Estados Unidos: el voto católico favoreció al nuevo presidente

Fuente: FSSPX Actualidad

Tan pronto como su papeleta era colocada en la urna, varios miles de votantes estadounidenses seleccionados en virtud de un algoritmo considerado representativo de la población, fueron contactados por investigadores del Instituto Edison Research, por encargo del consorcio National Election Pool que reúne a ABC News, CBS News, CNN y NBC News.

Los resultados, publicados posteriormente por la prensa estadounidense, demuestran las divisiones existentes en Estados Unidos entre religión, etnia y nivel social. El primer resultado se refiere a la religión. Los católicos –alrededor de una cuarta parte del electorado– dieron un giro respecto a 2020, votando principalmente a la candidatura de Donald Trump (56%, frente al 40% de Kamala Harris).

A Donald Trump tampoco le faltaron los votos de los protestantes, como en las elecciones anteriores: en 2024, el 60% lo apoyó. Cabe señalar que este grupo religioso representa actualmente el 40% del electorado. Los que afirman ser “sin religión” (uno de cada cinco votantes) votaron casi el 75% a favor de la candidata demócrata.

Pero el electorado que se movilizó masivamente a favor del multimillonario republicano fue el de los cristianos blancos del muy conservador movimiento evangélico Born Again, que profesan un protestantismo bíblico opuesto al progresismo. Representan uno de cada cinco votantes y el 80% de ellos votó por el presidente electo. La etiqueta progresista que Kamala Harris intentó abandonar durante su campaña está lejos de haber funcionado a su favor en un país donde la religión todavía importa mucho.

Los resultados del voto según el género mostraron que poco más de la mitad de los hombres apoyaron a Donald Trump y poco más de la mitad de las mujeres apoyaron a Kamala Harris.

En cuanto a la distribución étnica de los votos, a nivel nacional, alrededor de uno de cada diez votantes es hispano en 2024 -más o menos lo mismo que en 2020- y entre ellos, la candidata demócrata venció a su competidor por una estrecha mayoría, mientras que a Joe Biden le fue mucho mejor hace cuatro años.

Tanto hombres como mujeres negros expresaron un abrumador apoyo al Partido Demócrata a nivel nacional. Este año, como en 2020, alrededor de nueve de cada diez mujeres negras votaron por Kamala Harris, y ocho de cada diez hombres negros emitieron su voto por la actual vicepresidenta en ejercicio. La única excepción fue la de ciertos estados pendulares donde Kamala Harris tiene una imagen aún más degradada que la de Donald Trump, incluso entre el electorado negro.

En contraste, el republicano ganó los votos de una mayoría de votantes blancos en todo el país: específicamente, los blancos sin títulos universitarios (dos tercios de los votantes en 2024) votaron abrumadoramente por él, mientras que una mayoría de blancos graduados eligieron a Kamala Harris. El wokismo, difundido por las universidades estadounidenses, dejó su huella en las mentes jóvenes que asisten a ellas.

Los votantes de 18 a 29 años votaron en su mayoría por Kamala Harris, pero menos que en 2020. Los votantes de 65 años o más se distribuyeron casi equitativamente entre los dos candidatos. Las personas activas de 30 a 64 años son las que votaron de manera más abrumadora por el republicano: inflación y salarios. El estancamiento probablemente ayude a explicar esta brecha.

En cuanto al origen geográfico de los votantes: las periferias, más afectadas por la desindustrialización, votaron en general más por Donald Trump que en otros lugares. Por tanto, la brecha se está ampliando un poco más entre las periferias que se sienten rezagadas y las grandes ciudades, verdaderos reservorios del progresismo.

Queda por ver qué hará el nuevo futuro inquilino de la Casa Blanca (la transferencia de poder tendrá lugar el 20 de enero de 2025) con este nuevo mandato.