El triunfo del Papa Francisco en Timor Oriental

Misa del Papa Francisco celebrada en Tasi Tolu
Pancartas con la imagen del Papa Francisco en Dili, capital de Timor Oriental, calles limpias y paredes recién pintadas: varios cientos de miles de personas se reunieron los días 9 y 10 de septiembre de 2024 para intentar ver al hombre vestido de blanco que reina sobre más de mil millones de católicos en el mundo.
Y no fue nada comparado con el punto culminante de la visita: la misa papal celebrada al día siguiente en la explanada de Tasi Tolu, a la entrada de Dili. Un espacio gigantesco diseñado para albergar hasta 750,000 personas. Seiscientos mil fieles se reunieron allí para la celebración, poco menos de la mitad de la población del país.
Como observa Jean-Marie Guénois, en Le Figaro del 10 de septiembre de 2024: "Esta misa ha sido una de las más concurridas del pontificado. Hay que retroceder hasta 2023 en Kinshasa, en la República Democrática del Congo, para encontrar una celebración con un millón de personas, ya que el récord histórico se batió durante la misa en Manila, Filipinas, en 2015, donde Francisco celebró ante seis millones de personas".
Una organización impecable que se debió en gran parte a las medidas decretadas por el ejecutivo: las calles insalubres por las que debía pasar la procesión pontificia fueron simplemente arrasadas y los habitantes reubicados manu militari: “¿Por qué ocultar nuestra pobreza? Esta es la realidad. El Papa no viene a ver cosas bellas en Timor Leste, está allí para ver nuestra vida real”, declaró Joana Fraga Ximenes, entrevistada por Sui-Lee Wee en las columnas del New York Times.
La visita del romano pontífice fue un verdadero triunfo: cabe señalar que la mayoría de los 1.3 millones de habitantes del país son católicos y que la Iglesia desempeñó un papel destacado en la lucha por la independencia de Timor Oriental, uno de los países más jóvenes del mundo –que se convirtió en un Estado soberano en 2002, después de décadas de ocupación por parte de Indonesia– y uno de los más pobres.
La mitad de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y una gran mayoría de timorenses depende de la agricultura para sobrevivir. Por eso se alzaron algunas voces para criticar el espectáculo desplegado con motivo de la visita del Papa: el gobierno gastó cerca de once millones de euros, tres veces más que el presupuesto anual dedicado a aumentar la producción de alimentos.
Este viaje apostólico era esperado: la Iglesia local fue sacudida hace algunos años por abusos cometidos por miembros del clero, incluido un obispo que era una figura venerada del pueblo timorense. Roma reaccionó con rapidez y firmeza, y la visita del Papa se produce en este contexto en el que la Iglesia quiere pasar una página dolorosa y, desde este lado, la misión parece perfectamente exitosa.
En 2024, como señala Sui-Lee Wee, "la Iglesia seguirá desempeñando un papel importante en la sociedad y la política. El presupuesto del gobierno proporciona millones de dólares para las tres diócesis católicas del país. Los conflictos familiares suelen ser resueltos primero por los sacerdotes".
Para Fernanda de Jesús, una joven que resume muy bien los sentimientos de los timorenses para el NYT: "La visita de Francisco es una bendición, aunque sea la segunda visita de un Papa, nunca lo habíamos vivido de esta manera, porque ahora somos un país independiente. Esta vez es diferente".
Fuentes: The New York Times/Le Figaro – FSSPX.Actualités
Imagen: Banque d'images Alamy