El terrible testimonio de Mons. Viganò sobre el Card. McCarrick y sus colaboradores

Monseñor Carlo Maria Viganò.
El 26 de agosto de 2018, el diario italiano La Verità publicó un "testimonio" de 11 páginas. En el sector de habla inglesa fue publicado por National Catholic Register, Life Site News y EWTN. En el mundo de habla hispana, fue difundido por Infovaticana, y en la zona francoparlante por L'Homme nouveau, bajo el título "Para liberar a la Iglesia de la fétida ciénaga en que ha caído". Este documento, que fue presentado con antelación por su autor, Monseñor Carlo Maria Viganò, a los periodistas italianos Marco Tosatti y Aldo Maria Valli, denuncia la protección de Roma al Cardenal estadounidense Theodore McCarrick, depredador homosexual, quien fue forzado a renunciar del Colegio Cardenalicio a finales de junio.
Un testimonio dramático
A continuación presentamos el contenido más relevante del testimonio de Monseñor Viganò, ex nuncio apostólico en Estados Unidos, que ejerció dicho cargo de 2011 a 2016:
"Ahora que la corrupción ha llegado a los vértices de la jerarquía de la Iglesia, mi conciencia me impone revelar estas verdades relacionadas con el tristísimo caso del arzobispo emérito de Washington, Theodore McCarrick, de las que tuve conocimiento durante el transcurso de los cargos que me fueron confiados."
Monseñor Viganò explica que dos nuncios apostólicos en los Estados Unidos, ambos predecesores suyos y fallecidos prematuramente, Monseñor Gabriel Montalvo (de 1998 a 2005) y Monseñor Pietro Sambi (de 2005 a 2011), "no dudaron en informar inmediatamente a la Santa Sede, desde el momento en que tuvieron conocimiento de la conducta gravemente inmoral del arzobispo McCarrick hacia los seminaristas y sacerdotes". Pero no recibieron ninguna respuesta por parte de Roma.
Fue a través del Cardenal Giovanni Battista Re, en ese entonces prefecto de la Congregación para los Obispos, que Monseñor Viganò supo que el Papa Benedicto XVI, al haberse enterado de la conducta indebida y escandalosa del Cardenal McCarrick, le exigió abandonar el seminario donde residía y le prohibió celebrar la Misa en público, participar en reuniones, dar conferencias y viajar, ordenándole, además, consagrarse a una vida de oración y penitencia.
La pregunta que surge es la siguiente: ¿Cómo es que McCarrick logró llegar hasta donde llegó: arzobispo de Washington, y cardenal, después de haber sido obispo de Metuchen (Nueva Jersey) y arzobispo de Newark (Nueva Jersey), si su conducta era tan terrible y gravemente pecaminosa?
Apoyo de alto rango
Monseñor Viganò atribuye el éxito de la carrera de McCarrick al Cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado de 1991 a 2006, y al Cardenal Tarcisio Bertone, su sucesor. Pero también acusa al secretario de Estado actual, el Cardenal Pietro Parolin. Cuando fue evidente que McCarrick no estaba obedeciendo las órdenes de Benedicto XVI, dado que viajaba por todo el mundo, Monseñor Viganò escribió al Cardenal Parolin para preguntarle si las sanciones seguían estando vigentes, pero nunca recibió respuesta. Hubo otros que sabían con certeza lo que estaba sucediendo y que guardaron silencio, escribe Monseñor Viganò, por ejemplo, el Cardenal William Levada, el Cardenal Leonardo Sandri, Monseñor Giovanni Angelo Becciu (actualmente cardenal), los Cardenales Giovanni Lajolo y Dominique Mamberti.
Monseñor Viganò precisa: "En lo que respecta a la Curia romana, por ahora me detengo, aunque son bien conocidos los nombres de otros prelados del Vaticano, también muy cercanos al Papa Francisco, como el cardenal Francesco Coccopalmerio y el arzobispo Vincenzo Paglia, que pertenecen a la corriente homosexual favorable a subvertir la doctrina católica respecto a la homosexualidad; corriente ya denunciada en 1986 por el cardenal Joseph Ratzinger, entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en su Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre el cuidado pastoral de las personas homosexuales. A la misma corriente, aunque con una ideología distinta, pertenecen también los cardenales Edwin Frederick O’Brien y Renato Raffaele Martino."
