El cardenal Brandmüller y el consistorio amordazado
¿Una nueva forma de la “occlusio oris”?
Durante el último consistorio convocado, a fines de agosto de 2022, para avalar la reforma de la Curia romana deseada por el Papa Francisco, los cardenales no tuvieron oportunidad de hablar para expresar su opinión.
Sin embargo, después del consistorio, el 31 de agosto, el vaticanista Sandro Magister publicó en su sitio web Settimo Cielo el texto íntegro de la intervención elaborada por el cardenal Walter Brandmüller, expresidente del Pontificio Consejo para las Ciencias Históricas, que no pudo leerlo.
En el sitio web Correspondance européenne del 10 de septiembre, el historiador Roberto de Mattei cita extensos extractos del texto del prelado alemán, con el siguiente comentario: "El Papa Francisco nos ha recordado en varias ocasiones que los verdaderos reformadores de la Iglesia son los santos. Sin embargo, su enfoque de los grandes problemas del mundo siempre parece político y, por lo tanto, mundano, en lugar de sobrenatural e impulsado por un espíritu de fe.
"Este enfoque político dominó el último consistorio celebrado en el Vaticano los días 29 y 30 de agosto, al que asistieron unos 180 cardenales, y que fue una gran oportunidad perdida para abordar los graves problemas que aquejan a la Iglesia hoy.
"El tema principal de la reunión de cardenales era oficialmente la reforma de la Curia propuesta por la nueva Constitución Apostólica Prædicate Evangelium, pero, en realidad, el Papa impidió que los cardenales se pronunciaran en sesión común sobre esta y otras cuestiones, amordazándolos, como se suele decir".
Y recuerda: "El consistorio es una reunión del Papa con los cardenales, quienes, según el Código de Derecho Canónico, son sus primeros consejeros. Durante al menos siete años, el Papa Francisco no ha permitido que los cardenales hablen en esta reunión solemne para expresar su opinión.
"Todos esperaban que esto sucediera en la reunión de fines de agosto, pero el consistorio, por petición expresa del Papa, se fragmentó en grupos lingüísticos, paralizando a los cardenales e impidiendo un diálogo franco y directo que tuvo lugar por última vez en febrero de 2014".
El derecho y el deber de los cardenales de hablar claro
El académico italiano se basa en el texto del cardenal Brandmüller que recuerda esta función de los cardenales, expresada en el derecho canónico, "que, en la antigüedad, encontraba su expresión simbólica en el rito de la aperitio oris, de la apertura de la boca [suprimido por Pablo VI. NDLR].
"Un rito, explica el cardenal, que 'manifestaba el deber de expresar francamente la propia convicción, el propio consejo, especialmente en el consistorio; esta misma franqueza –el Papa Francisco habla de la parresía– que era tan querida por el apóstol Pablo. Pero, por ahora, lamentablemente, esa franqueza es reemplazada por un silencio inquietante.
Esa otra ceremonia, la occlusio oris, o el cierre de la boca, que seguía a la aperitio oris, no hacía referencia a las verdades de la fe o de la moral, sino a los secretos profesionales. Sin embargo, hoy –añade el cardenal Brandmüller– deberíamos enfatizar el derecho, e incluso el deber, de los cardenales de expresarse clara y francamente cuando se trata de verdades de fe y moral, del bonum commune [bien común] de la Iglesia.
"La experiencia de estos últimos años es bastante diferente. Durante los consistorios -convocados casi exclusivamente para las causas de los santos- se distribuyen tarjetas para pedir la palabra, seguidas de intervenciones naturalmente espontáneas sobre uno u otro tema, y eso es todo. Nunca un debate, nunca un intercambio de ideas sobre un tema específico. Un paso totalmente innecesario".
Roberto de Mattei comenta la declaración del Cardenal Brandmüller: "Palabras claras e inequívocas que deberían hacer reflexionar a todo el Colegio Cardenalicio"; y agrega: "La negativa del Papa Francisco a dar la palabra a los cardenales se deriva de la perspectiva política y mundana de su pontificado.
"Teme que la discusión libre y abierta debilite el ejercicio de su poder, sin darse cuenta de que la verdad nunca puede dañar a la Iglesia ni a las almas sujetas a ella. El espíritu de fe, que se opone al espíritu político, consiste precisamente en buscar en todas las cosas lo más alto y elevado, lo que más corresponde a la gloria de Dios y al bien de las almas, regulándose siempre según las prescripciones del Evangelio".
Y concluye: "La alternativa está entre la verdad del Evangelio y el poder del mundo. Anunciar la verdad del Evangelio no significa hablar de inmigración o de emergencia climática, sino de los fines últimos -muerte, juicio, infierno y paraíso- y de la Providencia divina, que gobierna todos los acontecimientos del universo creado.
Anunciar el Evangelio significa condenar, con la voz de la Iglesia, el pecado, especialmente el pecado público, comenzando por el aborto y las doctrinas LGBT, que son consideradas por el mundo como "conquistas de la civilización". Esto quiere decir hablar de santidad, y no de sinodalidad, porque es de la santidad y no de los mecanismos políticos de donde parte la necesaria reforma dentro de la Iglesia: reforma de los hombres que la componen, y no de su constitución divina e inmutable".
Fuentes: Settimo Cielo/Correspondance européenne/DICI n°425 – FSSPX.Actualités
Imagen: © Vatican news/ capture d’écran Youtube