El catolicismo francés con tendencia a la baja

Si bien la religión católica sigue teniendo una mayoría relativa entre los franceses en 2018, su situación se está deteriorando lentamente: solo el 32% de los franceses se declaran católicos, en comparación con el 70% en 1981. En cuanto a la práctica de la fe, el 7% de las personas entrevistadas afirmó ir a Misa "al menos una vez al mes"; los encuestadores ya ni siquiera incluyen la pregunta sobre la asistencia a la Misa dominical, pues no tiene ningún caso.

Los católicos practicantes representan menos del 3% de los jóvenes de 18 a 29 años, pero aquellos que lo son, dice el semanario, “afirman tener un mayor nivel de religiosidad que sus mayores, es decir, que el sentimiento religioso es más fuerte que antes, en aquellos que aún conservan la fe."

El protestantismo y el judaísmo experimentan un retroceso similar al de la Iglesia católica. Sin embargo, sucede todo lo contrario con el islam y los grupos evangélicos, que continúan aumentando: la naturaleza siempre aborrece el vacío, y el "desierto" litúrgico y doctrinal del catolicismo post-conciliar no ha hecho nada para detener este movimiento, sino todo lo contrario.

En 2018, el 6% de los franceses afirma pertenecer al islam, "la mayor minoría religiosa" en plena expansión. Los musulmanes, en comparación con otros grupos religiosos, otorgan mayor importancia a la religión en sus vidas.

Además, en el año 2018, hay tantos musulmanes como católicos entre los jóvenes de 18 a 29 años. El islam está en camino de convertirse en la religión mayoritaria de los jóvenes que habitan en suelo francés.

Frente a un islam conquistador, la otra gran lección de esta investigación es el importante aumento de los no religiosos, es decir, los ateos. Este grupo representa el 58% de la población francesa, frente al 27% de hace cuarenta años. Francia, la hija mayor de la Iglesia, ahora está poblada por apóstatas, ateos e infieles.

Nihil novi sub sole. Como explica Monseñor Bernard Fellay, Consejero General de la Fraternidad San Pío X, en su libro-entrevista "Por amor a la Iglesia", publicado por Via Romana: "en un mundo sin puntos de referencia, los hombres inventarán novedades que se adapten a sus sentimientos... El equilibrio se restablecerá tan pronto como la fe recupere su lugar primordial. En una sociedad posmoderna que ha perdido prácticamente todos sus valores, el sacerdote es más necesario que nunca". De hecho, es alrededor del altar donde la cristiandad podrá ser reconstruida.