También en Estados Unidos todo mundo estaba enterado de la situación, comenzando por el Cardenal Donald Wuerl, sucesor de McCarrick en Washington, pero nadie dijo nada. Las declaraciones del Cardenal Wuerl, donde afirma que no sabía absolutamente nada al respecto, "son absolutamente ridículas", según Monseñor Viganò. En cuanto al Cardenal Kevin Farrell, actual prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, que, a su vez, ha afirmado no haber escuchado jamás sobre los abusos cometidos por el Cardenal McCarrick, Monseñor Viganò escribe: "Teniendo en cuenta su currículum en Washington, Dallas y ahora en Roma, creo que nadie puede, con toda honestidad, creer en lo que dice." Finalmente, sobre el Cardenal Sean O'Malley, arzobispo de Boston y jefe de la Comisión Vaticana para la Protección de Menores, Viganò afirma: "Me limito a decir que sus últimas declaraciones sobre el caso McCarrick son desconcertantes (...)".
El Papa ya había sido informado
El testimonio de Monseñor Viganò se vuelve aún más terrible cuando implica directamente al Papa Francisco. En Roma, en junio de 2013, se llevó a cabo una reunión con los nuncios de todo el mundo, a la que asistió Monseñor Viganò. Para su primera reunión con el nuevo soberano pontífice, el arzobispo italiano acudió a la Domus Sanctae Marthae, en donde se encontró con un Cardenal McCarrick sonriente y tranquilo, quien le expresó, no sin satisfacción: "El Papa me recibió ayer, ¡mañana parto para China!" - Él, a quien Benedicto XVI le había prohibido viajar y le había ordenado consagrarse a una vida de oración y penitencia.
Con respecto al apoyo proveniente de los más altos niveles de la Iglesia del que gozaba el Cardenal depredador, Monseñor Viganò escribe: "El Papa Francisco ha pedido en numerosas ocasiones total transparencia en la Iglesia, y a los obispos y fieles que actúen con parresía [libertad de palabra]. Los fieles de todo el mundo se la exigen también a él de manera ejemplar. Que diga desde cuándo tenía conocimiento de los crímenes cometidos por McCarrick abusando de su autoridad con seminaristas y sacerdotes. En cualquier caso, el Papa tuvo conocimiento de ellos a través de mí el 23 de junio de 2013, y siguió encubriendo a McCarrick, sin tener en cuenta las sanciones que le había impuesto el Papa Benedicto XVI y haciendo de él su fiel consejero junto con Maradiaga."
Y añade: "Sabía, por lo menos desde el 23 de junio de 2013, que McCarrick era un depredador en serie. Y aunque sabía que era un corrupto, lo encubrió a ultranza; es más, siguió los consejos que McCarrick le daba, y que no estaban ciertamente inspirados por sanas intenciones y por su amor a la Iglesia. Sólo cuando se vio obligado por la denuncia de un menor, y siempre en función del aplauso de los medios de comunicación, ha tomado medidas para, así, salvaguardar su imagen mediática."
Monseñor Viganò concluye proponiendo algunos remedios para esta situación tan dramática: "Es necesario proclamar un tiempo de conversión y penitencia. Es necesario que el clero y los seminarios recuperen la virtud de la castidad. Es necesario luchar contra la corrupción del uso impropio de los recursos de la Iglesia y de las donaciones de los fieles. Es necesario denunciar la gravedad de la conducta homosexual. (...)
"El Papa Francisco, en el Angelus del domingo 12 de agosto de 2018 ha pronunciado estas palabras: “Cada uno es culpable del bien que podía hacer y no hizo... Si no nos oponemos al mal, lo alimentamos de manera tácita. Es necesario intervenir donde el mal se difunde; porque el mal se difunde donde faltan cristianos valientes que se opongan con el bien”. (...) El Papa Francisco tiene que reconocer sus errores y, en coherencia con el proclamado principio de tolerancia cero, tiene que ser el primero en dar ejemplo a los cardenales y obispos que han encubierto los abusos de McCarrick y tiene que dimitir con todos ellos. (...) Es el momento ideal para que la Iglesia confiese sus pecados, para que se convierta y haga penitencia. Recemos todos por la Iglesia y por el Papa, ¡recordemos cuántas veces nos ha pedido que recemos por él!"
