Entrada de los cardenales al cónclave, humo negro al final del día

El abundante humo negro, claramente visible en el cielo despejado
Hacía buen clima – ¿un buen augurio? – en el cielo de Roma este 7 de mayo de 2025, mientras la Ciudad del Vaticano se preparaba para revivir un momento de una seriedad sin precedentes: la entrada en cónclave de los cardenales electores para designar al 267º sucesor de San Pedro. Un primer día que terminó, como es habitual, con el humo negro saliendo de la Capilla Sixtina.
La mañana del miércoles 7 de mayo estuvo marcada por la misa celebrada por el cardenal Giovanni Battista Re en la Basílica de San Pedro. Durante esta misa votiva Pro Eligendo Romano Pontifice, el cardenal decano del Colegio Cardenalicio invitó a los electores del próximo papa a meditar sobre la gravedad de su misión.
Una curiosidad, entre otras, de este cónclave de 2025: ni el decano ni el vicedecano, el cardenal Leonardo Sandri, entraron en la Capilla Sixtina, ya que ambos han cumplido 80 años. El papa Francisco, reacio a elegir al cardenal Pietro Parolin, entonces secretario de Estado, como decano, se resignó, unos meses antes de su muerte, a renovar en el cargo al porporato de 91 años...
La tarde del 7 de mayo estuvo marcada por la entrada formal en el cónclave. Los cardenales electores, que alcanzaron la cifra sin precedentes de 133, vestidos con sus hábitos rojos —que simbolizan su disposición al martirio— se reunieron en la Sala Real del Palacio Apostólico. Desde allí, iniciaron una larga y solemne procesión hacia la Capilla Sixtina, lugar emblemático donde comenzó la elección.
Esta marcha, acompañada por el canto de las letanías de los santos, fue un momento de gran intensidad captado por las cámaras de todo el mundo. Los cardenales avanzaron de dos en dos, seguidos por una comitiva reducida que incluía a dos arzobispos no vestidos de púrpura: monseñor Diego Ravelli, maestro de ceremonias pontificias, y monseñor Ilson de Jesus Montanari, secretario del Sacro Colegio, así como otros clérigos que facilitan el buen desarrollo del ritual.
Una vez en la Capilla Sixtina, los cardenales prestaron un juramento solemne. Cada elector, acercándose al libro de los Evangelios colocado en el centro de la capilla, pronunció individualmente la fórmula: "Ego, N., Cardinalis Sanctae Romanae Ecclesiae, iuro et promitto..." ("Yo, N., cardenal de la Santa Iglesia romana, juro y prometo...") guardar el secreto y ser fiel en caso de elección.
Este ritual se desarrolla bajo los frescos de Miguel Ángel, en particular El Juicio Final, que recuerdan a los cardenales la gran responsabilidad que ahora les incumbe, en virtud de la cual deberán rendir cuentas ante Dios.
Tras el juramento, monseñor Ravelli, frente a las cámaras, pronunció la famosa fórmula Extra Omnes ("Todos fuera"), ordenando a todos los que no participarían en el cónclave que abandonaran la Capilla Sixtina. Solo permanecieron los cardenales electores y, durante unos minutos más, el maestro de ceremonias litúrgicas y el cardenal Raniero Cantalamessa —no elector— designado para pronunciar una última exhortación.
Una vez terminada la meditación, los dos prelados abandonaron la capilla y se selló la puerta. En ese preciso instante, comenzó oficialmente el cónclave. Según los detalles facilitados por el Vaticano, se sabe que el cardenal Re tomó la palabra para preguntar si los electores estaban listos para proceder inmediatamente a la votación o si necesitaban aclaraciones adicionales sobre el procedimiento.
A continuación, se celebraron las dos primeras votaciones y, como siempre ocurre en las primeras votaciones, al final de la tarde salió humo negro de la chimenea de la Capilla Sixtina, antes de que un vehículo de seguridad acompañara a los cardenales, en teoría sin teléfonos móviles, bajo escolta a la Casa Santa Marta, donde se les sirvió una cena sencilla.
Fuente: Saint-Siège – FSSPX.Actualités
Imagen: Capture d'écran, Vatican Media Live