El episcopado estadounidense juega la carta de la unidad
Después de los prelados franceses, ahora fue el turno del episcopado estadounidense para concluir su reunión de otoño. Tomando nota del voto masivo de los católicos estadounidenses a favor de Donald Trump, los obispos de Estados Unidos quisieron demostrar su unidad y su arte del compromiso, bajo el liderazgo de su presidente, monseñor Timothy Broglio.
La sombra del presidente electo se cernía sobre Baltimore el 11 de noviembre de 2024, cuando la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) inauguró su asamblea de otoño. Tres días de debates permitieron a los prelados estadounidenses demostrar su unidad -al menos en apariencia- evitando cuestiones que podrían dividirles.
Jonathan Liedl, comentando la reunión de la USCCB para The Catholic Register, considera que de ella se pueden extraer cuatro lecciones que reflejan el estado de ánimo actual del episcopado estadounidense: en primer lugar, los obispos dicen estar preparados para una segunda administración Trump: están listos para las oportunidades y los desafíos que representa este segundo mandato.
El presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Timothy Broglio, reiteró que los obispos no alientan en absoluto la inmigración ilegal, pero que Dios "nos juzgará por cómo tratamos a los pobres y a los extranjeros". El obispo de El Paso, Mark Seitz, advirtió que los obispos hablarán "alto y claro" si el presidente electo cumple sus promesas sobre la inmigración.
En cuanto a la protección de la vida, monseñor Michael Burbidge, obispo de Arlington y presidente del Comité para la Vida de la USCCB, se mostró "optimista" sobre la posibilidad de trabajar con la nueva Administración, aunque "preocupado" por el hecho de que el 47º presidente de Estados Unidos se haya pronunciado a favor de la procreación médicamente asistida durante su campaña.
Otro prelado declaró al Register que era imperativo entrar en contacto con el vicepresidente electo JD Vance, un católico converso que muestra un interés particular por el magisterio de la Iglesia.
La segunda lección es que no tuvo lugar la batalla sobre la sinodalidad. Había grandes temores, ya que el ala progresista del episcopado había pedido la creación de un órgano sinodal permanente dentro de la USCCB: una propuesta inaceptable para la mayoría conservadora. Sin embargo, se aceptó la creación de un "grupo de trabajo" sobre la sinodalidad: una forma de eludir la cuestión.
Otra lección de la reunión de Baltimore es que la USCCB pretende superar la división entre progresistas y ultraconservadores -el futuro dirá si se trata de una piadosa ilusión. Así lo demostraron las elecciones que tuvieron lugar durante la sesión de otoño, en las que se eligieron perfiles más bien conservadores pero no divisorios, como el actual presidente de la Conferencia Episcopal.
Una última lección: los prelados estadounidenses enviaron señales positivas al Papa Francisco. La USCCB quiso mostrar que comparte -al menos de palabra- las prioridades del pontífice argentino: elogios a la encíclica sobre el Sagrado Corazón, intervenciones sobre la recepción de Dignitas Infinita, implantación de los "ministerios laicales" de acólito y lector, etc.
Se hizo todo lo posible por apaciguar al huésped de Santa Marta. El mensaje fue recibido alto y claro, ya que en su discurso ante la USCCB, el nuncio apostólico en Estados Unidos -el cardenal Christophe Pierre, bretón- no se hizo eco esta vez de ninguna crítica por parte de Roma, felicitando incluso a los obispos por la organización del Congreso Eucarístico Nacional en 2023.
Una misión cumplida -según parece- para monseñor Timothy Broglio, un prelado cuya política de compromiso ha logrado, por el momento, evitar que salgan a la luz las divisiones que asolan a la USCCB y su difícil relación con el actual romano pontífice. El tiempo dirá si la nueva administración Trump reforzará esta fachada de unidad o la hará añicos.
Fuentes: The National Catholic Register/The National Catholic Reporter – FSSPX.Actualités
Imagen: USCCB