El dolor de la Virgen María al recordar la Pasión de Jesús

Fuente: FSSPX Actualidad

Cuando Jesús fue sepultado, su Madre Santísima tuvo que dejar su cuerpo en el sepulcro, pero su corazón se quedó junto a Él, y su espíritu no pudo separarse de ese lugar ni un solo instante; veía impresas profundamente en su alma todas las circunstancias de su Pasión y de su cruelísima muerte sobre la cruz.

Cuando Nuestra Señora regresó a su hogar, recorriendo las calles que todavía estaban mojadas con la sangre del redentor; cuando veía a su pueblo que acababa de cometer un deicidio, no fue una, sino mil espadas las que atravesaron su amoroso corazón.

Atormentada por el peso de sus sufrimientos, María entra en su pobre hogar, y como ya no encontró ahí al objeto de su amor, como ya no podía disfrutar de su dulce persona, su sufrimiento se agudizó más que nunca haciendo pedazos su corazón maternal. No podía evitar recordar la larga serie de tormentos que su Divino Hijo soportó. No podía dejar de recordar las horas que pasó a su lado. Estos recuerdos sólo aumentan la amargura de su abandono. ¡Ah, los hombres pisotearon cruelmente a su Jesús, la flor más bella de Nazaret! Aún escucha en su corazón las injurias y los ultrajes vociferados contra Jesús; puede ver todavía las crueles heridas que los látigos, las espinas y los clavos imprimieron sobre su cuerpo, todavía escucha las últimas palabras y gemidos de su Jesús agonizante. Piensa en la crueldad y odio con que el pueblo elegido persiguió a su Dios y salvador... Con cada uno de estos recuerdos, su santa alma se sumerge cada vez más en un océano de penas y dolores sin fondo. Pero ni en estos momentos deja de crecer su amor por Jesús, su compasión por sus sufrimientos y su participación en su Pasión dolorosa.

Y tú, ¿recuerdas todo lo que el Hombre Dios hizo por ti? ¿Qué sentimientos nacen en tu corazón a la vista de un Dios que muere por tu amor?

Aprende de María como debes meditar en la Pasión dolorosa de Jesús; ruégale que imprima profundamente en tu corazón, el recuerdo de sus sufrimientos y que suscite sentimientos de amor, de compasión y deseos de perfección, que hicieron que las meditaciones de Su Santa Madre fueran tan agradables para Jesús. Cuando medites sobre la Pasión, no te olvides nunca más de pensar al mismo tiempo en los dolores de María para mostrarle también a ella tu amor y compasión, pero sobre todo para aprender de ella el verdadero amor y la verdadera imitación del Divino Crucificado.

Padre Ignace, Pasionista