El cardenal Koch sostiene una herejía relacionada con la ley judía

Fuente: FSSPX Actualidad

El cardenal Kurt Koch a su llegada a Israel

Tras una catequesis del Papa Francisco, el rabino Rasson Arousi, presidente del Gran Rabinato de Israel para el diálogo con la Santa Sede, escribió una carta al cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, a cargo de las relaciones con el judaísmo, para quejarse.

El cardenal Koch le respondió el 3 de septiembre de 2021, a fin de explicar las palabras del Papa. El prelado señaló en particular que "la creencia cristiana constante es que Jesucristo es el nuevo camino de salvación. Sin embargo, esto no significa que la importancia de la Torá disminuya o que ya no sea reconocida como el 'camino de salvación para los judíos'".

Ahora bien, este pasaje contiene una herejía, porque es un dogma de la fe católica que la ley mosaica ha sido abrogada. Esto requiere una explicación precisa.

La ley mosaica, destinada a desaparecer frente a la ley cristiana, solo fue abrogada parcialmente; y esta abrogación solo se logró gradualmente. Entonces, ¿hasta qué punto ha dejado de estar en vigor la ley de Moisés? ¿Y cuándo se volvió innecesaria o incluso prohibido observarla?

¿Hasta qué punto se abrogó la ley mosaica?

La Ley consta de tres partes: la ley civil de Israel, la ley litúrgica y la ley moral.

La ley civil de los judíos

Esta ley estableció al pueblo escogido para prepararse para la venida del Mesías guardando la revelación de que Jesucristo vendría a completar, y las profecías habrían de encontrar su cumplimiento en Él.

Por tanto, después de la venida de Jesucristo, el pueblo de Israel ya no tenía razón de existir: solo les restaba fusionarse en este nuevo pueblo prometido a Abraham, que todas las naciones estaban llamadas a formar: la Iglesia de Cristo, pastor único de este rebaño universal.

Esta sociedad católica ya no está formada por circuncisos, sino por bautizados, y su ley es la de Cristo, heredero de la asistencia divina hasta entonces reservada solo para el pueblo de Israel. Mt, 28, 19, 20.

La ley litúrgica o ceremonial

El culto de los judíos incluía como elementos esenciales: la tribu de Leví; el templo de Jerusalén; las víctimas ofrecidas allí; y inalmente, el significado figurativo y profético inherente a estos sacrificios como a todos los demás ritos o ceremonias de este culto.

Ahora, según Malaquías, 1:11, el sacerdocio levítico fue transferido a los gentiles. Y según Daniel, 9:24-27, el templo de Jerusalén sería destruido, y así fue. En lugar de las víctimas inmoladas en Jerusalén, se haría una oblación pura a Dios en todos los lugares del mundo, Malaquías, 1:11.

Finalmente, las figuras de la antigua alianza anunciaban el día en que, cumplidas en Jesucristo y en su Iglesia, ya no podrían significar las realidades presentes como futuras. Toda esta legislación ceremonial, por tanto, tuvo que ceder necesariamente el paso al nuevo culto instituido por Jesucristo.

La ley moral

Debemos colocar bajo el nombre de ley moral mosaica todas las prescripciones de la ley natural que se encuentran contenidas en ella, y especialmente el Decálogo, excepto el precepto de observar el sábado, que es una cuestión de derecho positivo, es decir, fijado por una voluntad divina especial.

La materia de esta ley moral era evidentemente obligatoria antes de Moisés y no ha dejado de serlo aún hoy, incluso independientemente de la nueva promulgación que Jesucristo hizo de ella.

Además, Jesucristo no solo conservó el Decálogo: lo confirmó y perfeccionó, ya sea explicándolo, Mt 5, o a través de los consejos evangélicos; le añadió el peso de su autoridad divina, los motivos bajo los cuales lo propone para nuestra obediencia y la gracia para poder hacerlo. 

¿Cuándo fue abolida la Ley de Moisés?

La nueva ley es el Nuevo Testamento hecho por Jesucristo y destinado a reemplazar el de la antigua ley. Para abrogar la primera ley, era necesario que el Nuevo Testamento fuera establecido por la muerte de Jesucristo, Heb:9, 16-17, y luego promulgado. Esta promulgación tuvo lugar en el día de Pentecostés: fue hasta este día que la antigua ley terminó, y perdió toda fuerza vinculante.

Después de Pentecostés, durante algún tiempo, la observancia de ciertos ritos mosaicos siguió siendo lícita, pero ya no podían considerarse necesarios para la salvación. Así, San Pedro y San Pablo realizaron en ocasiones algunos de estos ritos.

Pero los dos apóstoles estaban de acuerdo en que estos ritos eran innecesarios. En el Concilio de Jerusalén, reunido para tratar esta cuestión, San Pedro demostró que los gentiles podían salvarse sin la ley mosaica, por la gracia de Jesucristo, Hch:15, 7-21. San Pablo, en Gal 2:16, no es menos explícito.

