El "efecto León XIV" se deja sentir en Nicaragua

El 7 de junio de 2025, en la víspera de Pentecostés, el líder de la Iglesia católica en Nicaragua pudo ordenar diáconos a ocho seminaristas con el permiso del gobierno. Mientras que las tensiones entre la Iglesia y el Estado han alcanzado su punto álgido en los últimos meses, la llegada del papa León XIV al trono de San Pedro supone el inicio de una distensión en el país.
Desde el verano de 2024, el gobierno de Nicaragua había suspendido la mayoría de las ordenaciones sacerdotales en el país, lo que supuso una nueva etapa en las tensiones entre la Iglesia católica y el régimen del presidente Daniel Ortega. Por lo tanto, la ceremonia del pasado 7 de junio fue totalmente inesperada.
En la víspera de Pentecostés, el cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua, la capital del país, pudo ordenar a ocho seminaristas a las órdenes mayores. Este acontecimiento, aunque modesto en comparación con años anteriores, parece indicar una ligera flexibilización de las restricciones impuestas por el régimen.
Durante su homilía, el cardenal Brenes compartió algunas reflexiones extraídas de su reciente participación en el cónclave, expresando su tristeza por la crisis vocacional que afecta a otros países, especialmente fuera de América Latina.
"En algunas Iglesias hermanas, los obispos me han hablado de diócesis sin ordenaciones desde hace años, o de una sola ordenación desde hace una década", declaró el alto prelado, quien insistió en la importancia de "echar las redes" para suscitar vocaciones, comparando a los sacerdotes con pescadores que deben perseverar para dar fruto, de acuerdo con la voluntad divina.
Antes de 2024, la arquidiócesis de Managua ordenaba regularmente dos grupos de sacerdotes al año. Con más de 100 seminaristas en su seminario diocesano, así como un seminario gestionado por el Camino Neocatecumenal —un movimiento que suscita debate dentro de la Iglesia—, la arquidiócesis cuenta con un flujo constante de vocaciones.
En 2024, se ordenaron nueve sacerdotes en enero y dieciséis en agosto. Sin embargo, la ceremonia de 2025, limitada a la ordenación de diáconos, contrasta con esta tradición y refleja las restricciones impuestas por el régimen.
Desde el verano de 2024, la mayoría de las diócesis nicaragüenses tienen prohibido ordenar sacerdotes o diáconos. Así, en la diócesis de Estelí, la ordenación de tres diáconos, prevista para el 26 de julio de 2024, fue cancelada por orden de la policía. Ese mismo día, el administrador diocesano, el padre Frutos Valle Salmerón, de 80 años, fue interrogado por las autoridades y puesto bajo arresto domiciliario.
A excepción de la diócesis de León, donde el obispo local, René Sandigo, prudente en su actitud hacia el régimen sandinista, pudo ordenar a ocho sacerdotes en agosto de 2024, y de Managua, que también celebró ordenaciones en el mismo periodo, la mayoría de las diócesis siguen bajo embargo.
Esta represión se inscribe en una campaña más amplia contra la Iglesia católica, intensificada desde las manifestaciones de 2018-2019 contra el régimen de Daniel Ortega. Tal vez una parte del clero no siempre haya actuado con la prudencia necesaria en su oposición sistemática al régimen, dando a la Iglesia católica una imagen sediciosa y una connotación política que no le corresponden.
La triste consecuencia es que más de 250 sacerdotes y religiosos, entre ellos cuatro obispos, se han visto obligados a exiliarse, lo que representa aproximadamente el 20% del clero del país. Se han cerrado decenas de emisoras de radio y televisión católicas, se han disuelto las estructuras jurídicas de las congregaciones religiosas y las instituciones católicas y se han confiscado sus bienes.
Según fuentes nicaragüenses, la ordenación de Managua podría interpretarse como un gesto de buena voluntad del régimen hacia la Santa Sede, ya que el presidente está adoptando un enfoque moderado ante el nuevo pontificado. "Daniel Ortega observa cómo abordará el papa León la cuestión de Nicaragua. Todavía no hay libertad para la Iglesia, pero tampoco ha habido nuevas detenciones ni exilios de sacerdotes recientemente", indicó una fuente cercana a la Conferencia Episcopal de Nicaragua.
Este inicio de distensión podría estar relacionado con la cuestión de los nombramientos episcopales, un importante punto de fricción. Hasta ahora, el papa Francisco se había opuesto al presidente, negándose a nombrar obispos afines al gobierno, lo que dejó varias diócesis dirigidas por obispos que han superado la edad de jubilación o se encuentran en el exilio.
"A Daniel Ortega le gustaría ver a monseñor Sandigo al frente de la arquidiócesis de Managua y a otros sacerdotes cercanos al régimen en diócesis como Matagalpa", explicó un sacerdote nicaragüense. Al autorizar las ordenaciones en Managua, el régimen podría intentar recuperar el favor del Vaticano, al tiempo que mantiene la presión sobre otras diócesis donde el clero es considerado demasiado contestatario.
Una cosa es segura: la reciente ordenación en Managua marca una distensión entre la Iglesia católica y el presidente. Queda por desear que sea el preludio de un cambio duradero, ya que a nadie le interesa que la situación se deteriore en un país donde la Iglesia sigue siendo un factor de estabilidad y una autoridad moral aún poco cuestionada.
Fuente: The Pillar – FSSPX.Actualités
Imagen: Facebook / Arquidiocesis de Managua