El 27 de agosto, el periodista francés Jean-Marie Guénois escribió: "La investigación realizada por Le Figaro desde la publicación de este documento, para la que entrevistó a cuatro fuentes muy diversas y bien informadas, todas pertenecientes al Vaticano, conducen a una misma conclusión: las lecciones obtenidas por Monseñor Viganò a partir del caso McCarrick son responsabilidad suya, pero será difícil negar la exactitud de los hechos descritos."

El Papa Francisco con Greg Burke, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
El silencio del Papa
A bordo del avión que lo llevó de regreso a Roma, luego de su visita a Dublín, el Papa Francisco fue interrogado por los periodistas sobre si tenía conocimiento desde el 2013 de los abusos perpetrados por el Cardenal McCarrick. Como respuesta, se limitó a dar esta evasiva declaración: "Lean cuidadosamente el comunicado (el documento de 11 páginas de Monseñor Viganò) y saquen ustedes sus propias conclusiones. No voy a decir ni una sola palabra al respecto. Creo que el comunicado habla por sí solo. Y ustedes tienen las suficientes capacidades periodísticas para sacar sus conclusiones."
El 28 de agosto, el Cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago, acusado también por Monseñor Viganò, justificó el silencio del Papa en una entrevista para CBS News con estas palabras que dicen mucho sobre la mentalidad de los colaboradores de Francisco: "El Papa tiene una agenda más amplia. Debe hacerse cargo de otras cosas, hablar sobre el medio ambiente, la protección a los inmigrantes y seguir llevando a cabo el trabajo de la Iglesia (...) No vamos a complicarnos la existencia con este tipo de cosas (i.e. el testimonio de Viganò)."
Los detractores de Monseñor Viganò
Los prelados acusados por Monseñor Viganò reaccionaron casi al unísono. El Cardenal Wuerl declaró que, durante todo su mandato como arzobispo de Washington, jamás se ha presentado nadie para decirle: "El Cardenal McCarrick abusó de mí", ni se ha hecho alguna acusación de este tipo. Según el Cardenal Wuerl, la única razón por la que podría cuestionar el ministerio del arzobispo McCarrick sería si recibiera información comunicada por Monseñor Viganò o por otras fuentes de la Santa Sede. "Tal información jamás me ha sido proporcionada", afirmó. - Recordatorio: el Cardenal Wuerl, obispo de Pittsburgh, Pensilvania, durante 18 años, de 1988 a 2006, fue nombrado en la investigación del Gran Jurado de Pensilvania sobre los abusos sexuales (14 de agosto de 2018), como uno de los obispos culpables de haber encubierto conductas abusivas.
Monseñor Joseph Tobin, implicado expresamente en el testimonio de Monseñor Viganò, expresó "su tristeza y consternación" por las acusaciones del ex nuncio en Washington. El arzobispo de Newark considera que tales acusaciones jamás podrán ser consideradas como una contribución para sanar las heridas de las víctimas de abusos sexuales, y denuncia también los "errores factuales" mencionados por Monseñor Viganò, sus insinuaciones y la "ideología escalofriante" (sic) de su "testimonio".
El vaticanista Andrea Tornielli - quien es tan cercano al actual Papa que tiene la reputación, entre sus colegas, de escribir únicamente lo que el Vaticano le dicta -, denunció las acusaciones del ex nuncio apostólico. En el sitio web Vatican Insider y en el diario La Stampa, Tornielli afirma que las acusaciones contra el Papa Francisco y la demanda de su renuncia forman parte de una amplia campaña de desestabilización lanzada contra el pontífice argentino, organizada por los círculos conservadores y fundamentalistas a los que pertenece Monseñor Viganò.
En el mismo sitio Vatican Insider, el Cardenal Kevin Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, también cuestionado seriamente por Monseñor Viganò, afirmó descaradamente: "Jamás vi al Cardenal McCarrick comportarse de manera inapropiada", añadiendo que el ex arzobispo de Washington tiene una "gran reputación", que fue elegido por el Papa, y que durante el tiempo que trabajó a su lado jamás recibió ninguna "denuncia" en su contra. "¿Por qué debería haber pensado que había algo malo con su comportamiento?", se pregunta.
