El lunes de Pentecostés será el día de la fiesta de María, Madre de la Iglesia
El Papa Francisco decidió que el lunes de Pentecostés será el día consagrado para venerar a "María, Madre de la Iglesia". El decreto, firmado el 11 de febrero, fecha del aniversario de las apariciones de Nuestra Señora en Lourdes, fue publicado el 3 de marzo de 2018.
El Cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto y la Disciplina de los Sacramentos, explicó que el Santo Padre tomó la decisión de celebrar a María como Madre de la Iglesia, "tomando en cuenta la importancia del misterio de la maternidad espiritual de María quien, durante la espera del Espíritu Santo en Pentecostés, nunca dejó de ocuparse maternalmente de la Iglesia peregrina de aquellos tiempos."
Según el prelado guineano, si queremos crecer y estar completamente llenos del amor de Dios, necesitamos plantar nuestra vida sobre tres grandes realidades: la Cruz, la Hostia y la Virgen María. Estos son "los tres misterios que Dios ha dado al mundo para estructurar, fertilizar y santificar nuestra vida interior, y conducirnos hacia Jesús", escribió el cardenal en el comentario que acompañó a la publicación del decreto.
Es preciso aclarar que únicamente Cristo, en virtud de su encarnación redentora, es el Jefe de la Iglesia. Verdadero Dios y verdadero hombre, Él es la fuente de la llamada gracia capital. La expresión María, Madre de la Iglesia, es una consecuencia de la maternidad espiritual que ejerce la Virgen sobre los miembros del Cuerpo Místico de la Iglesia.
La Tradición se refiere a Nuestra Señora como la "madre de los miembros de Cristo" y la "madre de los miembros místicos del cuerpo de Cristo", según las fórmulas de San Agustín y de San León Magno, las cuales están basadas en la cooperación subordinada de la Santísima Virgen María a Cristo en su obra de la Redención. Esta cooperación se manifiesta particularmente al pie de la Cruz, cuando Nuestra Señora se une a la Pasión de su Hijo, y es hecha madre de San Juan (Jn. 19, 26:27).
Monseñor Lefebvre celebra la decisión del Papa Pablo VI
En aquel entonces, el superior general de los Padres del Espíritu Santo, Monseñor Marcel Lefebvre, se alegró enormemente por la proclamación de María, Madre de la Iglesia hecha por el Papa Pablo VI, en el aula conciliar, el 21 de noviembre de 1964. Monseñor opinaba que "en la historia de la Iglesia, el Concilio Vaticano II debe ser considerado como aquel que proclamó a María como Madre de la Iglesia."
Para Monseñor Lefebvre, "ninguna de las verdades afirmadas en el Concilio tendrá tanta importancia como ésta. La nueva afirmación de una realidad tan antigua como el Evangelio resalta notablemente los dogmas que se desean minimizar con otras revelaciones. Desde ahora, aparecen claramente los vínculos indisolubles que unen a Jesús-María-la Iglesia-el Papa. No podemos ir a Jesús sin María, no podemos ir a María sin la Iglesia, que no es otra más que la Iglesia católica y romana - por tanto, no podemos ir a la Iglesia sin estar unidos al Papa. Enfatizar la maternidad de María con respecto a la Iglesia significa afirmar la necesidad de ser hijos de la Iglesia católica y romana para poder ser hijos de María."
Si María es Madre de la Iglesia, ella es quien nos alerta contra el ecumenismo
Las consecuencias de esta maternidad sobre la Iglesia parecen fluir naturalmente:
* El dogma extra Ecclesiam nulla salus: fuera de la Iglesia no hay salvación. "Nadie puede ser salvo si no es por medio de la Iglesia, Cuerpo Místico de nuestro Señor."
* "Así como María sólo es madre de un hijo, Jesús, también es madre de una sola Iglesia. Y esta Iglesia no puede ser otra más que la Iglesia romana y todas las Iglesias que la conforman."
Por consiguiente, "el ecumenismo debe colocarse dentro de los límites de estas verdades fundamentales. Ésta es la única y verdadera caridad que debemos tener hacia quienes se separan de la Iglesia y quienes la ignoran; debemos exponerles claramente la verdad, dando testimonio de ella para que puedan creer y salvarse. Éste es también el verdadero medio de convertir a los protestantes a la unidad de la Iglesia." Monseñor Lefebvre comprendió que esta verdad proclamada por el Papa Pablo VI era una advertencia contra el falso ecumenismo.
María también nos alerta contra la falsa libertad religiosa
Monseñor Lefebvre veía también otras aplicaciones a esta maternidad de María sobre la Iglesia:
* Es ejercida sobre aquellas personas con una relación jerárquica, no sobre una entidad jurídica impersonal a través de la falsa colegialidad;
* Es una advertencia contra la falsa libertad religiosa: "si queremos salvar nuestra alma, no somos libres de elegir si queremos ser o no sus hijos. Es por esto que nadie tiene el derecho de profesar una creencia que sea contraria a María, Madre de la Iglesia. ¿Puede alguien concebir que Dios conceda un derecho que contradiga los derechos de María, como Madre de la Iglesia?"
Monseñor Lefebvre también explicaba: "Una cosa es tolerar la malicia de los hombres, sus debilidades, tolerar un mal uso de la libertad, y otra muy distinta es hacer de esto un derecho. Ninguna libertad, por definición, conlleva el derecho de hacer un mal uso de ella, porque entonces la libertad deja de ser una perfección y una bendición para convertirse en un vicio."
Así, el Superior de los Espiritanos esperaba que este énfasis en la maternidad de María sobre la Iglesia iluminaría las "cuestiones doctrinales abordadas en el Concilio". Se trata, sin duda, de un falso ecumenismo, de la falsa libertad religiosa y de la falsa colegialidad. María es verdaderamente "nuestro faro en la tempestad para protegernos de los errores y de las herejías, que son las hijas de Satán, Padre de la Mentira."
Nota: Todas las citas de Monseñor Lefebvre fueron extraídas de la Opinión del Superior General a los miembros de la Congregación de los Padres del Espíritu Santo, mayo-junio 1965, publicada en su libro Cartas Pastorales y Escritos, p. 211-215.
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Fuentes: Zenit/Vatican News - FSSPX.Actualités - 08/03/2018