El Viernes Santo se prolonga para 380 millones de cristianos

Fuente: FSSPX Actualidad

Por una casualidad del calendario, este año la festividad de Pascua coincide con la fecha en que el mundo cristiano celebra la resurrección del Salvador. Sin embargo, en muchas regiones del mundo, esta celebración se desarrollará bajo la amenaza de conflictos armados y persecuciones religiosas, lo que hará que unos 380 millones de cristianos vivan un Viernes Santo sin esperanza.

En Tierra Santa, las celebraciones pascuales en el Santo Sepulcro de Jerusalén se ven marcadas una vez más por las repercusiones del conflicto israelí-palestino, exacerbado por la guerra en Gaza y las tensiones en Cisjordania. Sin embargo, monseñor William Shomali, obispo auxiliar del Patriarcado Latino de Jerusalén, describió las celebraciones de Pascua como un "alegre caos bien gestionado".

Una alegría que los cristianos de Tierra Santa quieren manifestar, aunque desde octubre de 2023 la guerra en Gaza ha impuesto restricciones de movimiento a los cristianos palestinos, en particular a los de Cisjordania que desean acudir a Jerusalén para las celebraciones pascuales. En 2024, solo 6,000 de los 50,000 cristianos de Cisjordania obtuvieron permisos para acceder a Jerusalén, una situación que se repitió en 2025 debido a las medidas de seguridad israelíes.

Estas restricciones afectan especialmente a los jóvenes, a menudo considerados una amenaza potencial, lo que limita su participación en las procesiones del Viernes Santo o en la Vigilia Pascual. Por no hablar de la parroquia de la Sagrada Familia de Gaza, donde una pequeña comunidad católica vive en condiciones dramáticas.

La región del Donbass, y más en general Ucrania y la Federación de Rusia, devastada por la guerra desde febrero de 2022, será otro lugar donde las celebraciones pascuales estarán marcadas por la furia de las armas. Los cristianos ucranianos, tanto ortodoxos como greco-católicos, celebrarán la Pascua en un contexto de bombardeos, desplazamientos masivos y pérdidas humanas.

En ciudades como Járkov, Dnipró o Zaporiyia, donde las infraestructuras civiles son blanco habitual de ataques, las iglesias se ven obligadas a limitar las reuniones por razones de seguridad. En 2024 se tomaron medidas similares, y las misas se celebraron en sótanos o refugios antiaéreos.

En Sudán, la guerra civil que enfrenta al ejército sudanés y a las Fuerzas de Apoyo Rápido desde abril de 2023 ha sumido al país en una crisis humanitaria sin precedentes. Los cristianos, que representan alrededor del 3% de la población, son especialmente vulnerables en este contexto. Según el Índice Mundial de Persecución 2025 de la ONG Portes Ouvertes, Sudán figura entre los países donde la persecución de los cristianos es más extrema, una situación agravada por el golpe de Estado de 2021 y la guerra actual.

En Jartum y en las regiones de Darfur, los cristianos celebran la Semana Santa en condiciones de peligro constante, enfrentándose a la violencia intercomunitaria y a la ausencia de un gobierno central que garantice su seguridad. Las iglesias, a menudo blanco de grupos armados, se ven a veces obligadas a suspender sus actividades.

En Somalia, segunda en el Índice Mundial de Persecución 2025, los cristianos, estimados en unos pocos cientos en un país musulmán, viven en la clandestinidad. La guerra civil y la estricta aplicación de la sharia hacen que la práctica del cristianismo sea extremadamente peligrosa. Los cristianos descubiertos corren el riesgo de morir, y las celebraciones pascuales se llevan a cabo en el más absoluto secreto.

En Yemen, devastado por una guerra civil en la que se enfrentan facciones locales, Arabia Saudí, Irán y grupos islamistas, los cristianos, tanto expatriados como conversos, viven en un clima de persecución extrema. El país no ofrece ninguna libertad religiosa y la sharia domina el marco legal. Las celebraciones pascuales de 2025 estarán marcadas por el aislamiento y el peligro. Los cristianos yemeníes, unos pocos miles como máximo, se reúnen en pequeños grupos en casas particulares, evitando toda visibilidad.

Otras regiones del mundo, aunque menos mediáticas, también serán escenarios en los que la Pascua se vivirá en un clima de guerra o persecución: en Nigeria, donde los cristianos que viven en el norte del país son blanco especial de grupos yihadistas que amenazan con atentados. Las iglesias, a menudo atacadas durante las grandes fiestas, han reforzado su seguridad: en 2024, se desplegaron 13,500 miembros de las fuerzas del orden para proteger los lugares de culto.

En Siria, tras más de una década de guerra civil, los cristianos siguen celebrando la Pascua en iglesias parcialmente destruidas. La lenta reconstrucción y el éxodo de muchos fieles complican las celebraciones, pero la comunidad armenia y los católicos mantienen sus tradiciones.

En Eritrea, los cristianos no registrados por el gobierno corren el riesgo de ser encarcelados. La Pascua se celebrará en iglesias clandestinas, lejos de los focos de los medios de comunicación occidentales.

Si a esto le sumamos Myanmar, devastado por la guerra civil y un reciente terremoto mortal, donde los católicos asisten a misa en iglesias dañadas, cuando no han sido destruidas, se estima que 380 millones de cristianos vivirán la Pascua más o menos directamente bajo las bombas o bajo la cimitarra.

Una cifra probablemente subestimada si pensamos en los católicos de China y otros lugares, que viven bajo regímenes más o menos totalitarios donde la Iglesia no goza de verdadera libertad de culto.