El odio islamista anticristiano ante el tribunal de París

El 10 de febrero de 2025, inició ante el tribunal de París el juicio por el atentado islamista que causó la muerte de tres personas en la basílica de Nuestra Señora de la Asunción, en Niza (Francia). El yihadista tunecino acusado afirma no recordar nada.
El 29 de octubre de 2020, la región de Niza regaló a sus habitantes uno de sus comunes días radiantes de otoño. Brahim Aouissaoui había llegado a Provenza dos días antes: se le vio visitando la mezquita Al-Wahda en varias ocasiones, en el barrio de la estación de tren de Niza.
En la mañana del 29 de octubre, se le vio sentado en una banca en la calle Jean-Médecin, frente a la basílica de Nuestra Señora de la Asunción. El hombre hablaba por teléfono con un amigo, tunecino como él: "Tengo otro plan en mente, que Alá lo facilite", dijo a su interlocutor. Anteriormente había asegurado que quería atacar "el país de los infieles y los perros".
A las 8:29, el terrorista entró por la puerta derecha del santuario con tres armas blancas, incluida una cuchilla de 17 cm. En el interior, se encontró con Nadine Devillers, una fiel de 54 años que no sabía que acababa de rezar su última oración esa mañana. A las 8:49, otra mujer entró en la basílica y vio el cuerpo sin vida de Nadine Devillers, casi decapitada.
Vincent Loquès, el sacristán de 55 años que vigilaba la iglesia, también fue degollado, mientras que otra mujer, Simone Barreto Silva, se interpuso: recibió 24 puñaladas y murió a causa de sus heridas. Tenía 44 años. Un testigo del atentado da su testimonio: "Fue una masacre, algo bestial, cruel, una locura", explica. Brahim Aouissaoui fue sometido poco después por las fuerzas del orden.
Tras salir del hospital, el yihadista se negó a asumir la responsabilidad de sus acciones y alegó amnesia: afirmó "contra toda evidencia que él no era el hombre que entró en la basílica", explicó un juez de instrucción. "La posición de mi cliente nunca ha cambiado", declaró el abogado del tunecino, quien alega que las circunstancias de su arresto le hicieron perder toda memoria.
Sin embargo, el examen médico no reveló ningún daño cerebral, y el examen psiquiátrico demostró que el terrorista era plenamente responsable de sus actos. Además, Le Monde informó que las grabaciones de sus conversaciones telefónicas con su familia desde la cárcel demostraron, según la acusación, "que su supuesta amnesia era, como mínimo, muy exagerada".
Los investigadores fueron a su casa, en Jhina, Túnez, donde nació hace veintiséis años. Según sus familiares, vendía gasolina de contrabando con sus cinco hermanos. Dos años antes de pasar a la acción en Francia, "el acusado había cambiado completamente de comportamiento, se había vuelto asiduo en su práctica religiosa, lo que no era antes, y comenzó a aislarse de su familia. (...)
"Ya solo frecuentaba a salafistas, algunos de los cuales ya habían estado involucrados en casos de terrorismo, y evidentemente compartía sus convicciones", subraya la orden de acusación citada por Le Figaro, que añade que la publicación de las caricaturas de Mahoma por parte de Charlie Hebdo habría sido un catalizador en su radicalización.
El juicio que acaba de iniciar en el tribunal de París intenta responder a varias preguntas: ¿perpetró el acusado sus crímenes a petición de posibles autores intelectuales? La respuesta no será fácil sabiendo que las autoridades tunecinas se han mostrado hasta ahora muy poco cooperativas en lo que respecta a la red salafista frecuentada por Brahim Aouissaoui. ¿Y aceptará este último responder por fin a los magistrados y a los jurados?
El juicio durará tres semanas. Al finalizar, el yihadista debería ser condenado a una larga pena de prisión, lo que no hará olvidar a nadie que sus víctimas perdieron la vida y que sus familias han recibido una pena perpetua real, algo que la justicia francesa, demasiado débil con los fuertes y fuerte con los débiles, no conoce.
Fuentes: Le Monde/Le Figaro – FSSPX.Actualités
Imagen: Martino C., CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons