Fiesta de San Andrés - 30 de noviembre
San Andrés, apóstol y mártir, es hermano de San Pedro.
Originario de Betsaida, un pescador del lago Tiberíades, San Andrés siguió a San Juan Bautista, el Precursor.
Este último le dijo que la persona de Jesús era el Cordero de Dios, y San Andrés de inmediato lo siguió.
Por tanto, San Andrés fue el primero de los apóstoles en conocer a Jesús y dejar sus redes para aferrarse a Él.
San Andrés fue con su hermano Simón Pedro, y le dijo: "Hemos hallado al Mesías, el Cristo", y lo condujo a Jesús (cf. Jn 1, 35 ss.).
En su liturgia, la Iglesia canta el martirio de San Andrés, que amaba tanto la Cruz de su divino Maestro que aspiraba a imitarla con una muerte similar. Fue crucificado en una cruz formada por dos postes en forma de X.
Oración a San Andrés:
Tú, cuyo nombre glorioso y sagrado presagiaba la vida, tu nombre también expresa la Belleza con que la Bendita Cruz te ha coronado noblemente.
Andrés, apóstol de Cristo, tu solo nombre es un signo que te distingue, un emblema místico de tu belleza.
Oh tú a quien la Cruz eleva al cielo, tú a quien la Cruz ama con ternura, tú a quien la amargura de la Cruz prepara los gozos de la luz futura, en ti resplandece doblemente impreso el misterio de la Cruz: triunfas sobre el oprobio de la Cruz, y predicas la Sangre Divina que bañó la Cruz.
Calienta nuestra languidez, dígnate velar sobre nosotros, para que, por la victoria de la Cruz, podamos entrar en la patria del Cielo. Amén.
Prière à Saint André
Vous dont le nom glorieux et sacré présageait la vie, votre nom exprime aussi la Beauté dont la Croix bienheureuse vous a noblement couronné. André, Apôtre du Christ, votre nom seul est un signe qui vous distingue, un mystique emblème de votre beauté.
Ô vous que la Croix élève jusqu’aux Cieux, vous que la Croix aime avec tendresse, vous à qui l’amertume de la Croix prépare les joies de la lumière future, en vous le mystère de la Croix brille doublement imprimé : vous triomphez de l’opprobre par la Croix, et vous prêchez le Sang Divin qui arrosa la Croix.
Désormais donc, réchauffez nos langueurs, daignez veiller sur nous, afin que, par la victoire de la Croix, nous entrions dans la patrie du Ciel. Amen.