San Agustín explicó que esta tolerancia provisional era un último honor funerario otorgado a la sinagoga expirante. Sin embargo, esta tolerancia debía tener un término: cuando la difusión del Evangelio había realizado por completo el nuevo orden de cosas predicho y figurado por la antigua ley, esta última ya no podía observarse sin falta.

Por tanto, está prohibido: 1° practicar las ceremonias judías para honrar a Dios; excepto aquellas que no sean estrictamente judías como las incensaciones, pero la observancia del sábado o de la circuncisión está prohibida; 2° observar los preceptos mosaicos de orden civil, atribuyéndoles el significado religioso especial que tenían en la ley de Moisés.

En cualquier caso, observar la ley mosaica equivaldría a afirmar que Jesucristo aún no ha venido. Existe una diferencia entre los preceptos civiles y los ceremoniales. Los primeros tenían como objetivo principal el bien social de los hebreos; las figuras que se les añadieron eran separables; los segundos, por el contrario, no tenía otra razón de ser que significar la futura venida del Mesías.

La Sinagoga representada a la derecha del Gran Portal de Notre-Dame de París. Observamos su corona en el suelo, su lanza rota, el yugo, las tablas de la Ley que deja caer de sus manos y la serpiente que le sirve de venda

La abrogación de la ley mosaica es un dogma

Este dogma pronto surgiría con la adhesión de los gentiles a la religión cristiana. El capítulo 15 de los Hechos de los Apóstoles revela que estalló una acalorada discusión en Antioquía sobre los gentiles: ¿deberían estar sujetos o no a la ley de la circuncisión? Pablo y Bernabé creían que no, y el Concilio de Jerusalén les dio la razón.

Desde el siglo I en adelante, la Iglesia separó de su comunión a los cerintios y ebionitas, firmes partidarios de la ley de Moisés, quienes sostenían que ni siquiera los gentiles podían salvarse sin observar esta ley.

Los judeocristianos, que observaban la antigua ley sin obligar a los gentiles a ello, fueron tolerados: a mediados del siglo II, San Justino no se atrevió a condenar a quienes convivían con otros cristianos. Pero ya en el siglo III, otros fueron considerados herejes. En esa época, se aceptó que ni los judíos mismos podían practicar legalmente las observancias de Moisés.

En la Suma Teológica, Santo Tomás hace una síntesis de esta cuestión: ¿La ley ceremonial dejó de estar en vigor con la llegada de Nuestro Señor? Sí, responde, porque los ritos son los símbolos del culto interior, es decir, las cosas en las que creemos y esperamos.

Ahora bien, en la religión de Jesucristo, aunque los bienes celestiales son siempre futuros, no obstante, poseemos los medios para obtenerlos, mientras que la religión antigua solo prometía estos medios para el futuro. Por tanto, debía producirse la abrogación de los ritos antiguos: habiendo comenzado con el advenimiento de Jesucristo, fue consumada por su pasión, según la palabra de Cristo agonizante.

Después de su abrogación, ¿se volvieron ilícitos estos ritos? No, dice Santo Tomás; podían ser observados, sin ser, es cierto, considerados obligatorios, hasta que el Evangelio se hubiera difundido lo suficiente. Luego se volvieron totalmente ilícitos y mortales.

Una decisión infalible de la Iglesia

En 1441, la bula Cantate Domino del Papa Eugenio IV especifica: "La santa Iglesia romana cree firmemente, confiesa y enseña que las prescripciones legales del Antiguo Testamento o de la ley de Moisés, que se dividen en ceremonias, objetos sagrados, sacrificios y sacramentos, habiendo sido instituidas en gracia de significar algo por venir, aunque en aquella edad eran convenientes para el culto divino, cesaron una vez venido nuestro Señor Jesucristo, quien por ellas fue significado; y entraron en vigor los sacramentos del Nuevo Testamento.

"Y mortalmente peca quien ponga en las observancias legales su esperanza después de la pasión, y se someta a ellas, como necesarias a la salvación, como si la fe de Cristo no pudiera salvarnos sin ellas.

"La Iglesia no niega, sin embargo, que desde la pasión de Cristo hasta la promulgación del Evangelio, estas prescripciones no pudiesen observarse, a condición, sin embargo, de que no se creyesen en modo alguno necesarias para la salvación" Símbolos y Definiciones de la Fe Católica, Denzinger, n° 1348, Ed. du cerf.

Por tanto, lo que escribió el cardenal Koch: "La creencia cristiana constante es que Jesucristo es el nuevo camino de salvación. Sin embargo, esto no significa que la Torá sea disminuida o ya no sea reconocida como 'camino de salvación para los judíos', es severamente condenado por la Sagrada Escritura, por los teólogos y por el magisterio infalible.