España: la tasa de natalidad en su nivel más bajo desde 1941

Fuente: FSSPX Actualidad

España registró en 2023 el número de nacimientos más bajo desde que se cuenta con el registro de datos fiables: las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) revelan que el año pasado hubo 6,629 nacimientos menos que en 2022, lo que significa que el número de nacimientos disminuyó en un 2% el año pasado. 

Según el INE, España registró 322,075 nacimientos en 2023, la cifra más baja desde 1941, fecha de los primeros registros de datos fiables. Además, desde 2013, año en el que tuvieron lugar 424,440 nacimientos, el número de nacimientos ha disminuido un 24.1%. Desde 2014 los nacimientos han disminuido cada año.

Por comunidades autónomas, el número de nacimientos aumentó en 2023 solo en la Comunidad de Madrid (2.7%) -que implementó una política de incentivo a la natalidad desde enero de 2022- y en Extremadura (0.6%).

Además, el número de defunciones se redujo en un 5.8% en 2023. Sin embargo, el balance natural (nacimientos menos defunciones) fue negativo en 2023, como ocurre desde 2017, añadió el INE.

Una tasa de fertilidad cada vez más baja

La tasa de fertilidad en España es la segunda más baja entre los países de la Unión Europea. Según Eurostat, esta tasa fue de 1.19 hijos por mujer en 2021, frente a 1.13 en Malta y 1.25 en Italia.

La edad de la maternidad también ha disminuido. Los nacimientos de hijos de madres de 40 años o más han aumentado un 19.3% en los últimos diez años.

La población española, sin embargo, siguió aumentando en 2022, superando los 48 millones de habitantes según el INE, debido a la fuerte inmigración, especialmente de ucranianos.

Las causas de este descenso de la tasa de natalidad

¿Cuáles son las causas reales de esta disminución de las tasas de natalidad? En primer lugar, la emancipación es tardía y no se produce antes de cumplir 30 años en España. Por tanto, la concepción del primer hijo es posterior. Cabe añadir que la fecundidad disminuye irremediablemente con la edad, lo que en última instancia reduce el número de hijos por mujer en las generaciones actuales.

A esto hay que sumar una crisis de alquileres. Desde la pandemia, los precios de los alquileres han seguido aumentando, en parte debido a la alta inflación que llevó a los políticos a fomentar los aumentos de los alquileres para ayudar a los pequeños propietarios. Este incremento perjudica a los jóvenes españoles.

Por último, la situación laboral. Alrededor del 30% de los menores de 25 años estaban desempleados en 2021. Incluso con un empleo, la situación no es estable: la península Ibérica ha experimentado un número récord de CDD (contratos de duración determinada) desde la pandemia. Estas perspectivas económicas no alientan a los jóvenes a formar una familia.

Esta situación es muy preocupante, como en todos los lugares donde se observa una baja tasa de natalidad. Por un lado, en lo que respecta a las pensiones: el número de trabajadores en activo está disminuyendo. Este desequilibrio activos/inactivos pesará mucho sobre una generación que ya atraviesa muchas dificultades.

Por otra parte, las consecuencias del envejecimiento de la sociedad sobre la estructura económica son irreversibles. Un aumento del número de personas mayores conlleva un aumento de infraestructuras, como residencias de ancianos, en detrimento de las escuelas, por ejemplo.

A medida que aumenta la proporción de personas mayores, la economía se adapta: el 38% del empleo se moviliza para satisfacer la demanda. Por lo tanto, España corre el riesgo de acabar con un sistema de producción adaptado a las personas mayores, que no podrá reutilizarse si la población sigue disminuyendo.

En el ámbito religioso: una secularización fulgurante

España experimenta desde hace 30 años una intensa secularización. La práctica religiosa y el sentimiento de pertenencia católica han disminuido. Según el Informe 2018, el porcentaje de personas que se definen como católicas pasó del 99% en 1981 al 73% en 2011 y al 67.3% en 2017. La práctica ha caído al 13% y uno de cada cuatro encuestados no cree en la existencia de Dios.

Un estudio del Pew Research Center de Washington (mayo de 2018) señala: “en el espacio de una década, el aumento de los "sin religión" ha posicionado a España al mismo nivel que los cuatro países más secularizados de Europa occidental: Holanda, Noruega, Suecia y Bélgica.

Una secularización celebrada por la clase política

Con la Constitución de 1978, el Estado español pasó a ser “aconfesional”. Sin embargo, “la educación católica y la intervención social a través de numerosas instituciones caritativas mantienen un alto nivel de reconocimiento y estima”, según el Informe 2018.

La llegada al poder de Pedro Sánchez, líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), sacudió los círculos religiosos. El 2 de junio de 2018, durante la ceremonia de ascenso al poder, el nuevo primer ministro se negó a jurar lealtad en presencia de la Biblia y del crucifijo. Un hecho inédito en la historia de España.

El programa de Sánchez promete eliminar los beneficios fiscales ofrecidos a la Iglesia, eliminar todos los símbolos religiosos de las instituciones públicas y eliminar la financiación para la educación religiosa en las escuelas públicas.

El resultado de esta secularización es palpable: “Los jóvenes no creyentes (53.5%) han superado por primera vez a los que creen en un Dios”, señala Agustín Blanco, coordinador del Informe 2018.

Ciertamente, esta secularización juega un papel importante en la pérdida de la esperanza en el futuro, que es una de las fuerzas impulsoras de la salud de una nación – y de su tasa de natalidad: privar a las almas de la perspectiva cristiana de la salvación eterna y de la Realeza de Cristo solo puede sumergirlas en el letargo y el individualismo.