La actitud del cardenal Daniel DiNardo es un poco más cautelosa. El arzobispo de Galveston-Houston, en Texas, y presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (USCCB), afirma que las acusaciones de Monseñor Viganò ponen de relieve "con una urgencia y enfoque particular" la necesidad de un análisis sobre las razones por las que "los graves errores morales de un hermano obispo (McCarrick) pudieron haber sido tolerados por tanto tiempo sin que nadie los impidiera." El Cardenal estadounidense cree que las preguntas formuladas por Monseñor Viganò "merecen respuestas definitivas" basadas en evidencias.
Los defensores de Monseñor Viganò
Para hacer frente a los oponentes de Monseñor Viganò, un gran número de obispos ha levantado la voz para defenderlo. El obispo de Tyler, Texas, Monseñor Joseph Strickland, leyó durante las Misas celebradas el domingo 26 de agosto el documento del ex nuncio, reconociendo que las acusaciones contenidas en este testimonio eran "creíbles".
En Holy Spirit Radio, Monseñor Dennis Schnurr, arzobispo de Cincinnati, Ohio, solicitó, en vista de las acusaciones hechas por Monseñor Viganò, que se abriera el expediente del Cardenal McCarrick, afirmando que ésta es "la única solución para llegar al fondo del asunto". En un comunicado realizado el 28 de agosto, Monseñor Paul Stagg Coakley, arzobispo de Oklahoma City, expresó su "profundo respeto" por Monseñor Viganò, reconociendo su "integridad", y exigiendo también una investigación sobre la asombrosa trayectoria del Cardenal McCarrick.
El Padre Jean-François Lantheaume, que fungió como consejero de la nunciatura de Washington antes de la llegada de Monseñor Viganò en 2011, le expresó su apoyo en su página de Facebook: "Yo fui su consejero en Washington, lo vi reflexionar y actuar en situaciones sumamente delicadas, y es un hombre de Dios, que reza y que ayuna, un hombre verdaderamente entregado a Dios; un hombre de oración sin ambigüedades, un hombre íntegro y dedicado completamente al servicio de la Santa Sede, ¡de la que no ha recibido más que ingratitudes y calumnias!" Y añadió: "Monseñor Viganò dice la verdad. Yo soy testigo. El nuncio Viganò es el prelado más íntegro que conozco en el Vaticano."
El 27 de agosto, en el sitio web LifeSiteNews, Monseñor Athanasius Schneider, obispo auxiliar de Astana en Kazajstán, declaró: "No hay motivos razonables ni verosímiles para dudar de la veracidad del contenido del documento publicado por el arzobispo Carlo Maria Viganò». Y añadió de forma clara: "Es completamente insuficiente, y poco convincente, que las autoridades eclesiásticas sigan haciendo llamamientos para que no se toleren en ningún caso abusos sexuales por parte de sacerdotes y para que dejen de encubrirse esas situaciones. También son insuficientes las estereotipadas peticiones de perdón por parte de autoridades de la Iglesia. Dichos pedidos de tolerancia cero y de perdón sólo serán dignos de crédito si las autoridades de la Curia ponen las cartas sobre la mesa dando a conocer el nombre y apellido de todos los miembros de la Curia -sea cual sea su cargo y título- que hayan encubierto abusos de menores y de subordinados." - Evidentemente, una declaración de este tipo tendría que ir precedida de un verdadero juicio canónico, y no mediático; de lo contrario, esta "transparencia" sólo sería un linchamiento mediático.
Monseñor Viganò ha respondido a muchos de sus detractores, refutando una a una sus acusaciones: el 28 y 31 de agosto en el blog del periodista Aldo Maria Valli, el 1 de septiembre en el sitio web LifeSiteNews. A la pregunta formulada por Aldo Maria Valli: "¿Qué opina de las distintas reacciones a la publicación de su testimonio?", Monseñor Viganò respondió: "Como usted sabe, las reacciones son contradictorias. Hay quienes no dejan de buscar lugares para extraer veneno con los cuales destruir mi credibilidad. Alguien incluso escribió que fui hospitalizado dos veces bajo tratamiento obligatorio por uso de drogas. Están también quienes imaginan conspiraciones, complots políticos, complots de todo tipo, etc., pero también hay muchos artículos de agradecimiento, y tuve la oportunidad de ver mensajes de sacerdotes y fieles que me lo agradecen, porque mi testimonio ha sido para ellos un rayo de esperanza para la Iglesia."
