El origen de la devoción al Sagrado Corazón (2)

San Juan Eudes
Con motivo del jubileo que celebra los 350 años de la primera aparición del Sagrado Corazón a Santa Margarita María en Paray-le-Monial, dedicaremos algunos artículos a la historia de este culto y a la teología que de él se deriva. La primera parte de este artículo trata sobre la Sagrada Escritura, los Padres y Doctores de la Edad Media.
Los místicos de la Baja Edad Media
A finales del siglo XII, en 1199, Santa Lutgarda experimentó la primera aparición del Sagrado Corazón, con el fenómeno del intercambio de corazones: "¿De qué me sirve, siendo yo tan ignorante y campesina, conocer los secretos de la Escritura?" El Señor le respondió: "¿Qué quieres entonces?". "Lo que quiero" dijo ella, "es tu Corazón".
"Y el Señor le dijo: 'Más bien, soy Yo quien quiere tu Corazón'. Y ella contestó: 'Que así sea, Señor, pero que Tú pongas el amor de tu Corazón en mi corazón y que yo posea mi corazón en Ti, asegurándome a partir de ahora tu auxilio en todo momento'. Y, a partir de entonces, hubo una comunicación de corazones. [1]".
Pero fue a partir de la primera mitad del siglo XIII cuando este tipo de experiencias se multiplicaron. Conviene citar aquí, solo las de santos y beatos, cuya autenticidad de los fenómenos místicos no puede ponerse en duda: Santa Margarita de Cortona (1247-1297), Beata Ida de Lovaina (1243-1300), Beata Ángela de Foligno ( 1248-1309), Beato Jacques de Blacon (+1301), Beata Clara Agolanti (1282-1346), Santa Brígida de Suecia (1303-1373), la gran Catalina de Siena (1347-1380), Santa Francesa Romana (1384- 1440), Santa Juana Valois (1464-1505), Beata Battista Varani (1458-1527), San Pedro de Alcántara (1499-1562), Santa Catalina de Ricci (1522-1590), Santa María Magdalena de Pazzi (1566-1607), Santa Rosa de Lima (1586-1617), Beata Juana María Bonomo (1606-1670)…
Centrémonos brevemente en tres místicas del siglo XIII, religiosas del monasterio de Helfta, en Sajonia, una de las cuales ocupa un lugar preponderante en la historia de la devoción al Sagrado Corazón. Primero, durante la segunda mitad del siglo XIII, Santa Matilde de Hackerborn, quien recibió numerosas revelaciones.
Podemos citar esta hermosa oración que Nuestro Señor le enseñó: “Un día, el Señor dijo a Matilde: 'Por la mañana, al levantarte, saluda el Corazón tierno y fuerte de tu dulcísimo amado porque de Él todo bien, toda alegría, toda felicidad ha fluido, fluye y fluirá sin fin en el cielo y en la tierra. Usa todas tus fuerzas para derramar tu propio corazón en este Corazón divino diciéndole:
'¡Alabanza, bendición, gloria y salvación al dulcísimo y benévolo Corazón de Jesucristo, mi fidelísimo amado! Te doy gracias por el fiel cuidado con el que me preservaste esta noche y por haber rendido a Dios Padre alabanzas y acciones de gracias en mi nombre. Y ahora, oh mi único amor, te ofrezco mi corazón miserable como una rosa recién florecida cuyo encanto atrae las miradas durante todo el día y cuya fragancia alegra tu divino corazón.
'Te ofrezco mi corazón, para que lo uses como copa, donde puedas saborear tu propia dulzura en todo lo que te dignaras operar en mí durante este día. Te ofrezco mi corazón como una granada exquisita, digna de tu mesa real. Por favor, tómalo por completo y deja que él, a su vez, se deleite en ti solo. Haz, te lo ruego, que hoy todos mis pensamientos, todas mis palabras, todas mis acciones y mi voluntad, sean incluso reguladas por el beneplácito de Tu benigna Voluntad. Amén. [2]"
Su contemporánea, Matilde de Magdeburgo, tuvo el privilegio de ver el Corazón de Nuestro Señor. Un poco más tarde, Santa Gertrudis recibió muchas gracias místicas extraordinarias en las que el Sagrado Corazón se le presentó como objeto de sus deseos, como fuente de toda gracia y como intercesor ante el Padre. Citemos dos extractos de un libro muy leído en la Edad Media en los monasterios, el Heraldo del Amor Divino:
“Mira, pongo ante los ojos de tu alma mi Corazón dulcísimo, instrumento melodioso de la siempre adorable Trinidad, para que le pidas con toda confianza supla todo lo que tú no puedes realizar. Pídele que repare tus faltas, las debilidades de tu vida; entonces tus obras serán perfectas y agradables ante mis ojos...
