En Escocia, los fieles evitan que las parroquias se cierren

Iglesia de San Cutberto, en Edimburgo
El proyecto inicial preveía el cierre de 70 parroquias católicas de la diócesis, pero después de consultarlo con los fieles, el arzobispo de San Andrés, en Edimburgo, ha dado marcha atrás al proyecto parcialmente.
En 2015, Monseñor Leo Cushley anunció una reestructuración radical de las parroquias, argumentando que para el 2020 la diócesis sólo tendría 33 sacerdotes para atender 103 parroquias. Los expertos consultados por el arzobispo sugirieron reducir el número de parroquias a treinta.
Por esta razón, se dio inicio a una amplia consulta, que duró poco más de dos años, y la cual demostró que el apego que los católicos escoceses tienen por sus parroquias es tal que el arzobispo tuvo que renunciar a su proyecto de la forma en que lo había planeado.
Monseñor Cushley también declaró que si se había decidido "consultar a los feligreses y sacerdotes", entonces se debía "escuchar lo que tuvieran que decir". Pero, admitió, "el hecho es que los fieles siguen estando muy apegados a sus iglesias locales y han expresado el deseo de mantenerlas en muchos lugares." Vox populi, vox Dei.
El resultado: aproximadamente sesenta parroquias permanecerán abiertas, en lugar de las treinta inicialmente previstas. Esto significa el cierre de 40 parroquias, en vez de 70. Sin embargo, el problema de fondo no ha desaparecido: debido a la falta de sacerdotes, la diócesis ya ha advertido que la misa no podrá celebrarse en todas las iglesias cada domingo.
La situación va mucho más allá de la diócesis de Edimburgo: en 2014, la arquidiócesis de Glasgow admitió que casi la mitad de sus parroquias se enfrentaban a la posibilidad de un cierre. Dos años después tocó el turno a la diócesis de Motherwell de anunciar una reorganización drástica de sus parroquias.
Un tercio de las iglesias católicas ubicadas al norte de Gales han sido cerradas. Monseñor Peter Brignall, obispo de Wrexham, declaró en 2016 que planeaba cerrar 22 de las 62 iglesias de su diócesis en el transcurso de los próximos cuatro años.
Esta situación es dramática. Los obispos dan la impresión de estar enfrentándose a una bancarrota lenta e inexorable. Sin duda, los fieles tienen razón en querer salvar sus iglesias y lo poco que queda de la vida parroquial. Pero el problema de fondo sigue estando ahí: las reformas de inspiración modernista o protestante han vaciado las iglesias desde hace cincuenta años; el culto divino se ha deformado; las vocaciones sacerdotales y religiosas se están extinguiendo. La vida católica, en todos sus aspectos, ha sido socavada: en lo relativo a la santidad del matrimonio, a la educación de los hijos, al papel del sacerdote o a los medios de santificación, a la práctica sacramental, al hábito eclesiástico, a la vida religiosa, etc. Y todo esto sucede mientras la vida en sociedad es moldeada por leyes civiles cada vez más anticristianas. Sólo el retorno a la Tradición de la Iglesia podrá restaurar todas las cosas en Jesucristo.
Fuente: Catholic Herald - FSSPX.Actualités - 07/03/2018