El 29 de agosto, el vaticanista Marco Tosatti, acusado de ser el verdadero autor de la carta de Monseñor Viganò, declaró: "Mi contribución no fue más que una edición profesional, es decir, que trabajamos en el proyecto, cuyo material era exclusivamente del nuncio, para verificar que el documento fuera fácil de leer y utilizable periodísticamente". Y considera que las acusaciones lanzadas en su contra son "una señal de desesperación de aquellos que intentan distraer desde el silencio y la negativa a dar respuesta a una cuestión que está siendo muy dura para muchos católicos”.
Pero los mejores defensores de Monseñor Viganò son, sin duda alguna, los documentos que han surgido a la luz desde que publicó su testimonio. Por ejemplo, el documento de Monseñor Paul Bootkoski, obispo emérito de Metuchen (Nueva Jersey), donde el Cardenal McCarrick fungió como obispo de 1981 a 1986, en donde se demuestra - como informa el sitio infovaticana - "que la Iglesia estaba enterada (de la conducta indebida de este prelado), por lo menos desde el 2004, en lo que respecta a la diócesis de Metuchen; que el nuncio, Monseñor Gabriel Montalvo, fue informado de las denuncias hechas contra el Cardenal McCarrick desde diciembre de 2005; que existen los documentos y que la Iglesia debería, si no revelarlos, sí al menos consultarlos para refrescar su memoria". Infovaticana concluye afirmando lo siguiente: "la respuesta de Monseñor Bootkoski a Monseñor Viganò representa una confirmación de la credibilidad y de la gravedad de las valientes acusaciones del nuncio: la Iglesia lo sabía y no hizo nada al respecto."
También está la carta que incrimina al Vaticano, publicada el 7 de septiembre por la agencia de noticias Catholic News Service (CNS). Se trata de una carta del 2006, escrita por el Cardenal Leonardo Sandri, que ocupaba el cargo de sustituto de Asuntos Generales, donde hace mención de "asuntos graves" en un seminario estadounidense. El destinatario de la carta, el Padre Boniface Ramsey, profesor del Seminario de la Inmaculada Concepción en Nueva Jersey, declaró a CNS que estos "asuntos graves" estaban relacionados con el Cardenal McCarrick, acusado de abusos sexuales. En su carta, Monseñor Sandri hace referencia a una carta enviada por el Padre Ramsey a la nunciatura en noviembre del 2000, lo cual demuestra que la administración del Vaticano estaba enterada de esta situación. Esta carta del Cardenal Sandri respalda lo dicho por Monseñor Viganò, puesto que no se le dio ningún seguimiento a la misiva del Padre Ramsey: Monseñor McCarrick fue creado cardenal en 2001 y permaneció a la cabeza de la arquidiócesis de Washington hasta su retiro, en 2006.
Los protegidos del Cardenal McCarrick
El 25 de agosto, el vaticanista Sandro Magister denunció, enlistando los nombres, la red que se construyó alrededor del Cardenal McCarrick, "quien era uno de los principales defensores, entre los cardenales estadounidenses, del Estatuto de Dallas del 2002, es decir, de las directrices elaboradas como reacción a la primera ola de abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes, que tuvo como epicentro la arquidiócesis de Boston." Sin embargo, escribe Magister, "esto no modificó en nada su actitud personal hacia los jóvenes de su mismo sexo, actitud que era bien conocida por muchos y sobre la cual las autoridades vaticanas ya habían sido informadas, sin que su carrera se viera afectada en lo más mínimo."
"McCarrick continuó hasta el final, siendo escuchado atentamente por el papa Francisco, influyendo en los nombramientos de sus protegidos, que hoy ocupan cargos importantes en Estados Unidos y en el Vaticano: desde los cardenales Blaise Cupich y Joseph Tobin, arzobispos de Chicago y Newark respectivamente, hasta el cardenal Kevin Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, y hoy promotor del Encuentro Mundial de las Familias, llevado a cabo en Dublín."