"En todo momento puede reparar tus negligencias... Mi Divino Corazón, conocedor de la fragilidad e inestabilidad humanas, desea y espera siempre con anhelante deseo, que lo instéis, si no con palabras al menos con alguna señal, a perfeccionar las acciones de tu vida, y realice en tu lugar lo que tú te sientes incapaz de realizar. [3]".
El segundo extracto es uno de los textos principales sobre el Sagrado Corazón antes de las apariciones de Paray-le-Monial que, en cierto modo, anuncia. Leemos allí el ardiente deseo de Dios de dar a conocer esta devoción al mundo. Santa Gertrudis tiene una visión del apóstol San Juan:
"Como la santa se entregara por entero a los impulsos de su devoción durante el rezo de los Maitines, se le apareció el discípulo predilecto de Jesús colmándola de demostraciones de amistad... Dijo Gertrudis: '¿Qué gracia podría conseguir yo, ruin criatura, en vuestra amabilísima fiesta?'
'Ven conmigo', contestó San Juan, 'ya que eres la elegida de mi Señor, y juntos descansemos en el amoroso pecho de Jesús, que encierra los tesoros de toda dicha'.
"Y, tomándola consigo, la llevó junto a nuestro Salvador, dejándola a su derecha mientras él se situaba a la izquierda. Y mientras ambos descansaban dulcemente sobre el pecho del Señor Jesús, el bienaventurado Juan, tocando con respetuosa ternura el pecho del Señor, dijo:
"'Este es el Santo de los santos, que atrae hacia Él todo el bien del cielo y de la tierra'... Yo te he colocado junto a la llaga para que pudieras saborear más a gusto la suavidad y el consuelo que derrama el amor divino sobre cuantos lo desean'.
"Y como la santa experimentara inefable deleite al percibir los dulcísimos latidos del Sagrado Corazón, hubo de preguntar a San Juan: 'Decidme, predilecto del Señor, estos latidos que ahora me embelesan ¿no os causaron celestial dulzura cuando reclinabais la frente en el pecho de Jesús durante la última Cena?'
"Él respondió: 'es cierto, y mi alma quedó embebida por su suavidad como un bocado de pan tierno queda endulzado por la miel más exquisita'. 'Siendo esto así', repuso la santa, '¿por qué fue tan riguroso vuestro silencio hasta el punto de no escribir una sola palabra que nos lo diese a entender, con gran provecho de nuestras almas?'
"Él respondió: 'La misión que se me confió fue la de escribir, con destino a la Iglesia primitiva, unos breves conceptos acerca del Verbo increado de Dios Padre; conceptos suficientes para satisfacer las ansias de verdad del humano linaje, que jamás llegará a comprenderlos plenamente.
En cuanto a la suavidad de estos latidos, quedaba reservado el conocerla a estos últimos tiempos, a fin de que el mundo, entumecido por la edad, recobre algún calor de amor divino al oír la revelación de tan altos misterios'" [4].
El siglo XVII
La devoción al Corazón de Jesús aumentó de siglo en siglo, y particularmente en el siglo XVII. A ello contribuyó San Francisco de Sales, cuya influencia es considerable.
Escribió las siguientes líneas a una religiosa: "¡Oh, hija mía!, si miráis su Corazón, será imposible que no os plazca, pues es un Corazón tan dulce, tan suave, tan condescendiente, tan amoroso, tan enamorado de las débiles criaturas, con tal de que ellas reconozcan su propia miseria, tan lleno de gracia para con los miserables, tan bueno con los penitentes! ¿Y quién no amaría este Corazón leal, paternalmente maternal para con nosotros[5]?"
