El Papa Francisco simplifica los funerales papales

Fuente: FSSPX Actualidad

Funeral del Papa emérito Benedicto XVI

El 19 de noviembre de 2024, la Santa Sede publicó nuevas normas destinadas a simplificar los funerales de un pontífice: el Papa Francisco pretende demostrar su rechazo definitivo a los antiguos rituales pontificios y a la pompa heredada de las tradiciones de la Iglesia romana, incluso en la muerte.

Las últimas voluntades de los soberanos pontífices se caracterizan a veces por su originalidad cuando se miran a distancia de algunos siglos: por ejemplo, León XII (Annibale della Genga, Papa de 1823 a 1829) quiso que su corazón fuera retirado y enterrado en la basílica romana de los Santos Vicente y Anastasio.

El actual inquilino de Santa Marta pretende, en cambio, suprimir toda la pompa de los últimos honores tributados a los restos mortales del vicario de Cristo. El bulldozer de la reforma litúrgica -que ya había pasado por encima del rito de los funerales papales- había dejado sin embargo algunas costumbres prehistóricas a los ojos de los progresistas.

Por ejemplo, el cuerpo del pontífice romano fallecido se colocaba en un ataúd de ciprés, que a su vez se colocaba en otros dos féretros, uno de plomo y otro de roble. A partir de ahora, los carpinteros vaticanos tendrán menos trabajo: solo será necesario un ataúd.

Si bien se mantiene el número de tres "estaciones" observadas en los ritos funerarios de los Papas, se modifica su contenido: la primera estación incluye la novedad de la declaración de defunción en la capilla privada del pontífice fallecido -y ya no en su dormitorio-, así como el depósito del cuerpo en el único ataúd de madera antes de ser trasladado a la basílica.

Los sediarii, que antes transportaban solemnemente los restos mortales del Papa en una camilla ricamente decorada, se limitarán ahora a un oficio similar al de los portadores de una funeraria...

Durante la segunda estación, que siempre tiene lugar en la basílica de San Pedro, el féretro ya no se colocará sobre un catafalco y, como señala el portal de información del Vaticano, "de acuerdo con las disposiciones del Cæremoniale Episcoporum para las exequias de los obispos diocesanos, la férula papal -signo de autoridad- no se colocará junto al féretro durante esta exposición".

Por último, la tercera estación siempre es el traslado del féretro al sepulcro y a la inhumación. "Esta estación se ha racionalizado considerablemente", explica monseñor Diego Ravelli, maestro de ceremonias litúrgicas pontificias del Vaticano. Cabe señalar que ahora un Papa puede ser enterrado en otro lugar que no sea la cripta de la basílica vaticana, como teóricamente será el caso del pontífice argentino, que desea hacer de la basílica liberiana su última morada.

El nuevo ritual "ha sido pensado también para subrayar aún más que el funeral del Romano Pontífice es el de un pastor y un discípulo de Cristo, y no el de un poderoso de este mundo", explicó monseñor Ravelli. "De hecho, se parecerá más al funeral de un obispo diocesano que al de un monarca", analiza con razón Massimo Faggioli, profesor de teología en la Universidad de Villanova.

Porque detrás de un empobrecimiento litúrgico que los partidarios del actual pontificado quieren ver como un signo de profunda sencillez -la tiara y los ornamentos litúrgicos nunca han impedido a los Papas vivir con humildad y espíritu de pobreza- se expresan sobre todo las concepciones de Francisco: el Papa, obispo de Roma, viviendo y muriendo como obispo, en pie de igualdad con todos los demás obispos, demostrando la colegialidad de Vaticano II.

Francisco ha intentado, al menos en los textos, promover esta idea, aunque su gobierno se haya acercado más al de un "tirano". Pero quiere continuar con la degradación del papado hasta su funeral.