El Papa Francisco y la sinodalidad ecológica
Pontificia Universidad Lateranense
Desde hace varios años, la predicación y la actividad del Papa Francisco se han centrado casi exclusivamente en el tema de la migración. Hoy, sin embargo, el Pontífice parece completamente absorto en otro tema muy importante para él, el de la ecología, que curiosamente se cruza con la sinodalidad, tema tautológico del próximo Sínodo de los Obispos.
Aquellos que siguen las noticias vaticanas sabrán que es imposible no percatarse de la omnipresencia del tema ecológico, presente en la actividad del Pontífice en los últimos tiempos.
En particular, toda la actividad pública del Vaticano, que trabaja en estrecha colaboración con el Patriarcado de Constantinopla y la Comunión anglicana, se ha centrado recientemente en la preparación del encuentro Cop26 en Glasgow, del 31 de octubre al 12 de noviembre.
Se trata de una iniciativa de las Naciones Unidas, donde 190 líderes mundiales se reunirán con decenas de miles de negociadores -según informa el sitio web oficial- para elaborar un plan contra el cambio climático.
El objetivo será establecer medidas para reducir el aumento de la temperatura global para el año 2030, un aumento considerado como el resultado de la actividad humana, con cambios radicales en los planes y en el consumo de energía.
La Santa Sede está particularmente comprometida, con sus socios ecuménicos, para que este encuentro mundial funcione lo mejor posible y para cumplir su parte a fin de que el compromiso ecológico sea percibido como un verdadero deber espiritual, según las prescripciones de la encíclica Laudato si'.
La febril actividad ecológica y ecuménica del Papa
El 7 de octubre a las 9 a.m., Francisco visitó la Universidad de Letrán, acompañado por Bartolomé de Constantinopla y la directora de la UNESCO, Audrey Azoulay, para inaugurar el nuevo ciclo de estudios en ecología y medio ambiente.
Allí pronunció un discurso llamando a una acción concreta y urgente, pero derivada de un "esfuerzo por formar una conciencia ecológica y desarrollar la investigación para proteger la casa común".
En efecto, para el Papa, como también explica Laudato si', es necesaria una verdadera "conversión ecológica": las religiones deben transmitir el mensaje de que el mundo es un todo interconectado, sede de lo divino, que debe ser respetado de manera sagrada.
La encíclica n° 235 nos recuerda esto: Cristo unió a su Persona una parte del universo material, como semilla de una transformación total del Cosmos, en un sentido muy cercano al del jesuita panteísta Teilhard de Chardin, también citado como fuente en la encíclica.
Por la tarde del mismo día, el Papa estuvo en el Coliseo para rezar con todos los líderes religiosos del mundo a favor de la "casa común", la tierra, promoviendo la fraternidad en el sentido de la encíclica Fratelli tutti, como condición para trabajar juntos por el bienestar de la Tierra.
El Papa, Bartolomé y Welby
Parece que ahora los dos líderes religiosos: el "patriarca" de Constantinopla, Bartolomé, y el "arzobispo" de Canterbury, Justin Welby, a cargo de las comunidades en vías de desaparición, están encontrando la manera de renovar su autoridad en Roma.
En su discurso de Letrán, el Papa elogió al "patriarca de Constantinopla" Bartolomé, inspirador de Laudato si', que en la práctica es un ortodoxo modernista que no dudó en reconocer a la Iglesia autocéfala ucraniana, rompiendo relaciones con Moscú, es decir, con la mayoría de sus correligionarios, con el fin de satisfacer al Departamento de Estado estadounidense del que depende. Pero para Francisco, es una "gran luz".
Los tres firmaron juntos un mensaje para la Cop26, invitando a todas las Iglesias y comunidades religiosas a rezar por este importante suceso, del que parece depender la salvación de la tierra. Los tonos y términos del mensaje son textualmente los mismos que cualquiera de los discursos de Greta Thurnberg, que el lector puede verificar fácilmente.
Es necesario escuchar el "clamor de la tierra"; y la "pandemia" se convierte en una oportunidad para comprender que nadie se salva hasta que todo el mundo esté a salvo. Como anunciando que lo vivido con la pandemia también debe ser útil para la preservación del planeta...
La sinodalidad, que será un tema dominante dentro de la Iglesia durante los dos años del próximo sínodo, parece que por el momento es vivida especialmente con los "obispos" heréticos y cismáticos, ahora inseparables del Papa Francisco. En el pasado, alabar o colaborar con herejes, incluso en asuntos humanos, se consideraba sospechoso de herejía.
Los consejos de Welby
Los medios vaticanos, en este clima ecuménico que no parece querer cambiar, publicaron una larga entrevista con el autoproclamado arzobispo de Canterbury, Justin Welby. Este último se encuentra actualmente en Roma para prepararse para la Cop26 y la reunión en el Coliseo. Habló con entusiasmo acerca de la reunión del lunes 4 de octubre en el Vaticano como una preparación para Glasgow.
Asimismo, afirmó que había "religiones presentes que representan quizás el 80% del mundo". "Los grupos confesionales deben guiar a la opinión pública", dijo Welby, citando un pensamiento que le sugirió el presidente italiano Sergio Mattarella: el papel es claro, servir como portavoz de las decisiones de los poderosos para convencer a los más pequeños.
Existe un parlamento de religiones, presidido por el obispo de Roma, que representa el brazo espiritual de la ONU. Welby lo describe sin ambigüedades, para quienes aún tienen dudas. Casi parece que, a cambio de renunciar al reclamo exclusivo de la Iglesia Romana a la universalidad, el mundo ofreció a los Papas la presidencia de esta nueva confederación.
La discusión se pone interesante cuando Welby ofrece sus consejos sobre cómo introducir la sinodalidad en la Iglesia católica, basándose en la experiencia anglicana al respecto. Welby señala que los laicos también están involucrados en los "sínodos" y cita su diálogo con el Papa Francisco:
"Durante nuestra reunión del martes por la mañana, hablamos sobre la necesidad de que la Iglesia no se paralice, que no se quede inmóvil, sino que esté en movimiento. Y aquí creo que tenemos la misma comprensión de la eclesiología, de lo que significa ser Iglesia, es decir, caminar juntos.
"Y el Sínodo, en su mejor sentido, nos permite caminar juntos, escuchándonos con atención; fortaleciendo a los débiles y permitiendo que los fuertes sirvan a los débiles, en vez de dominarlos".
En la visión modernista, ahora común a todos, el Sínodo representa la escucha de la parte viva de la Iglesia (el pueblo) para captar el soplo vital del Espíritu, que impulsa hacia nuevas verdades. Esta es la forma de iniciar los procesos, como diría el Papa Francisco: los procesos de mutación de la fe. El Papa Francisco ya lo dijo en 2014, antes del Sínodo sobre la Familia:
"El Sínodo de los Obispos debe convertirse cada vez más en un instrumento privilegiado para escuchar al Pueblo de Dios: 'Pidamos ante todo al Espíritu Santo, para los padres sinodales, el don de la escucha: escucha de Dios, hasta escuchar con Él el clamor del pueblo; escucha del pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama'".
Si esta nueva revelación es "infundida" por la escucha del pueblo o de las élites, lo dejamos a criterio de nuestros lectores.
Fuentes: Saint-Siège/Vatican news/Cop26 – FSSPX.Actualités
Imagen: calu777, CC BY 2.0, via Wikimedia Commons