Este santo quiso poner bajo este patrocinio la congregación que fundó con Santa Juana de Chantal: "Dios me ha dado esta noche el pensamiento de que nuestra casa de la Visitación es, por gracia suya, suficientemente noble y digna de consideración como para tener escudo, armas, divisa y consigna de guerra propios.
"He pensado pues, querida Madre, si os parece, que es menester que tomemos como escudo un único corazón traspasado por dos flechas encerrado en una corona de espinas, y que este pobre corazón sirva de base a una cruz que lo remate y lleve grabados los sagrados nombres de Jesús y María. Hija mía, os diré en nuestra primera entrevista mil pequeños pensamientos que se me han ocurrido sobre este tema; porque, en verdad, nuestra pequeña Congregación es obra del Corazón de Jesús y de María.
"Muriendo el Salvador nos ha dado la vida por la herida de su Sagrado Corazón, por tanto es muy justo que nuestro corazón permanezca siempre, mediante una esmerada mortificación, rodeado por la corona de espinas que ciñó la cabeza de nuestro Señor mientras el dolor le mantuvo atado al trono de sus mortales dolores. [6]"
Así, la Orden de la Visitación, de la que iba a formar parte Santa Margarita María, estaba plenamente preparada para recibir el tesoro de las apariciones de Paray-le-Monial. Además, durante este siglo, muchas religiosas de la Visitación fueron bendecidas por el Sagrado Corazón con numerosas gracias místicas.
Poco después, el Señor Ollier fundó la Sociedad de Sacerdotes de San Sulpicio para la formación de sacerdotes; fue bendecido con la visión del Sagrado Corazón. Su influencia tuvo un profundo efecto en el clero, con la Escuela Francesa de Espiritualidad que inició con el Cardenal de Bérulle y el Padre de Condren, que también hablaron del Corazón de Jesús. Esta escuela ejerció una influencia considerable en el clero francés.
San Juan Eudes
Por último, debemos a San Juan Eudes el honor de haber sido el apóstol del culto litúrgico al Corazón de Jesús. Hasta su época, la devoción al Sagrado Corazón había permanecido en el ámbito privado.
En 1641, fundó la Orden de Nuestra Señora de la Caridad para acoger a mujeres penitentes. La finalidad de la Orden era "imitar la más ardiente caridad con que los Corazones de Jesús y María se encienden hacia las almas de las niñas y mujeres que han caído".
En 1643, fundó la Congregación del Seminario de Jesús y María, sobre la que escribió: "Todos los eclesiásticos de la Congregación de Jesús y María tienen un gran motivo de consuelo y una obligación muy especial de dar gracias a Nuestro Señor y a su Santísima Madre por haberlos llamado y recibido en una Congregación que pertenece, de manera muy especial, a su amantísimo Corazón...".
"En primer lugar, porque esta Congregación está enteramente dedicada y consagrada a este divino Corazón, y uno de los principales fines para los que fue erigida es honrar particularmente este augustísimo Corazón, al que considera y respeta como su primer y principal Patrono, y como la regla y ejemplo que propone a sus hijos, para que se esfuercen en conformar a él los sentimientos y afectos de sus corazones.
"En segundo lugar, porque todas las iglesias y capillas de esta Congregación están dedicadas y consagradas al honor de este santísimo Corazón...
"En tercer lugar, porque fue en esta Congregación donde comenzó la celebración solemne de las fiestas del admirable Corazón de Jesús y de María.
Después de escribir un Oficio en honor del Corazón de María, aprobado en 1648 por el obispo de Autun para su diócesis, compuso un oficio en honor del Corazón de Jesús. En 1670 obtuvo del obispo de Rennes el permiso para celebrar en su seminario la fiesta del Corazón Adorable de Nuestro Señor Jesucristo. En los años siguientes, varias diócesis hicieron lo mismo. Dio instrucciones a su congregación para que celebraran dignamente esta fiesta:
"Mis queridos y amados hermanos,
"Nuestro muy amado Salvador nos ha concedido la gracia inexplicable de darnos en nuestra Congregación el Corazón admirable de su santísima Madre. Pero su bondad que no conoce límites no se ha detenido allí, y ha pasado adelante, al darnos su propio Corazón para ser, con el Corazón de su gloriosa Madre, el fundador, el superior, el principio y el fin, el corazón y la vida de esta Congregación. (...)
