El cardenal Müller acusa a los progresistas alemanes de ser perseguidores

Fuente: FSSPX Actualidad

El cardenal Gerhard Müller habló claramente y sin rodeos durante la entrevista concedida al periodista Lothar Rilinger, publicada por Kath.net el 27 de abril de 2021. Las preguntas giraron particularmente en torno al Camino sinodal alemán y sus protagonistas.

A la primera pregunta sobre el próximo encuentro ecuménico (Kirchentag) que se celebrará el mes de mayo en Frankfurt, y que los progresistas quieren utilizar como trampolín para las prácticas de la hospitalidad eucarística con los protestantes, el cardenal Müller reaccionó enérgicamente.

En particular, criticó ciertas declaraciones de teólogos y periodistas alemanes: "La conferencia episcopal no está por encima de los obispos. Y ciertamente el presidente de la conferencia, en la actualidad Monseñor Bätzing de Limburgo, no es el jefe de los obispos", señaló.

Y para aclarar su punto, añadió: "No tiene ninguna competencia magisterial que vaya ni un milímetro más allá de la autoridad docente de cada uno de sus hermanos en el episcopado. (…)  No es, incluso como portavoz de la mayoría de los obispos, un contrapeso en 'Roma'", según lo que circula en los círculos ultra progresistas.

Finalmente concluyó con este punto: "Lo típicamente alemán es la arrogancia y la prepotencia de ciertos obispos y teólogos, en su pretensión de ser la vanguardia de la Iglesia universal, que supuestamente está atrasada".

Una persecución en Occidente

Luego habló sobre las pretensiones de los participantes del Camino Sinodal de emitir decretos vinculantes para la Iglesia de Alemania en muchas áreas, algunas de las cuales afectan la fe y las costumbres. Su respuesta fue clara y tajante.

"Los obispos responsables o los funcionarios laicos mimados por el público liberal no tienen ninguna autoridad para presentar sus opiniones personales o colectivas como la fe de la Iglesia basada en la Revelación. Tampoco tienen el poder para imponer a sus subordinados estos puntos de vista ni para inculcarlos como convicciones propias".

E ilustró su punto con una imagen contundente: "La forma de persecución actual en 'Occidente' consiste en un ambiente anticristiano difundido a través de las campañas mediáticas en las que los fieles católicos son difamados de forma poco imaginativa y fatídica como fundamentalistas o archiconservadores o silenciados hasta la muerte".

Indignado, el cardenal prosiguió condenando el Camino sinodal desde sus cimientos: "La opinión de la mayoría de los obispos y funcionarios laicos alemanes de que el órgano privado del 'Camino Sinodal', que no está previsto ni por el dogma ni por el derecho canónico, puede tomar decisiones que se desvíen de la fe católica, no tiene base en la concepción católica de la Iglesia y depende únicamente de la apariencia del poder mediático y de la magnitud de los recursos económicos".

Por eso, añadió, "ningún católico puede ser obligado a nada por las decisiones del Camino sinodal".

Finalmente concluyó diciendo: "No necesitamos ingenieros eclesiásticos, constructores de modelos, visionarios del futuro y burócratas de la planificación o, por decirlo bíblicamente pastores que se alimentan de sí mismos y se escabullen cuando se les pide la confesión de la verdad de Dios, cuando se burlan de ellos o cuando se les aparta por considerarlos ajenos al mundo, como hizo Pilato".