Estado de Nueva York: proyecto de ley sobre el compostaje humano
Es posible que pronto los neoyorquinos tengan otra opción para decidir lo que quieren hacer con sus restos después de su muerte: a partir de ahora pueden convertirse en abono.
En efecto, la legislatura estatal ha aprobado un proyecto de ley que autoriza el compostaje humano. Esto permitiría a las instituciones utilizar la reducción orgánica natural, que acelera el proceso de descomposición biológica en un contenedor sobre el suelo y transforma los restos humanos en tierra, según el texto del proyecto de ley.
Este método es "ecológicamente sostenible" y una alternativa rentable a la cremación y el entierro, según la legislación. El estado de Washington legalizó la reducción natural orgánica en 2019, y Oregón y Colorado aprobaron proyectos de ley similares el año pasado.
El senado estatal aprobó el proyecto de ley con una votación de 61 contra 2 el viernes pasado, y la Asamblea lo aprobó el miércoles con 98 contra 52. Si el proyecto es aprobado por la gobernadora Kathy Hochul, demócrata, la medida entraría en vigor 90 días después.
Entierros más ecológicos...
El compostaje humano es una alternativa ecológica a los cementerios, que ocupan terreno, y además ahorra recursos como la madera, el hormigón y el acero utilizados en la construcción de ataúdes, según un comunicado de prensa de Environmental Advocates of New York.
Los entierros tradicionales también pueden provocar la contaminación del suelo y las aguas subterráneas debido al proceso de embalsamamiento, que utiliza productos químicos tóxicos como el formaldehído, señala el grupo de defensa.
"La cremación no es mejor para el medio ambiente, ya que requiere 105 litros de combustible para una sola cremación, y libera casi 250 kg de dióxido de carbono, así como otras sustancias químicas peligrosas como el monóxido y el mercurio".
Según el grupo, el compostaje humano coloca los restos en un contenedor especialmente fabricado con virutas de madera, alfalfa y paja. Durante un período de varias semanas, los microbios y el oxígeno transforman los desechos en abono.
Recompose, una empresa del estado de Washington que ofrece el proceso de reducción orgánica natural, estima que el compostaje humano ahorra una tonelada métrica de dióxido de carbono en comparación con el entierro o la cremación.
Reducción de la huella de carbono...
La legislación de Nueva York sobre compostaje humano tiene lugar en un momento en que el estado busca reducir las emisiones de carbono y luchar contra el cambio climático.
Las instalaciones de reducción biológica natural tendrían que seguir las mismas reglas que los crematorios, según la legislación propuesta. No pueden mezclar los restos y deben seguir los mismos estándares de privacidad, certificación e identificación.
Si los restos que han sufrido una reducción orgánica natural no son recuperados por una familia, podrían ser esparcidos en un jardín o área designada, o en una tumba, cripta u otro lugar designado por una corporación de cementerio autorizada, según el proyecto de ley.
La reacción de los obispos
La Conferencia Católica del Estado de Nueva York se opuso a la medida. "Creemos que hay muchos neoyorquinos que se sentirían incómodos, en el mejor de los casos, con este método de compostaje que es más apropiado para desperdicios de vegetales y cáscaras de huevo que para cuerpos humanos", dijeron los obispos.
Sobre todo, es necesario afirmar enérgicamente que este proceso subvierte profundamente la idea de que el cuerpo humano, habiéndose unido a un alma inmortal, y debiendo resucitar un día en estado glorioso -para aquellos que hayan alcanzado su salvación- debe ser tratado con respeto y honor, y no como una vulgar composta.
Ciertamente, el hombre es polvo y al polvo volverá, pero los casos de conservación milagrosa de los cuerpos de los santos muestran el honor que Dios quiere dar a los restos que fueron, con su alma, huéspedes del Espíritu Santo y morada de la Santísima Trinidad.
Estas prácticas contribuyen a la idea de que somos solo átomos de un mundo en perpetuo cambio, y que el Cielo es solo un invento para consolarnos. Es el sello de una visión nihilista y demoníaca del hombre, que se cierra a lo trascendente y quiere decidir por sí mismo en lugar de Dios.
Hay un caso conocido de una práctica equivalente, en los gulags de la URSS. Esto lo cuenta Solzhenitsyn, en su libro Archipiélago Gulag. En una campaña de reforestación en algún lugar de Siberia, los presos morían como moscas por el maltrato. Y el autor dice que hay un cadáver de zek debajo de cada uno de los miles de árboles, para servir como abono... La versión "verde" y "new age" del nuevo totalitarismo no es mucho mejor.
(Source : InfoCatolica/nayscatholic.org – FSSPX.Actualités)
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