"Abracemos con alegría y júbilo la solemnidad del divino Corazón de nuestro amantísimo Jesús. He aquí el oficio y la misa, que os envío, aprobados por todos nuestros prelados. Pongamos todo el cuidado, diligencia y fervor posibles para celebrarla bien.
"Para ello: 1° Invitad a todos nuestros amigos y a todas las personas devotas. 2° Que se publique... Que se predique. 3° Ayunar en la vigilia de la fiesta. 4° Hacer que doce pobres cenen en el refectorio la víspera o la vigilia.
"Por último, os imploro, mis queridísimos hermanos, que celebréis esta fiesta con toda la devoción y solemnidad de que seáis capaces. [7]"
Paray-le-Monial: culminación y punto de partida
Con San Juan Eudes, fallecido en 1680, llegamos a Santa Margarita María. Ingresó en el convento de la Visitación de Paray-le-Monial en 1671 y recibió numerosas revelaciones del Sagrado Corazón, sobre todo entre 1673 y 1675. Reservando estas apariciones para otros artículos, no nos detendremos en ellas, pero ya podemos plantearnos la cuestión de su lugar en la devoción al Sagrado Corazón. ¿Qué han añadido a todo lo que ya se había dicho?
Hemos demostrado suficientemente que esta devoción no nació en Paray-le-Monial. Ya en el Evangelio, y después por numerosos Padres de la Iglesia, doctores, santos y místicos, el Corazón de Jesús había sido designado como el símbolo del amor del Verbo Encarnado, como el objeto de todos los deseos, como el lugar de descanso para las almas cansadas, la fuente inagotable de misericordia, el modelo y la fuente de todas las virtudes. Todo esto lo encontramos en Santa Margarita María.
En primer lugar, parece que un aspecto de la devoción al Sagrado Corazón, sin ser completamente original ni nuevo, ha sido particularmente subrayado y explicado en Paray-le-Monial: el de la reparación. El Corazón de Jesús es un corazón que sufre la ingratitud, el desprecio y la indiferencia de los hombres, y espera la reparación de las almas de buena voluntad.
Las apariciones de Paray-le-Monial contribuyeron también en gran medida a popularizar la devoción al Sagrado Corazón. Por primera vez desde el Evangelio, se dirigía a todos los hombres a través de una humilde religiosa, y quería dar a conocer "este Corazón que tanto ha amado a los hombres". La novedad fue la misión explícita encomendada a Santa Margarita María de trabajar por su reinado y difundir su culto por todas partes.
Estas apariciones, cuyo aniversario celebramos, son a la vez la culminación de una poderosa corriente enraizada en el Evangelio, y el punto de partida de una inmensa oleada de fervor, gracias a la cual la fiesta del Sagrado Corazón se celebra en toda la Iglesia universal. Innumerables personas, sociedades, comunidades religiosas y países se consagraron al Corazón de Jesús, y la práctica de la Hora Santa y de la comunión reparadora se extendió por doquier.
Por eso podemos hacer nuestras estas líneas del Padre Ladame: "Paray y las revelaciones hechas a Santa Margarita María dieron un impulso extraordinario a la Iglesia en favor del culto al Sagrado Corazón. No fue una generación espontánea, porque todo estaba dispuesto para un vasto desarrollo de esta devoción.
"Pero aún hacía falta un impulso, y fue Cristo mismo quien lo dio por medio de su confidente y por el celo apostólico de quienes, después de ella, aceptaron transmitir el mensaje que había recibido. [8]"
Padre Bernard Jouannic
[1] Acta Sanctorum, Iun. IV (1707), 193.
[2] Santa Matilde, El Libro de la Gracia Especial
[3] Santa Gertrudis, El Heraldo del Amor Divino
[4] Ibidem.
[5] San Francisco de Sales, Carta a una religiosa, 18 febrero 1618.
[6] San Francisco de Sales, Carta de Santa Juana de Chantal, 10 junio 1611.
[7] San Juan Eudes, extractos de Circular a los Insitutos.
[8] Padre Ladame, Los Hechos de Paray, p. 14.
Fuente: Marchons Droit – FSSPX.Actualités
Imagen: Congregation of Our Lady of Charity of the Good Shepherd