"Cupich, Tobin y Farrell constituyen la punta de la lanza del derrocamiento de posiciones que el papa Francisco quiso imponer en la jerarquía de Estados Unidos. Los tres son fervorosos partidarios del jesuita James Martin, promotor de una revisión sustancial de la doctrina de la Iglesia Católica sobre la homosexualidad, e invitado por Farrell como expositor en el Encuentro de Dublín."
"Entre los cardenales de la vieja generación más apreciados por Bergoglio está también Donald Wuerl, sucesor de McCarrick en Washington y anteriormente obispo de Pittsburgh, donde el Gran Jurado de Pensilvania lo ha acusado – en un informe hecho público el pasado 14 de agosto – de haber encubierto a sus sacerdotes culpables de abusos. (ver nuestro artículo "Estados Unidos: 300 sacerdotes sospechosos de abusos cometidos entre 1947 y 2010")
"Entre las diócesis vecinas a Roma, la de Albano celebra todos los años un Foro de los “cristianos LGBT italianos”. En el próximo, que se llevará a cabo del 5 al 7 de octubre, participará el jesuita Martin, antes citado. El obispo de Albano es Marcello Semeraro, muy cercano a Francisco y secretario del “C9”, el concejo de los nueve cardenales convocados por el Papa para ayudarlo en el gobierno de la Iglesia universal."
"El coordinador del “C9” es el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, que también es expositor en Dublín, cuyo obispo auxiliar y discípulo, Juan José Pineda Fasquelle, ha sido despedido el pasado 20 de julio a causa de prácticas homosexuales habituales con seminaristas de su diócesis, confirmadas por una visita apostólica. Pero, inexplicablemente, Maradiaga permanece en su cargo."
¿Cómo puede ser posible tanta depravación, tanta complicidad, protegida por ese grado de silencio? Una hipótesis mencionada en la carta de Monseñor Viganò podría ofrecernos una explicación. El ex nuncio escribe en la página 4: "Si Sodano había protegido a Maciel, (Nota Editorial: Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo, un pedófilo que vivía con su pareja y que murió en 2008), como parece que así fue, no hay razón para que no protegiera también a McCarrick, que, en opinión de muchos, tenía los medios económicos para influir en las decisiones."
Los "medios económicos" del Cardenal McCarrick provenían de la Fundación Papal, cuyo modo de trabajo fue descrito por Michelle Boorstein, reportera del Washington Post, en un artículo del 31 de julio titulado "Mientras los rumores sobre los delitos sexuales se arremolinaban, el Cardenal McCarrick se convertía en un poderoso recaudador de fondos para el Vaticano".
Cuando todavía desempeñaba el cargo de arzobispo de Newark, el Cardenal McCarrick participó en la creación de la Fundación Papal en 1998, y fue miembro de su junta administrativa hasta su renuncia, el pasado mes de junio. El principio de dicha fundación era muy simple: encontrar benefactores que se comprometieran a donar un mínimo de 1 millón de dólares en el transcurso de 10 años (100,000 dólares anuales) a las obras del Santo Padre. En su sitio web, la Fundación afirma haber recaudado más de 215 millones de dólares desde su inicio. Creada para despertar la generosidad de los benefactores estadounidenses católicos, profundamente consternados por el caso Marcinkus y el escándalo del banco Ambrosiano (Nota Editorial: quiebra fraudulenta en la que el prelado estadounidense, Paul Marcinkus resultó implicado en 1982), la Fundación Papal se convirtió en uno de los principales recursos financieros a disposición directa de la Santa Sede. Michelle Boorstein se pregunta en su artículo si "la popularidad de McCarrick y su gran prestigio como emisario de la Iglesia y exitoso recaudador de fondos para las causas de la Iglesia contribuyeron a su protección durante tantos años, a medida que una lista creciente de palabras susurradas en silencio se iban agregando a su reputación: acosador, pervertido, quebrantador de sus votos de castidad." Esto podría ser una pista digna de ser investigada...
