El Papa en Irak: entre la esperanza y la incertidumbre

Fuente: FSSPX Actualidad

El Papa Francisco durante su encuentro con el gran ayatolá Ali al-Sistani

La histórica visita del Papa Francisco a Irak, del 5 al 8 de marzo de 2021, fue testigo de la proliferación de gestos simbólicos, especialmente hacia los cristianos orientales, pero también a los kurdos y la comunidad musulmana chiita. En esta tierra bíblica plagada de guerras y conflictos, ¿qué balance se puede extraer del trigésimo tercer viaje apostólico del pontífice argentino?

Antes de 2003, el año de la invasión estadounidense y la caída de Saddam Hussein, el número de cristianos se estimaba entre 1.2 millones y 1.5 millones en Irak. En 2021, la Oeuvre d'Orient calcula que los cristianos van de 300,000 a 500,000, es decir, alrededor del 1% de la población iraquí.

En otras palabras, la visita histórica de un Papa al país fue motivo de esperanza para la pequeña minoría cristiana al borde de la extinción.

Los símbolos en el 33° viaje apostólico del Papa Francisco -el primero desde el inicio de la epidemia Covid-19- no faltaron: oraciones en las ruinas de Mosul y en la iglesia de Qaraqosh destruidas por la ocupación de la organización Estado Islámico, una visita con un fuerte acento ecuménico a Ur en Caldea, la patria de Abraham, o vista de una forma más política, al Kurdistán iraquí.

Sin olvidar el encuentro con el padre de un niño migrante muerto por ahogamiento y encontrado en 2015 en las costas de Turquía; así como la reunión, sin precedentes para un Papa, con el líder de la comunidad musulmana chiíta, el gran ayatolá Ali al-Sistani.

Para los cristianos iraquíes, perseguidos desde hace muchos años, la visita del Papa Francisco es "inolvidable" y "tendrá una gran influencia en la cultura iraquí", explicó el patriarca católico de rito caldeo, el cardenal Louis Raphaël Sako, quien citó el ejemplo de "este líder musulmán orgulloso de besar la mano del Papa delante de todos".

Voces discordantes

¿Un viaje por la historia? Muchos piensan que sí, mientras que otros análisis enfatizan que la visita del pontífice romano está lejos de haber calmado las tensiones políticas en el país: el encuentro, no planeado originalmente, entre el Papa y Massoud Barzani, una figura política importante en Kurdistán, habría despertado la ira de Bagdad, según La Croix.

Asimismo, los sunitas, que representan el 20% de los iraquíes, pudieron considerarse marginados: no había en la agenda ninguna reunión individual con algún alto dignatario sunita, mientras que la Santa Sede negoció, durante muchos meses, la reunión entre Francisco y el líder del islam chiíta.

El diario italiano Linkiesta -famoso por pertenecer a la centroizquierda- se expresó incluso con palabras severas, evocando un enfoque papal "inapropiado": dado el contexto de inestabilidad "la visita del Papa Francisco puede interpretarse como una provocación hacia las milicias sunitas o chiítas más implacables, y esto independientemente de las buenas intenciones de Francisco", escribió Carlo Panella.

El periodista de Linkiesta sostiene que las grandes tensiones religiosas que azotan a Irak, y más generalmente a Oriente Medio, no pueden "resolverse desde la distancia con el irenismo de la fraternidad" promovido por el actual pontífice romano. Asombrosa lucidez por parte de un periodista que no puede ser acusado de fundamentalismo...

Por no mencionar el hecho de que el ayatolá Ali al-Sistani, quien se negó a firmar el documento sobre la fraternidad universal a pesar de la propuesta del Vaticano, es el enemigo de los mulás de Teherán y Qom, algunos de los cuales intentaron asesinarlo en 2005.

En los próximos meses se verá si el histórico primer viaje del Papa a Mesopotamia mejorará la difícil situación de los cristianos en Irak y traerá algo de esperanza a una región devastada por las guerras.

O, por el contrario, traerá un poco más de confusión a esta tierra que alguna vez vio elevarse la Torre de Babel. De cualquier manera, ahora es el momento de orar por los cristianos orientales más que nunca.