la "alabanza de la gloria" de la Santísima Trinidad, que constituye su santidad y, por lo tanto, su bienaventuranza en el cielo. Esto explica la sorprendente frase introductoria de su Año Litúrgico: "La oración es para el hombre el primero de los bienes".

Primacía de la acción y la pastoral

Desde luego, Dom Beauduin, no cuestiona la orientación teocéntrica de la liturgia. Sin embargo, de acuerdo con su temperamento pragmático, aborda la liturgia, en primer lugar, como un medio para hacer que los cristianos sean más cristianos. En este sentido, el Movimiento Litúrgico que ayudó a implementar con sus importantes contribuciones (aunque no haya sido el único promotor del mismo) fue, en su espíritu, un "Movimiento Pastoral Litúrgico". El Centro, inaugurado en Francia en 1943 de acuerdo con sus ideas, no fue bautizado únicamente como "Centro Litúrgico", sino, muy característicamente, como "Centro de Pastoral Litúrgica". Según los biógrafos oficiales de Dom Beaudin, este último, escribió con cierto desdén sobre Dom Marmion, a pesar de que lo apreciaba enormemente, que no había sido un "apóstol pastoral de la liturgia", y que había tenido "agujeros en su vida litúrgica" (I, pp. 49-50).

Si bien el primer propósito de la liturgia es formar e informar a los cristianos, conviene que estos últimos puedan seguirla más fácilmente. Por tanto, el primer paso obvio fue la traducción de los textos junto con las notas explicativas: el Misal Diario y Vesperal de Dom Gaspar Lefebvre representa perfectamente esta etapa, pero no fue más que un preliminar del gran proyecto de Dom Beauduin.

Entonces, lógicamente, era aún mejor que la liturgia se escribiera directamente en lengua vernácula, para facilitar su comprensión. Además, la gente contemporánea ya no tenía tiempo para asistir a largas ceremonias: por lo tanto, era conveniente simplificar y acortar la liturgia. Finalmente, un cierto número de los ritos provenientes de la Edad Media parecían difíciles de entender para las mentes modernas, por lo que fue adecuado reconstruir la liturgia, al menos en parte, para hacerla más "transparente" y más fácil de entender.

Un programa revolucionario

Traducción, simplificación, reconstrucción de la liturgia: estos fueron los tres ejes principales del enfoque de Dom Beauduin, que designó bajo el nombre de "liturgia pastoral". Este fue el programa que se implementaría en la Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la liturgia (4 de diciembre de 1963) y a través de la reforma litúrgica postconciliar dirigida por el arzobispo Bugnini bajo el control cercano del Papa Pablo VI.

Evidentemente, era imposible proponer de manera inmediata un programa tan revolucionario: la mentalidad de la época ciertamente no lo habría aceptado. Por lo que fue necesario postergarlo, presentar las cosas de manera dispersa, trabajar detrás de escena, aprovechar todas las oportunidades adecuadas. Pero fue esta orientación la que se convirtió en la línea directriz de la actividad de Dom Beauduin y de sus discípulos e imitadores.

Dom Beauduin colocó la piedra angular de su proyecto en 1909, durante un discurso que pronunció en el Congreso Nacional de Acción Católica de Malinas, al que tituló "La verdadera oración de la Iglesia". Sus biógrafos oficiales resumen esta intervención de la siguiente manera: "El punto de partida del argumento es la tesis familiar extraída del primer acto pontificio de Pío X (...): 'La primera y esencial fuente del verdadero espíritu cristiano radica en la participación activa de los fieles en la liturgia de la Iglesia'. (...) La renovación litúrgica es necesaria, porque el pueblo cristiano no obtiene de la liturgia la expresión de su oración ni el alimento de su vida espiritual. El trabajo de renovación será lento y arduo. (...) Es necesario popularizar entre todos los fieles los textos litúrgicos, con su traducción literal. (...) Su argumento conduce, muy lógicamente, a la sensación de que es necesario actuar" (I, pp. 80-81).

Desde ese momento, Dom Beauduin dedicó todas sus fuerzas a implementar este programa de transformación de la liturgia. Pero el comienzo de la Primera Guerra Mundial ralentizó el trabajo. Luego, ya en 1921, el interés principal de Dom Beauduin se centró en el ecumenismo, con un proyecto del "Monasterio de la Unión" (que hoy se encuentra en Chevetogne, Bélgica). Aunque siguió siendo la figura tutelar del Movimiento Pastoral Litúrgico, ya no participaba mucho en él: sus discípulos y admiradores tomaron las riendas. Dom Lambert Beauduin murió en Chevetogne el 11 de enero de 1960.