¿Qué sucederá ahora?
El silencio total del Papa Francisco sobre el testimonio de Monseñor Viganò parece indicar que el Papa espera que el asunto quede en el olvido, como sucedió con las Dubia sobre Amoris Laetitia, que esperan una respuesta desde septiembre del 2016. ¿Pero este silencio es realmente inactivo? El historiador Roberto de Mattei reveló en su sitio web Corrispondenza Romana, el 6 de septiembre, que el Papa, supuestamente, pidió al Cardenal Francesco Coccopalmerio, presidente emérito del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos (que también fue acusado por Monseñor Viganò), y a otros abogados canónicos examinar las sanciones canónicas que podrían ser impuestas al ex nuncio de Estados Unidos, quien corre el riesgo de ser suspendido a divinis, es decir, la prohibición de administrar los sacramentos.
Sin embargo, el silencio del Papa Francisco no parece ser una respuesta adecuada para el episcopado estadounidense, tan desacreditado por estos escándalos. Un gran número de obispos exigen una respuesta. Monseñor Charles Chaput de Filadelfia ha solicitado públicamente al Papa posponer el sínodo sobre la juventud, programado para llevarse a cabo del 3 al 28 de octubre de 2018, argumentando que, en el contexto de la crisis actual, los obispos no tienen credibilidad alguna para hablar a los jóvenes, y solicita, en cambio, que se realice un sínodo sobre los obispos.
Desde el 22 de agosto, Monseñor Philipp Egan, obispo de Portsmouth (Reino Unido), escribió al Papa para pedirle que convoque un sínodo extraordinario sobre "la vida y el ministerio del clero", en donde se discutan temas como "la identidad del sacerdote y del obispo", el "modo de vida y apoyo del celibato" o "las reglas de vida para los sacerdotes y los obispos". Una semana más tarde, Monseñor Edward Burns, obispo de Dallas, Texas, escribió una carta similar al soberano pontífice, proponiendo enfocar los temas de discusión de este sínodo extraordinario en la protección de los menores y de las personas vulnerables, así como la formación de los sacerdotes y religiosos. El 8 de septiembre, el obispo de Tyler, Texas, Monseñor Joseph Strickland, solicitó también la cancelación del sínodo sobre la juventud y la realización de un sínodo extraordinario de obispos "para enfrentar la crisis de abusos en la Iglesia."
Esta lista de obispos sigue aumentando. ¿Serán escuchadas sus peticiones en Roma?
Mientras tanto, meditemos en las ocho propuestas formuladas por Monseñor Schneider en su análisis, anteriormente citado, del testimonio de Monseñor Viganò:
- Que la Santa Sede y el Papa emprendan una limpieza inflexible de clanes y redes homosexuales en la Curia romana y el episcopado.
- Que el Soberano Pontífice proclame de manera categórica la doctrina de Dios sobre la naturaleza claramente pecaminosa de los actos homosexuales.
- Que se proclamen normas ineludibles y detalladas que impidan la ordenación de hombres con tendencias homosexuales.
- Que el Santo Padre restablezca la pureza y la claridad de la doctrina católica en su totalidad, tanto en materia de enseñanza como de predicación.
- Que a través de las enseñanzas del Papa, de los obispos y de normas prácticas se restaure en la Iglesia el ascetismo cristiano eternamente válido: la práctica del ayuno, la penitencia corporal y la abnegación.
- Que se restaure en la Iglesia el espíritu y la práctica de reparación y expiación de los pecados cometidos.
- Que comience un proceso de selección garantizada de los candidatos al episcopado, únicamente hombres de Dios de probada conducta; sería mejor dejar una diócesis vacante durante años que nombrar un candidato que no sea un verdadero hombre de Dios en lo concerniente a la oración, la doctrina y la vida moral.
- Que se promueva un movimiento en la Iglesia, sobre todo entre los candidatos, obispos y sacerdotes, de renuncia a todo compromiso con el mundo.
Fuentes: cath.ch/IMedia/Figaro/corrispondenzaromana/settimo-cielo/LifeSiteNews/aldomariavalli/AP/marcotosatti/diakonos/benoitetmoi/riposte-catholique/infovaticana – FSSPX.Actualités - 21/09/2018